El Opus Dei y las dos almas de la derecha judicial
La asociación de jueces afín al PP mantiene un férreo control del bloque conservador en la cúpula judicial, con vínculos religiosos
MadridEn la cumbre mundial de actores de extrema derecha que Vox organizó en Madrid el pasado mayo, el presidente argentino, Javier Milei, llamaba a luchar unidos contra el “socialismo cancerígeno” y lo que él llama los zurdos. También en el PP se suele cerrar filas a pesar de las diferentes sensibilidades, porque se tiene claro quién es el adversario. Esta máxima en la derecha política se reproduce también en el plano judicial: en el sector conservador conviven dos almas que, a la hora de la verdad, no permiten fisuras. De la misma manera que Borja Sémper y Cayetana Álvarez de Toledo coexisten, en la asociación de jueces afín al PP, la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), han podido convivir tanto Pablo Llarena y María Jesús del Barco –perfiles muy duros – como Manuel Almenar, alguien con quien una magistrada progresista consultada por el ARA considera que podría coincidir en un 60% de planteamientos.
Por esta unidad de acción que muestra el bloque de la derecha en los órganos judiciales de carácter político, básicamente el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el Tribunal Constitucional (TC), una de las fuentes consultadas pone en duda l existencia de dos almas –una moderada y otra más inflexible–. En cualquier caso, propone una división más extrema: entre los que son del Opus Dei y los que no, dado que no es menor el número de jueces vinculados a esta institución religiosa. Un peso importante de la sala tercera del Tribunal Supremo recae en José Luis Requero, miembro, como Ignacio Sancho, que podría optar a la presidencia de la sala primera. Si finalmente lo consigue, será indicativo del perfil de magistrado por el que apuesta el bloque de la derecha del CGPJ por liderar la sala que se ocupa de los asuntos del ámbito civil. Otro nombre destacado vinculado al Opus era el de Andrés Ollero, ex diputado del PP y después magistrado del TC (2012-2021).
El Proceso: "regreso a la caverna"
Hace aproximadamente una década, cuando Alberto Ruiz-Gallardón era ministro de Justicia en el gobierno de Mariano Rajoy, se propusieron algunas reformas a la ley orgánica del poder judicial que contaron con el rechazo de todas las asociaciones de jueces. Un veterano magistrado apunta a que eso provocó convulsiones internas a la derecha. Posteriormente, la llegada del Proceso "provocó una reacción en sentido contrario", también de sectores más centristas e incluso progresistas, asegura, y la derecha "volvió a la caverna". En el anterior CGPJ había perfiles más "institucionales" como Juan Martínez Moya o Juan Manuel Fernández, pero la línea dura contra el gobierno español que marcaba al vocal José María Macías –ahora en el TC– es la que acabó imponiéndose en el blog conservador. El último presidente en funciones del órgano de gobierno de los jueces de antes de la renovación, el abogado vasco Vicente Guilarte, descrito por uno de sus miembros como "liberal" y de una derecha "laica", sería el Borja Sémper de los jueces, y el polo opuesto de alguien como Macías.
De hecho, en la carrera judicial empieza a percibirse simpatía por Vox, pero como no se ha articulado ninguna organización afín a la formación de Santiago Abascal, es difícil dimensionar el fenómeno. Y el reparto de cromos de PP y PSOE en la cúpula judicial hace que el APM y el partido de Alberto Núñez Feijóo tengan la sartén por el mango. En el nuevo CGPJ se encuentran hasta siete vocales miembros de la APM, con nombres del alma radical como José Antonio Montero, Alejandro Abascal, José María Páez y Gema Espinosa, pareja de Llarena. "Hasta ahora, en las grandes decisiones que hemos tenido que asumir, sí se ha impuesto el sector más vinculado a la APM", subraya un miembro del bloque progresista del actual órgano de gobierno de los jueces.
En las negociaciones para escoger la nueva presidencia, que finalmente recayó en la catalana Isabel Perelló, algunos vocales percibieron que en el bloque conservador había partidarios de respetar el acuerdo PSOE-PP de situar a una mujer miembro del asociación progresista Jueces para la Democracia –acabó siendo así– a cambio de que Macías ocupara la plaza vacante que había en el TC, y otros que intentaron torpedearlo insistiendo con el nombre del magistrado Pablo Lucas. "A la hora de la verdad, actúan de forma monolítica. Se reúnen con frecuencia y fijan la estrategia. Como tienen claro quién es el enemigo, quienes se quedan en minoría la respetan", describe este vocal del blog progresista .
Relaciones personales
Las fuentes consultadas coinciden en que la convivencia de distintas sensibilidades es consustancial a la gran mayoría de grupos humanos, y que también sucede en la órbita progresista. En Jueces para la Democracia hay jueces no tan afines al PSOE y otros que han entrado en el nuevo CGPJ que apuestan por evitar críticas al ministerio de Justicia que sí se producían en el anterior mandato, asegura una fuente que conoce el CGPJ. A menudo, más allá de cuestiones políticas, las relaciones personales terminan condicionando también la elección de cargos en la cúpula judicial. Por ejemplo, la derecha vetó a Pilar Teso y Ana Ferrer por presidir el órgano de gobierno de los jueces, porque se las considera cercanas a la Moncloa y al presidente del TC, Cándido Conde-Pumpido. Además, en los pasillos judiciales se dice que el voto particular de Ferrer sobre la aplicación de la amnistía a los líderes del Proceso ha molestado a Manuel Marchena, que tiene poder a la derecha judicial. Por último, Perelló surgió como nombre de consenso. Tiene amistad con Almenar, de quien se dice que aconseja a Feijóo en materia judicial, y con la ministra y juez Margarita Robles.