Las investiduras: un debate envenenado desde hace seis años
BarcelonaLa investidura fallida de Pere Aragonès lo ha convertido en el presidenciable catalán que ha obtenido menos apoyos de la historia –solo 42 entre ERC y la CUP–. En los últimos años la falta de grandes mayorías ha obligado a los partidos a buscar alianzas para poder apuntalar un Govern, cosa que ha convertido los debates de investidura en un auténtico quebradero de cabeza y en una de las votaciones más difíciles de la legislatura. Las negociaciones y los debates se han complicado tanto en el Congreso como en el Parlament, donde también ha entrado en juego la represión de los líderes independentistas.
2016: el no de la CUP fuerza el “paso al lado” de Artur Mas
Después de las elecciones del 27 de septiembre del 2015, y a una semana de la fecha límite para la investidura, la CUP se negó a apoyar a Artur Mas como presidente y pidió un cambio de candidato. La opción era esta o convocar nuevas elecciones. La tensión llegó al máximo nivel en esa semana, en la que Mas pasó de enrocarse como cabeza de lista “por principios” a decantarse finalmente por dejar vía libre a otro aspirante. El sábado 9 de enero del 2016 anunciaba el “paso al lado” que permitió desbloquear la investidura. En su lugar fue escogido president el hasta entonces alcalde de Girona, Carles Puigdemont, con el mandato de sacar adelante el Procés.
Desplazar al cabeza de lista fue la única manera de sumar una mayoría independentista de Junts pel Sí y la CUP. Los anticapitalistas votaron no a la investidura de Mas en el debate de los días 10 y 12 de noviembre. Ningún otro aspirante había fracasado antes en dos debates consecutivos. Mas ofreció un Govern con tres vicepresidencias y una cuestión de confianza al cabo de diez meses, pero fue insuficiente para la CUP, que rechazó hacer presidente a quien había encarnado los recortes durante la crisis económica. También fue una decisión complicada para los anticapitalistas, que lo pusieron en manos de sus bases, que se mostraron divididas hasta el punto de llegar a empatar en la asamblea decisiva. La renuncia de Mas permitió entonces la unidad independentista.
2016: Sánchez protagoniza la primera investidura fallida del Congreso
La primera investidura fallida de la democracia española fue la de Pedro Sánchez después de las elecciones generales de diciembre del 2015. El PP había ganado los comicios, pero también había perdido 63 escaños respecto al 2011, y el cabeza de lista, Mariano Rajoy, declinó el ofrecimiento del rey Felipe VI de presentarse a la investidura porque no contaba con suficientes apoyos para salir escogido –una decisión también inédita–. Es por eso que fue el líder socialista quien dio el paso adelante, aunque solo había obtenido 90 parlamentarios en los comicios.
Se sometió a dos votaciones en marzo. En la primera obtuvo el apoyo de su grupo y de Ciudadanos. En la segunda solo consiguió sumar un voto de Coalición Canaria. Con solo 131 síes, fracasó en la investidura. En mayo del 2016, y agotados todos los plazos, se volvieron a convocar elecciones para el 26 de junio. En esos meses, el PP recuperó 14 escaños –hasta 137– y el PSOE perdió cinco. Rajoy sí aceptó entonces el encargo de formar gobierno y abrió negociaciones para llegar a un acuerdo con Ciudadanos, al que después se añadió Coalición Canaria. El no de Pedro Sánchez le valló el paso y tampoco superó la investidura: se abrió un nuevo periodo de incertidumbre política. La decisión costó al dirigente socialista la dimisión, después de una rebelión de barones del partido. Tres semanas después, el comité federal del PSOE –liderado por una gestora– anunció que se abstendría en el segundo debate de investidura, una decisión que quince diputados socialistas no acataron. Así se evitó volver a repetir elecciones.
2017: tres investiduras imposibles dan paso a la presidencia de Torra
El Parlament convirtió a Quim Torra en el 131º president de la Generalitat después de tres investidures frustradas: Carles Puigdemont, Jordi Sànchez y Jordi Turull. En este caso, el motivo del bloqueo de estos intentos fue la represión judicial de los líderes independentistas. Después de que Roger Torrent aplazara el debate para investirlo el 30 de enero, Puigdemont renunció “provisionalmente” a ser candidato a la presidencia el 1 de marzo del 2018, una vez se hizo evidente que no podría volver de Bélgica, donde estaba exiliado. El dirigente propuso a Sànchez para sustituirlo, que entonces estaba en prisión provisional. Los tribunales no le permitieron presentarse. JxCat y ERC plantearon entonces a Turull como candidato. El ex conseller no consiguió convencer a la CUP para que lo votara. “Diálogo, diálogo y diálogo. Que el mundo vea que seguimos pidiendo diálogo al Estado”, reivindicó durante el debate. Perdió la votación en primera vuelta y ya no se pudo presentar a la segunda. Al día siguiente estaba citado por el Supremo, que lo volvió a mandar a la prisión.
Después de siete meses con la Generalitat intervenida por la aplicación del 155, el 14 de mayo del 2018 Torra fue investido con 66 votos a favor de JxCat y ERC y cuatro abstenciones de la CUP. Pudo restituir las instituciones, pero la Moncloa advirtió de que vigilaría de cerca al nuevo president. Finalmente, Torra acabó su mandato de manera precipitada en septiembre del 2020 al ser inhabilitado por haber mantenido una pancarta en apoyo a los presos políticos en la fachada del Palau de la Generalitat.
2019: repetición electoral después de una moción de censura en el Congreso
La sentencia de la Audiencia Nacional por el caso Gürtel, que en mayo del 2018 determinó la existencia de una caja B del PP, trastocó de arriba abajo el tablero político. El PSOE presentó una moción de censura contra el gobierno de Mariano Rajoy con la firma de los 84 diputados socialistas. Unidas Podemos, ERC, el PDECat, el PNB, EH Bildu, Compromiso y Nueva Canarias la apoyaron. En otra situación nueva para la democracia española, la iniciativa prosperó y Rajoy se vio forzado a dejar la presidencia. Pero el paisaje que quedó en la Moncloa fue de una gran inestabilidad.
Incapaz de aprobar los presupuestos del 2019, el nuevo presidente, Pedro Sánchez, decidió convocar elecciones antes de que acabara la legislatura, el 28 de abril. El PSOE ganó las elecciones, pero con una magra mayoría. El desacuerdo con Unidas Podemos hizo imposible que el líder socialista saliera investido, cosa que llevó a unas nuevas elecciones el 10 de noviembre. La repetición de los comicios todavía complicó más las mayorías: el PSOE volvió a ser la fuerza más votada, pero perdió tres escaños. Finalmente, Sánchez consiguió la investidura gracias a una complicada suma y con la necesaria abstención de partidos independentistas. Para superar el bloqueo hizo falta la conformación del primer gobierno de coalición en España.