Entrevista

Pablo Echenique: "No darte cuenta de que España es un país plurinacional es no entender España"

Portavoz de Unidas Podemos en el Congreso

5 min
Pablo Echenique durante la entrevista con el ARA

MadridPablo Echenique (Rosario, 1978) es doctor en física y ahora portavoz de Unidas Podemos en el Congreso. Acaba de publicar el libro Memorias de un piloto de combate (Arpa), un relato político pero también de cómo es vivir con una discapacidad de casi un 90%.

El libro es político y personal a la vez, y en el capítulo No poder lavarse el culo explica su día a día. ¿Cómo es la vida de un diputado cascao, como se autodenomina?

— Lo más delicado son las primeras horas del día. Te tienen que ayudar a levantarte, a ir al baño, ducharte, vestirte, sentarte en la silla. Tengo que estar muy bien sentado para no hacerme daño y aguantar todo el día. Por el resto, la clave es encontrar trucos. Soy muy pragmático. No puedo tocar la pantalla de la tablet: pues dictado de voz o un ratón. No puedo tener tarjetas de papel en una rueda de prensa o en un discurso en la tribuna: pues tiro de memoria o utilizo un teleprompter en la tablet. Puedo hacer menos cosas que una persona sin problemas de movilidad, esto me obliga a escoger mejor.

En el libro demuestra que se toma su discapacidad con humor. Pero también ha habido altibajos. Por ejemplo, explica su miedo a rechazar ser querido, a tener pareja.

— Sí. No me encaja el relato habitual de ejemplo de superación: "A pesar de las dificultades, Echenique ha salido adelante siempre con una sonrisa". La vida no es así y hay momentos difíciles. Sobre todo en la adolescencia, porque la lógica competitiva del capitalismo ha infectado también las relaciones de pareja. Hay quien piensa que tiene más valor porque tiene un reloj caro o una pareja más guapa. Por eso, cuando tienes una discapacidad, es mucho más difícil tener relaciones afectivas. Tenía miedo al rechazo, pero lo acabé superando.

Y después se casó.

— Sí.

Se queja de que el Congreso no está plenamente adaptado para las personas con discapacidad. ¿Con qué problemas se encuentra?

— Fundamentalmente, en el hemiciclo. Lo primero que se me propone es una cosa que no es aceptable: estar en el gallinero, donde se tenía que subir con un montacargas, cosa que puede poner en riesgo votaciones si llego tarde porque no funciona. Intento que el escaño y la tribuna se puedan adaptar. Me encuentro con obstrucciones administrativas y falta de voluntad política por parte de la presidenta [del Congreso]. El argumento del patrimonio histórico no me parece más importante que el derecho a la participación política de las personas con discapacidad.

¿Lo han tratado con condescendencia?

— En la vida privada, sí. Hay gente que se equivoca en la manera de tratarte. A veces, cuando vas a comprar acompañado de alguien, el dependiente, en vez de dirigirse a ti, se dirige automáticamente a la persona que te acompaña. En la vida política, no. En Podemos sí que nos hemos encontrado con condescendencia política.

Se califica de idiota político hasta los 30 años. El primer partido al que se acerca es Cs. ¿Cómo cambia su percepción sobre Catalunya?

Idiota, en griego, quiere decir que no te preocupas por los asuntos públicos. Tu ideología no es el centro, porque no tienes anticuerpos políticos. Absorbes sin querer la ideología mayoritaria que te viene a través de los medios de comunicación masivos. Y en España uno de los vectores principales de politización ha sido demonizar los nacionalismos vasco y catalán. Me entraba en vena la ideología dominante y era antinacionalista. Cuando me politizo me doy cuenta de que estaba equivocado. No soy independentista, Podemos no lo es, pero respeto a los partidos independentistas. Defendemos el derecho a decidir, que se expresen tanto el pueblo catalán como el vasco. Defenderemos que sigan formando parte de España quizás con más cuotas de autogobierno o con otra estructura institucional en la que los dos estén cómodos.

Pero ¿hubo algo que lo llevó al clic para hacer el cambio?

— Con Catalunya, el hecho de ser aragonés. He viajado mucho a Catalunya y una parte del discurso que me molestaba profundamente era esta cosa de españolazo de ir a Barcelona y enfadarte porque te hablen en catalán. Me encanta que me hablen en catalán. Es normal que alguien se dirija a ti en su lengua materna en su ciudad sin saber si tú eres catalán o no. Tú le contestas como puedes y máxima cordialidad. Esto ya me rechinaba muchísimo desde el principio, me parecía de una agresividad injustificada. No darte cuenta de que España es un país plurinacional es no entender España, es una ficción.

Una de las críticas del independentismo es que Podemos fue equidistante el 1-O. ¿Lo comparte?

— No. Cuando se aplicó el 155, lo denominé "golpe a la democracia". Y la agresión de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado a la gente indefensa en los colegios electorales fue para nosotros una bestialidad. Contrastó con el 9-N, cuando acompañé a Jaume Asens a votar. Como Rajoy decidió no golpear a la gente con porras, fue una jornada festiva, no se acabó el mundo, no se rompió nada. Podemos forzó la declaración de Zaragoza, donde estuvieron partidos catalanes y vascos, para apostar por el diálogo y la desjudicialización del conflicto cuando estaba en su punto álgido.

¿Cómo se llega a un referéndum pactado?

— Es complejo y fundamentalmente depende de la correlación de fuerzas. ¿El gobierno de España habría reorientado la relación con Catalunya como ha pasado estos años si Podemos no estuviera aquí? No. Si tuviéramos más fuerza se habría ido un poco más allá. El PSOE es reticente a andar este camino. Podemos está más dispuesto a hacerlo. También depende de la fuerza que tiene el independentismo.

¿Ha servido la reforma del Código Penal?

— El poder judicial también juega. Y en España tenemos un problema. La voluntad del gobierno ha sido clara en la dirección de desjudicializar el conflicto, pero claro, Marchena hace política.

¿Cómo se soluciona la rebaja de penas por la ley del solo sí es sí?

— El PSOE decide que se tiene que modificar la escala de penas, pero no podemos aceptar volver al criterio de la violencia y la intimidación. El ministerio de Igualdad está predispuesto a negociar, pero el PSOE no quiere y no lo entendemos.

¿Es posible el entendimiento con Errejón dentro del proyecto de Yolanda Díaz?

— No es fácil, pero lo veo posible porque ya no tenemos el problema de estar disputándonos el control de una única organización.

¿Es una posibilidad real que Podemos no llegue a un acuerdo con Yolanda Díaz y se presente en solitario?

— No lo concibo. Tenemos la obligación de llegar a un acuerdo.

¿De momento no se plantea volver a la vida de científico?

— Me gustaría volver más pronto que tarde.

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