Mireia Boya deja la CUP por la "mala gestión" de su caso de acoso: "Se ha querido cerrar sin más"

La exdiputada explica que "necesitaba una disculpa, una autocrítica, un acercamiento" de la formación que no ha llegado

ARA
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Mireia Boya se da de baja de la CUP por la "mala gestión" que la formación ha hecho del caso de acoso que sufrió por parte de un compañero del secretariado nacional, una "agresión psicológica continuada" que había empezado durante su etapa como diputada en el Parlament. "La dirección no ha querido ir más allá en la reparación, se ha querido cerrar el caso sin más", ha denunciado este miércoles en un escrito compartido en Twitter en el que ha explicado que el partido puso punto final a la gestión del caso en enero "después de año y medio de silencio". "Ahora se cierra y me veo en la necesidad de explicar públicamente mi proceso y el final no deseado que ha tenido", afirma Boya, que ya había dejado la dirección cupera en marzo de 2019 denunciando que no se hubiera atendido su petición de expulsar a su agresor.

La exdiputada, que asegura que "hoy es un día triste", lamenta que desde que denunció el caso a la comisión de abordaje de agresiones machistas del partido, en ningún momento se la puso en el "centro". "Se dudó de mí y se quiso esconder aquello que había pasado", afirma, y añade que se la hizo pasar por "mentirosa exagerada e interesada", un discurso que se difundió interna y externamente y que "parte de la militancia" se creyó, lo que la "revictimizaba", denuncia. "Los silencios de muchos compañeros y compañeras me hicieron tanto o más daños que las palabras de otros", añade.

Una vez cerrado el caso, continúa Boya, se le comunicó que su agresor había seguido las medidas pactadas en el marco del protocolo interno y que él "reconoció la violencia machista ejercida y el dolor" que le había causado tanto a ella como a otras compañeras de la CUP, tal como le hizo saber en una carta privada en la que corroboraba los hechos denunciados por la exdiputada. "No mentía, no exageraba [...]. El acoso existió y el reconocimiento por parte de él me lo tomo como una victoria", afirma, pero lamenta que la dirección no haya querido ir más allá en la reparación".

"Necesitaba una disculpa, una autocrítica, un acercamiento por parte de la organización y que la reparación no fuera solo un concepto teórico [...]. La reparación no será completa sin este gesto que desgraciadamente no ha llegado, que la organización no ha querido hacer", concluye en su escrito, en el que asegura que la organización tampoco le ofreció ayuda psicológica y que a raíz del acoso todavía sufre ansiedad, miedo a hablar en actos públicos o inseguridad de militar en algún espacio de la izquierda independentista. "Me he apartado de todo porque he elegido cuidarme y repararme", sentencia, y esto la ha llevado a dejar el partido: "Es mi espacio ideológico, pero la organización no ha sido suficientemente valiente para dar un paso adelante en la reparación de las violencias machistas poniendo a las mujeres, a mí en este caso, en el centro de todo".

El partido defiende la utilidad del protocolo interno

La CUP ha emitido un comunicado justo después donde se limita a remarcar que seguirá "trabajando para la erradicación de cualquier actitud machista en nuestros espacios y en el conjunto de la sociedad" y pone en valor el trabajo hecho por la comisión de abordaje de agresiones machistas. "El protocolo ha sido y es una herramienta útil", resalta el partido, que lamenta la decisión de Boya y le agradece su tarea los últimos años. Cuando Boya dejó la dirección, la formación ya emitió un comunicado en la misma línea en el que lamentaba la decisión adoptada por Boya y reiteraba el compromiso de "seguir trabajando para garantizar espacios seguros y libres de violencias" después de reconocer que no eran "impermeables a un sistema patriarcal que atraviesa nuestras vidas y nuestras prácticas militantes".

Boya dejó el 29 de marzo de 2019 la dirección de la CUP, donde ejercía de portavoz del secretariado nacional, por los ataques psicológicos que anunció que recibía desde hacía tiempo por parte de un compañero de partido. Ya entonces la exdiputada denunció que su petición de echar a esta persona no se había atendido. "He visto con tristeza como las organizaciones tendemos a cambiar las prioridades, a olvidarlas y a hacer periférico aquello que realmente importa y no paramos de repetir: las personas y los cuidados en el centro", criticó Boya. Casi un año después, en la presentación del libro Trencar el silenci (Ara Llibres), que recoge la experiencia personal y colectiva del 1-O, la prisión o el exilio, pero también el acoso psicológico que sufrió, la exdiputada de la CUP cargó contra el partido por la gestión de su caso. "Pedí a la CUP que hiciera autocrítica pública y me dijeron que no”, espetó en una entrevista al ARA.

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