El muñeco de Junqueras ceba la batalla por la presidencia de ERC

La batalla entre Junqueras y Rovira divide al partido con una pugna ahora mismo difícil de reconducir

BarcelonaLa guerra en ERC ha llegado a un punto de no retorno y esta semana ha alcanzado los más altos decibelios hasta ahora. En las últimas horas, los reproches y acusaciones cruzados se han centrado en el muñeco que apareció en el 2019 colgado de un puente de Sant Vicenç dels Horts con una pintada dirigida a Oriol Junqueras que decía "Pudrete en la preso". Este martes, el exconcejal Ernest Maragall insinuó que esta acción había surgido del entorno de Oriol Junqueras cuando afirmó: "El origen no es Calabria, es Sant Vicenç dels Horts". Sus insinuaciones, siempre sin pruebas, se añaden a las que hizo hace unos días en Catalunya Ràdio el exconseller Xavier Vendrell: "El día que se sepa quién colgó el muñeco de Junqueras se tambalearán algunas cosas en ERC". La exalcaldesa de Sant Vicenç dels Horts (donde vive Oriol Junqueras) Maite Aymerich ha negado que nadie del entorno del exlíder de ERC colgara este muñeco. "Yo creo saber quién y de dónde proviene y cuando tenga pruebas las aportaré", ha afirmado en RAC1. Aymerich también ha reclamado a determinadas candidaturas –en referencia a Nueva Izquierda Nacional, próxima a Marta Rovira– que dejen de lado "campañas totalmente indignas que atentan a la ética". Aymerich ha añadido que no hay "ninguna prueba" sobre el muñeco y que no le consta que lo colgara nadie del pueblo.

La batalla por la cuestión del muñeco se añade al contenido del informe sobre el caso de los carteles contra los Maragall hecho público este lunes por RAC1, donde se recoge que Rovira informó a Junqueras de esta cuestión. Pero el entorno del expresidente de ERC lo niega. Una vez más, una versión que contradice a la otra. Y, de nuevo, no hay pruebas ni en uno ni en el otro lado. Y es que ésta ha sido la tónica de las últimas semanas, porque la guerra de reproches y acusaciones no es nueva. De hecho, aprovechando que este miércoles comienza la recogida de avales de las diferentes candidaturas que se presentan en el congreso del partido, la dirección republicana ha emitido un comunicado pidiendo a las personas implicadas en el proceso electoral "que trabajen con respeto y responsabilidad", de acuerdo con la "ética" del partido. "Solo será con el debido respeto a la organización que dotaremos de seguridad jurídica a los resultados del proceso congresual", concluye el comunicado.

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Desde que se ha reanudado el curso político, la tensión ha ido in crescendo y se ha convertido en una guerra aún más cruenta que la que protagonizó el partido en el congreso del 2008. Oriol Junqueras y Marta Rovira se han enfrentado a cara descubierta ya estas alturas nadie puede negar que el partido ha quedado partido principalmente entre dos facciones, junqueristas y roviristas, con las personas no alineadas representando la tercera vía.

Ninguno de los dos renuncia a tener el control de la formación a partir del congreso del 30 de noviembre, por lo que han decidido sacar toda la artillería para intentar ganar la batalla. De hecho, fuentes de ambas candidaturas admiten que, pese a lo que se diga hacia fuera, ahora mismo es difícil una reconciliación después del 30 de noviembre. Uno de los puntos de inflexión de la guerra llegó el sábado 21 de septiembre cuando, después de meses de silencio y tensión latente, Oriol Junqueras disparó duramente contra los impulsores de la estructura B de ERC. "Estamos dispuestos a coser ya recosir, pero no curaremos ninguna herida que previamente no hayamos limpiado simulando que lo que nos ha avergonzado no ha pasado", afirmó en el acto de presentación de su candidatura, Militancia Decidim, para después prometer "acabar" con cualquier órgano paralelo. Al día siguiente, en una entrevista en RAC1, el ex líder republicano también acusó a Marta Rovira y parte de la actual dirección de esconderle las decisiones importantes.

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Aunque había prometido que no hablaría hasta que pasara el congreso, Rovira decidió finalmente esta semana abrir fuego contra el exlíder republicano. En una conferencia de dos horas para hacer balance de su mandato, acusó a Junqueras de ser él quien tomó decisiones sin contar con ella y puso de ejemplo el pacto con el PSC en la Diputación de Barcelona o también las negociaciones para entrar en el gobierno municipal de la capital catalana con los socialistas. La dirigente republicana también le reprochó su papel durante el 1-O, acusó a Junqueras de "juego sucio" e hizo evidente la rotura del tándem que ha pilotado Esquerra durante los últimos trece años.

Posiciones irreconciliables

Hasta ahora, este divorcio ha centrado la carrera hacia el congreso del 30 de noviembre, en el que el debate se ha reducido a decidir si Oriol Junqueras debe continuar al frente del partido o no. La candidatura de Nueva Izquierda Nacional, que pilotan Xavier Godàs y Alba Camps y que cuenta con el apoyo de Marta Rovira, ha abanderado el discurso de la renovación de liderazgos, al considerar que el ciclo del 2017 ha terminado y, por tanto, los dirigentes del 1-O deben dar un paso al lado. Han salido a reforzar esta tesis dirigentes históricos del partido como el expresidente republicano Joan Puigcercós o también el exconseller Xavier Vendrell. Éste último fue especialmente duro contra Junqueras por su papel durante el 1-O, pero también porque aseguró que el ahora expresidente de ERC había pedido a cargos republicanos que continuaran en el Govern de Salvador Illa en contra de la directriz que había dado Rovira.

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Los junqueristas, sin embargo, defienden la legitimidad del exlíder republicano para presentarse y utilizan la etiqueta de la candidatura de las bases para intentar diferenciarse de lo que han llamado "la aristocracia rovirista". De hecho, Junqueras lo intentó ejemplificar en una frase en el mismo acto de Olesa de Montserrat: "No nos dejaremos aleccionar por aquellos que nunca han colgado ni descolgado carteles electorales". Unas palabras que molestaron especialmente a varios cuadros territoriales que apoyan a Nueva Izquierda Nacional.

Queda aún mes y medio para que la militancia decida quién quiere que rescate a ERC de uno de los momentos más complicados de su historia. Ahora mismo a junqueristas y roviristas les separa un abismo y se hace difícil pensar que la dirección que entre a pilotar a Esquerra a partir del 30 de noviembre será capaz de recosir una organización que está rota.