La oportunidad del eterno sucesor

El presidente gallego llega a lo alto del PP después de años en las quinielas

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El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo.

BarcelonaHa tenido que esperar más de lo que había imaginado, pero desde ayer Alberto Núñez Feijóo (Ourense, 1961) ha cumplido la profecía que decía desde ya hacía mucho tiempo que algún día lideraría el PP. No fue a la primera -cuando en 2016 en pleno bloqueo en el Estado algunos miraban hacia Galicia en busca de alguien que relevara a Mariano Rajoy- ni a la segunda -cuando ya en 2018 la corrupción hacía caer al expresidente español y se abría la carrera para la sucesión en el partido-, pero sí a la tercera. La crudeza de la inesperada guerra abierta entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso ha brindado al presidente gallego el escenario que siempre había deseado: una alfombra roja que lo hiciera aparecer como la esperanza para salvar el PP.

Porque este ha sido siempre uno de los relatos que han alimentado al nuevo líder de los populares en el Estado; el de ser alguien capaz de unir sensibilidades. Nacido en Os Peares -una villa dividida entre dos provincias (Ourense y Lugo), cuatro ayuntamientos y tres ríos-, Feijóo ha presumido siempre de valorar la unidad, que ya fue una de sus principales obsesiones cuando sustituyó a Manuel Fraga en el frente del PP gallego y tuvo que conjugar las dos almas del partido: los de la boina -en alusión a los dirigentes surgidos del mundo rural- y los del birrete -como se conocían despectivamente a los dirigentes formados en las universidades de las principales ciudades gallegas-. Ahora tiene por delante el reto de recoser un partido todavía en choque por la batalla fratricida que hizo caer a Casado.

Para hacerlo cuenta con la autoridad que le da dentro de la formación el hecho de haber obtenido cuatro mayorías absolutas en Galicia -la primera en2009, en uno de los momentos más bajos del partido- y el rol de faro del partido que ha ejercido siempre que ha habido debates relevantes entre las filas populares. A Feijóo le gusta dosificar sus intervenciones para darles una gravedad añadida, por eso es una incógnita cómo gestionará ahora la mayor exposición que comporta inevitablemente el cargo y que ya le ha jugado malas pasadas durante su gira por el Estado, con algún resbalón.

La otra incógnita es quién será el hueso de Feijóo en el PP. “El círculo de Feijóo es Feijóo”, subrayan con ironía los veteranos del partido para explicar las maneras herméticas del nuevo líder del PP, que tiene como guardia pretoriana un equipo muy reducido comandado por su jefa de comunicación, Mar Sánchez, y que lo ha acompañado a lo largo de toda su carrera desde que dio el salto a la administración de José María Aznar primero -con cargos en el Insalut y Correos- y a la Xunta después como consejero, vicepresidente y finalmente presidente.

La mancha en el expediente

El aterrizaje ahora en la política estatal reavivará también la polémica por su relación de amistad con el narcotraficante Marcial Dorado, con quien en 1995 compartía vacaciones en bañador en una barca. La mancha de crema solar de aquella foto que encontró la Guardia Civil en 2004 en la casa de Dorado y que publicó El País en 2013 se fue extendiendo hasta convertirse en la principal sombra de su trayectoria y el arma con la que aspiran a desgastarlo el resto de los competidores.

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