El Govern es del Maresme y la oposición es del Vallès

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El líder  del PSC y ninguno de la oposición, Salvador Illa, se dirige hacia el atril del Parlamento  para empezar su intervención en el debate de política general

"Usted es del Maresme y yo del Vallès", eso le ha soltado el jefe de la oposición, Salvador Illa, al President de Govern, Pere Aragonès, al abrirse el turno de intervenciones de los partidos que no gobiernan (unos hacen oposición y otros hacen lo que pueden). Pero, antes de todo, lo primero que le ha dicho el socialista Illa al republicano Aragonès es: "usted es una buena persona". Eso no es algo que solo pase en el Maresme, el mundo entero está lleno de buenas personas, y esto se podía ver hoy en la cafetería del Parlament antes de empezar la sesión. La cafetería está en unos bajos, aunque uno tiene la sensación de encontrarse en un subterráneo, y, aunque el lugar no tiene ninguna mesa de diálogo, dispone de muchas mesas para almorzar en las que se juntan los diputados y diputadas sin darse demasiado a la promiscuidad, es decir, cada cual se sienta con los de su partido. Se ve que la mayoría son buenas personas porque casi todos toman café con leche en taza grande con un bocadillo pequeño. Esto es de ser buena gente, mucho más que beberse un café pequeño con un bocadillo grande.

Lo más destacable del jefe de la oposición es su flequillo. Es decir, físicamente. Illa gasta un flequillo chomskiano como el de la izquierda americana. Todavía no se le ha puesto blanco y, todo lo que hay de investigación tecnológica de Massachusetts en el cabello de Chomsky, en el de Illa se queda en larga charla de cafetería en el Bulevard Rosa (siempre interesante, ya que los flequillos hacen interesante a la gente). Pero Illa, ¿tiene más de izquierda o de americana? La izquierda no sabría decirlo, pero la americana le viene pequeña. Le tira de la panza. De ser una panza quijotesca, habría que precisar que se trata ante todo de una panza sanchista. No de Sancho sino de Sánchez, pues la suya no es panza de ir a las bodas de Camacho (el rico del Quijote, no el líder sindical, que en gloria esté), sino que se ha ido llenando de ministerios pasados como una urna llena de votos, que sirven para ganar pero no para mandar. Illa explica en su intervención que el país está psicológicamente desanimado y ve en ello un fracaso colectivo. Desde el atril, el vaso de agua le contempla con la boca abierta, pero ¿qué se puede esperar de un vaso de agua al que nunca nadie le hace caso? Pobre vaso. Ya lleva Illa un buen rato hablando, y aún no lo ha tocado. Ya no se hacen novios así. ¿Será Salvador Illa uno de esos oradores que esperan a concluir su intervención para beberse el agua como rúbrica de lo dicho, como pago al servicio? Asimismo, sus gafas, entre Salvador Allende y Buddy Holly, caracterizan al jefe de la oposición. (Que Allende también se llamara Salvador no es un complemento, como las gafas, pero es circunstancial, no hace falta ser lingüista chomskiano para verlo.) Las gafas de Illa parecen para ver de lejos, pero son de leer informes. Esto explica que su intervención resulte prolija en bibliografía, cifras y megavatios.

"Yo no tengo prisa, pero Catalunya sí que tiene prisa", ha dicho Illa. ¿Es Illa un hombre que camina, que marcha por el mundo buscando otra ciudad? En Illa el movimiento no va de atrás a delante, sino de un lado al otro, concretamente de derecha a izquierda. Mientras habla, Illa se balancea igual que un barco parado en alta mar. Los navegantes llaman a esto estar al pairo, pero aquí no es el caso. Y mira que ha habido políticos al pairo. ¿Cuál será el viento que espera Illa? En este aspecto, parece más partidario de la brisa ligera que del huracán, y a lo mejor por eso dice que no le van las prisas. Es sabido que, cuando la tripulación no encuentra otra manera de apaciguar la ira de la tempestad, acaba sacrificando al capitán, si no es que tiran por la borda hasta al cocinero. Cuando era alcalde de La Roca, ya tenía cara de ministro de Sanidad, pero más que con el rostro, Illa se expresa mediante las manos. Sus manos dibujan en el aire gestos de actor dramático como los que hacían aquellos políticos del tiempo de la república (la que existió). Finalmente, Illa ha concluido su intervención ofreciendo al presidente Aragonès relaciones formales y dando a conocer el reciente encuentro de ambos en la ópera con música de Strauss. Todo en la vida es Madame Bovary. Al acabar, Illa se ha marchado dejando intacto el vaso de agua. Ya lo avisa el refrán, agua pasada no mueve molino. Y como Sancho practicaba el sanchismo soltando los refranes en ristras, también están estos otros que sentencian: nunca digas de este agua no beberé, gato escaldado, del agua fría huye, agua que no has de beber, déjala correr y cuando el río suena agua lleva.

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