Joan Subirats, un académico con olfato político
Madrid"Somos gente que queremos a Barcelona y la estamos perdiendo, y ahora estamos decididos a volverla a ganar". El 24 de junio del 2014 Joan Subirats apareció ante la opinión pública como una de las tres personas que presentaron la plataforma Guanyem Barcelona (precursora de Barcelona en Comú). Las otras dos eran Ada Colau y Jaume Asens. Subirats, pues, es uno de los miembros fundadores de los comuns, uno de sus impulsores y uno de sus puntales intelectuales. Que eligiera esta opción para dar el paso a la política activa demuestra su olfato político. En 2015 Colau ganó en Barcelona.
Pero la trayectoria de Subirats (Barcelona, 1951) viene de lejos. Como tantas otras figuras de la política catalana y española, sus inicios en la militancia contra la dictadura lo llevaron a formar parte de Bandera Roja, una escisión del PSUC liderada por Jordi Solé Tura, que fue también su director de tesis. Nombres como Ferran Mascarell, Jordi Borja, Antoni Castells en Catalunya y Pilar del Castillo o Celia Villalobos en el resto del Estado formaron parte de un grupo que ponía especial énfasis en la formación. Eran, de alguna manera, los más intelectuales de la galaxia de grupúsculos marxistas de la época, la aristocracia del antifranquismo. Y esto les dotó de una manera de hacer que todavía es visible en muchos de ellos. Subirats, sin embargo, no continuó vinculado a la política de partido, pero sí a la gente que conoció.
"Compañero de viaje"
Subirats se licenció en ciencias políticas en 1980 y se especializó en un campo entonces inédito, las políticas públicas. Ya no abandonó la universidad, que conoce como pocos, y toda su trayectoria académica desde entonces está vinculada a esta cuestión y también a otras que están relacionadas con ella, como son la exclusión y la desigualdad. Políticamente fue lo que en el PSUC se denominaba "compañero de viaje", es decir, alguien vinculado a la izquierda y productor de pensamiento, pero sin implicación orgánica.
Esto, sin embargo, cambió con el 15-M, un movimiento por el cual se sintió fascinado, cuando fue una de las personas clave para hacer de puente entre el viejo mundo de ICV y estos nuevos revolucionarios que querían asaltar el Ayuntamiento, donde la posición de Xavier Trias parecía inexpugnable. De trato amable y cordial, sumamente respetuoso para lo que se lleva ahora, alguien que lo conoce dice que "josepramonedea" un poco, en referencia a su proximidad intelectual con el articulista del ARA. Su perfil académico lo acerca a personajes como Jaume Asens o Gerardo Pisarello, pero finalmente fue la misma Ada Colau quien le reclamó que diera un paso adelante para las elecciones del 2019 y fuera su número dos (en el primer mandato fue comisionado de Cultura después de que la alcaldesa expulsara al PSC del gobierno). Desde allí dirigió la operación para hacer posible la reelección de Colau con los votos de Valls, y demostró que la política, en el sentido más descarnado del término, no le es ajena.
En sus dos años como sexto teniente de alcalde ha puesto mucho énfasis en los temas de ciencia e investigación, y los ha incorporado a la gestión cultural. Cuando dejó el cargo coincidiendo con su jubilación en julio del 2021, concedió una entrevista al ARA donde, a la pregunta de si le habría gustado ser escogido como ministro en lugar de Manuel Castells, respondió: "No digo que no; es decir, soy una persona curiosa y me habría gustado conocer el consejo de ministros. Pero las circunstancias no acompañaron". Ahora parece que las circunstancias han cambiado.