Montero y el fuego cruzado ERC-Junts
MadridEn esa legislatura, la circulación va lenta. Parece como si estuviéramos en una autopista o autovía, parando cada cinco minutos, para volver a poner en marcha y frenar de nuevo unos metros más allá. Todo el mundo lo ha vivido, y viajar así cansa más que hacer unos cientos de kilómetros sin obstáculos. Ahora ha vuelto a tocar una retención que puede ser larga, en la que estamos pendientes de lo que van a hacer varios conductores. Son los de los vehículos de Junts y ERC, por un lado, y el del trailer del PSOE, por otro. Lo que ha decidido quedarse cruzado en medio de la calzada es el chófer socialista, que sigue jugando con los tiempos en función de las circunstancias. Ahora lo que tenemos es un atasco provocado por el deseo de esperar a que los partidos independentistas celebren sus congresos y definan cómo quieren organizarse para esta etapa posterior al Proceso.
En poco más de un año, Pedro Sánchez ha obtenido dos éxitos muy importantes, como son su investidura, después de las elecciones de julio de 2023, y la de Salvador Illa, el pasado agosto. En el Congreso, el PSOE supo tejer sus alianzas e iniciar la marcha, aunque con esta característica, consistente en que está más tiempo parado que circulando. Las relaciones con los partidos independentistas son bastante complicadas. La investidura de Isla ha sido, en el fondo, más difícil, porque el gobierno ha tenido que prometer avances y adquirir compromisos que quizá no pueda cumplir. La importancia de los congresos de Junts y ERC deriva de este hecho. El PSOE confía en que una vez decidido el reparto de poder interno de estas dos fuerzas políticas, y aprobadas sus estrategias, se pueda ver algo más claro cuál es el curso que tendrá el que resta de legislatura, que es mucho, casi tres años. Los contactos se mantienen pero los resultados son inciertos. Por eso, en definitiva, el gobierno no ha querido enseñar sus cartas en materia de financiación autonómica.
El acuerdo para la financiación ERC-PSOE
Pese a que la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha tenido ya muchas ocasiones para explicar con detalle los acuerdos con ERC sobre el cambio hacia un modelo singular para Catalunya, se ha guardado mucha información, sencillamente porque gobierno cree que no ha llegado el momento de ponerla sobre la mesa. Lo que está haciendo es dar pistas, pero no siempre pacíficas ni clarificadoras. El último fue decir que el acuerdo sólo prevé que la Generalitat recaudará el 100% del IRPF en el 2026, para añadir que el pacto también implica la "vocación" de hacer lo mismo con "la mayor parte" del resto de los impuestos, pero "a lo largo del tiempo". Todo esto recuerda lo de la ambigüedad calculada. Pactar vocaciones es más o menos cómo pactar objetivos, porque no compromete a mucho.
¿Habría sido posible echar por el derecho, aprobar medidas singulares para el caso de Catalunya, y facilitar por esta vía el apoyo de los partidos independentistas a los presupuestos de 2025 ya las votaciones previas a su presentación? El gobierno está convencido de que no se daban las condiciones para avanzar por ese camino. Entre Junts y ERC hay un juego de control y fuego cruzado que no ayuda a los socialistas, pero que tampoco los traba. En el fondo, Sánchez puede dedicarse a contemplar el espectáculo de división que ofrecen junteros y republicanos cuando suben a la tribuna de oradores del Congreso, con la tranquilidad que le proporcionan sus reproches y acusaciones mutuas. Sabe que por ahora no colaborarán para echarlo.
La agenda internacional de Sánchez
Sánchez se dedica en estos momentos con intensidad a la actividad internacional, un frente que también es conflictivo, pero que le permite colocarse en otro rango, en un estatus y en un nivel de liderazgo más alejado de los encontronazos de la política doméstica. Cierto es que el PP lo reconduce todo al terreno de su estrategia de oposición, pero en este ámbito el titular de Exteriores, José Manuel Albares, le hace de escudo a su jefe. Se vio en el caso de las tensiones con Venezuela y apenas ha hecho falta en el del conflicto con México por la exclusión del rey Felipe VI de los actos de toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum. Para Sánchez es mucho mejor estar en la tribuna de Naciones Unidas para pronunciar un discurso dedicado a señalar los peligros de las guerras en curso y la necesidad de preservar los sistemas democráticos que tener que pasar toda una mañana escuchando argumentos repetidos y volver a oír que España y el derecho a la igualdad se rompen. Seguro que pensó que mejor dejar ese trabajo en manos de María Jesús Montero, que disfruta mucho peleándose con el PP. Ahora bien, nada más regresar de Estados Unidos continuó su ronda de contactos con presidentes autonómicos. En teoría, para abrir el diálogo y escuchar sus planteamientos sobre la financiación de los territorios. En la práctica, para seguir ganando tiempo, sin iniciar una negociación multilateral que ahora no llegaría a ningún acuerdo útil.
ERC y sobre todo Junts nos dicen que seguirán presionando al gobierno y que su apoyo debe ser fruto de un diálogo con resultados tangibles. Pero no tiene mucho sentido que dediquen sus intervenciones en el Congreso a arrancarse la piel. Para el gobierno es una ganga. Durante la última comparecencia de la vicepresidenta Montero, el rifirrafe entre Gabriel Rufián (ERC) y Josep Maria Cruset (Juntos) convirtió por un rato el Congreso en una segunda cámara de Catalunya, y mostró el abismo que separa a los dos partidos. Este factor incrementa el interés en sus respectivos congresos, porque pone de manifiesto la conveniencia de que revisen sus planteamientos y estrategias si no quieren seguir debilitándose. Mientras el PP se centra en impedir discrepancias entre sus varones y al denunciar en el Congreso que la característica indiscutible del pacto es la insolidaridad. Más les interesa a todos estar atentos a las advertencias de la propia Montero sobre la conveniencia de armonizar ciertas figuras impositivas. Por contraste, durante el acto organizado por la delegada de la Generalitat en Madrid, Núria Marín, para celebrar la Diada pocos días después del Onze de Setembre, Illa dijo que en los próximos meses hará una ronda de visitas a las comunidades autónomas para escuchar y explicarse. Será interesante comprobar si algunos le dicen en la cara lo que declaran frente a los micrófonos.