La primera Diada sin el soberanismo en el poder

Partidos y entidades independentistas afrontan la movilización divididos por la presidencia de Salvador Illa

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La manifestación de la Diada

BarcelonaCualquier persona que consulte la hemeroteca de hace diez años comprobará que el ciclo político en Catalunya se ha girado como un calcetín. En la Diada del 2014 el independentismo afrontaba la consulta del 9-N como la definitiva, salía a las calles en masa para hacer la V en la Gran Via y en la Diagonal de Barcelona –"Presidente, ponga las urnas", reclamó Carme Forcadell al entonces president, Artur Mas–, y el PSC era la tercera fuerza en el Parlament, por detrás de CiU y ERC, con 20 diputados. Diez años después, son los socialistas quienes gobiernan la Generalitat en solitario y el independentismo afronta su primera Diada después del Proceso fuera del poder: no gobierna en Catalunya, tampoco en el Ayuntamiento de Barcelona y la institución más grande que dirigen Junts y ERC es la Diputación de Girona –los republicanos lo hacen en Tarragona y Lérida, pero con el PSC.

Tampoco las diez primeras ciudades más pobladas están en manos soberanistas, ya que la mayor localidad encabezada por los independentistas es Girona, con la coalición liderada por Lluc Salellas (Guanyem), seguida de Sant Cugat (Juntos) y Manresa (ERC) . De hecho, es la primera vez desde 1984 que los nacionalistas –contados como CiU y ERC– no suman mayoría en el Parlament. Todo ello como resultado de un ciclo electoral histórico del PSC que ha llevado a Salvador Illa a la Generalitat –que en su primer discurso en un Once de Septiembre ha reivindicado la "pluralidad" de Catalunya– y después de años de caída electoral de las fuerzas independentistas. "La Diada nos pertenece a todos los catalanes ya todas las catalanas", se ha estrenado diciendo Salvador Illa.

La relación con el PSC

Hay un dato que habla por sí sola: desde las elecciones del 21 de diciembre de 2017, Junts, Esquerra y la CUP han perdido 1,2 millones de votos. Es en este contexto que la ANC, y también Òmnium y el resto de entidades independentistas, llaman este miércoles a la movilización para enviar un mensaje: que pese a no tener poder institucional y la desafección entre la base y los partidos políticos, independentismo todavía goza de músculo en la calle. Éste es el principal reto que tienen para esta Diada las entidades civiles, teniendo en cuenta que, en las últimas elecciones, muchos independentistas decidieron quedarse en casa.

Pero, más allá del temor a la desmovilización, existe otro fantasma que desde hace tiempo persigue el independentismo: la división. Pese a haber estado siempre latente durante el Proceso, ahora la fractura es más profunda que nunca. Esquerra ha facilitado la investidura de Salvador Illa –después de un intenso debate interno y una consulta ajustada a la militancia– mientras la CUP y Junts le acusan de avalar un gobierno "españolista".

Por este motivo, uno de los focos mediáticos de la jornada será cómo los manifestantes reciben a los dirigentes republicanos. Los encargados de comprobarlo serán los secretarios generales adjuntos, Marta Vilalta y Juli Fernández, en lugar de las primeras espadas de ERC. La secretaria general, Marta Rovira, que es quien rubricó el pacto con los socialistas, tiene agenda fuera de Catalunya –según fuentes del partido– y tampoco hará acto de presencia el ya expresidente Pere Aragonès. Oriol Junqueras, que ya no ocupa la presidencia del partido, nada ha anunciado. Por parte de Junts, estará la plana mayor de la formación –será el secretario general, Jordi Turull, el encargado de dar su mensaje–, mientras que la CUP enviará a la diputada Pilar Castillejo y estará centrada en los actos que realiza la izquierda independentista. De hecho, tras la movilización de la ANC, también está convocada una marcha del soberanismo alternativo, que será el colofón de una jornada que pondrá en marcha con la tradicional ofrenda a Rafael Casanova del Govern, encabezada por el presidente, Salvador Illa.

El jefe del ejecutivo catalán también tendrá agenda de reuniones, ya que a las siete y media está previsto que se encuentre con la presidenta del Congreso, Francina Armengol, en el Palau de la Generalitat. Terminará el día acompañado del Govern en pleno al acto institucional en las fuentes de Montjuïc, una escenificación que el Govern ha querido mantener como la diseñó el ejecutivo de Aragonès. El gesto simboliza una evidencia: que, pese a la voluntad de Isla de pasar página y la debilidad del soberanismo, no puede prescindir de los independentistas. La viabilidad de su presidencia depende de la suerte de la financiación singular pactada con Esquerra, así como la supervivencia de Pedro Sánchez en la Moncloa está ligada no sólo al apoyo de los republicanos sino también a la alianza con Junts. El Proceso ha terminado y el independentismo está fuera del poder, pero sigue condicionando la gobernabilidad en Catalunya y en el Estado.

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