¿Funciona correctamente el sistema de financiación autonómica y cómo se podría mejorar?
MadridEspaña tiene un sistema de financiación regional perfectamente equiparable a los de los países federales de nuestro entorno. En términos generales, el sistema ha funcionado razonablemente bien. En las cuatro décadas transcurridas desde su puesta en marcha, ha ido adaptándose a la creciente descentralización del país, permitiendo la transferencia ordenada de competencias a las nuevas administraciones regionales y dotando a éstas de una autonomía financiera cada vez mayor mediante la cesión gradual de una amplia cesta de tributos con un margen muy apreciable para modificar sus tipos de gravamen. Al mismo tiempo, el sistema ha garantizado un elevado grado de nivelación entre comunidades autónomas, contribuyendo así de manera muy significativa a mantener la cohesión territorial y social del país.
Al igual que sucede en otros países, sin embargo, el sistema presenta algunos problemas importantes que convendría corregir. Yo destacaría los siguientes:
i) El sistema es excesivamente complicado y poco transparente, hasta el punto de que resulta incomprensible para el ciudadano medio, lo que a su vez facilita la venta de mensajes demagógicos sobre lo mucho que se nos maltrata a todos.
ii) La distribución de recursos entre CCAA que el sistema genera es muy cuestionable, caracterizándose por una elevada desigualdad y por la introducción de cambios caprichosos en la ordenación de los distintos territorios en términos de recursos por habitante ajustado con respecto a su ordenación original de acuerdo con su capacidad fiscal.
iii) Existe un fuerte déficit de responsabilidad fiscal que tiende a generar un exceso de gasto.
La complejidad y falta de transparencia del sistema de financiación provienen fundamentalmente del enrevesado sistema de transferencias verticales que canaliza recursos desde el Estado hacia las CCAA (y en algunos casos a la inversa) con criterios de asignación variopintos y en ocasiones contradictorios entre sí. El muy discutible reparto de estas transferencias, fuertemente condicionado por una rígida cláusula de statu quo que tiende a congelar la distribución de recursos pese a las sucesivas reformas del modelo, es también la fuente fundamental de sus problemas de equidad, que toman la forma de una distribución excesivamente desigual y esencialmente arbitraria de la financiación regional.
La responsabilidad fiscal
El otro gran problema del sistema es que incumple el principio de responsabilidad fiscal. La experiencia ha mostrado a las CCAA que pueden gastar sistemáticamente más de lo que tienen porque el Estado las acabará rescatando de alguna forma. Esta percepción debilita el mecanismo natural de disciplina fiscal en una democracia (para gastar más hay que subir impuestos y eso tiene un coste electoral) de forma que resulta muy difícil resistir la presión para incrementar el gasto por encima de lo que sería socialmente óptimo.