La ideología tras la catástrofe de la dana
BarcelonaEl confinamiento decretado durante la pandemia por razones sanitarias creó una enorme brecha entre la izquierda y la derecha. Por lo general, para la izquierda la restricción de movimientos estaba justificada porque se hacía en nombre de un bien superior, que era salvar el máximo número de vidas; sin embargo, para cierta derecha aquella decisión suponía una intromisión inadmisible del Estado en la libertad del individuo, que por entonces pasaba a vivir en una suerte dictadura orwelliana. La madrileña Isabel Díaz Ayuso abanderó a la oposición institucional al confinamiento negándose, por ejemplo, a cerrar los bares y establecimientos de restauración como hacían el resto de presidentes autonómicos, entre ellos Núñez Feijóo. Hasta el punto de que la capital española se convirtió en un polo de atracción de jóvenes europeos en busca de fiesta y diversión.
En la calle, sin embargo, fue Vox quien encabezó las protestas bajo la bandera de la libertad. La extrema derecha, que votó a favor del primer estado de alarma, se desmarcó en breve y decidió llevar esa decisión del gobierno español al TC, entonces con mayoría conservadora. El Constitucional declaró ilegal el confinamiento decretado bajo el amparo de un estado de alarma y afirmó que para tomar una decisión de ese calibre debería haberse aprobado un estado de excepción, una medida pensada para conflictos bélicos. Esa sentencia, redactada por el magistrado Pedro González Trevijano, quien afirmaba que durante la pandemia "la restricción de derechos fue de una intensidad altísima", marcó profundamente los sectores más conservadores, que desde entonces han equiparado confinamiento con socialismo/comunismo.
Esta es la ideología que flotaba en el ambiente el 29 de octubre de 2024 entre los dirigentes del PP valenciano, sobre todo el entorno de Carlos Mazón, más cercano a Díaz Ayuso que a Feijóo. Hasta el punto de que ha quedado instaurado entre los conservadores que confinar a la población sin un estado de excepción es ilegal, lo que es falso porque la legislación sobre emergencias prevé esta medida cuando hay peligro, por ejemplo ante una nube tóxica. Por eso José Manuel Cuenca, mano derecha de Mazón, considera la palabra confinamiento como un tabú cuando habla con Pradas. "De confinar nada –le insiste–, quítatelo de la cabeza". La propia Salomé Pradas tiene la sensación de que está jugando con fuego y duda con lo que le piden los técnicos y pide también un informe jurídico para saber si se puede confinar (hasta que le aclaran que sí puede). Es ese prejuicio ideológico –que no se podía confinar a la población–, combinado con el miedo a molestar al sector turístico a las puertas de un puente, sumado a la indolencia de un presidente ausente, el cóctel terrorífico que llevó a la Generalitat a una gestión nefasta de la dana que provocó 230 muertos.