El PSC hace bandera de los cinco años de apuesta por Pedro Sánchez

Los resultados y el poder del partido se han multiplicado desde que ligó su futuro al del líder del PSOE

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Los ministros Raquel Sánchez y Miquel Iceta, junto al líder  del PSC, Salvador Illa, a la Fiesta de Rosa

BarcelonaLas efemérides en política ayudan a rememorar grandes decisiones, plenos históricos o pactos relevantes, pero también sirven, y especialmente en el terreno de las declaraciones, para hacer balance de la acción de gobiernos y partidos. En el caso del PSC, una figura como la de Miquel Iceta, avezado a los discursos llamativos, ha dejado toda una serie de pronunciamientos marcados en el calendario. El 24 de septiembre de 2016 hubo uno paradigmático: “Pedro, ¡mantente firme! ¡Libéranos de Rajoy y del PP! ¡Libéranos, por dios, libéranos de ellos!”, clamaba el líder socialista desde el escenario de la Fiesta de la Rosa. “¡Estamos contigo!”, añadía. Los socialistas catalanes, entonces relegados a la tercera fuerza en el Parlament con tan solo 16 diputados, ligaron aquel día su futuro al de Pedro Sánchez. Y hoy, cinco años después, han vuelto a la Pineda de Gavà mostrando el resultado de aquella decisión: son el primer partido de Catalunya, disfrutan de cuotas de poder en el Estado impensables hace un lustro y la Moncloa explora la vía del diálogo que tanto habían pregonado. La asignatura pendiente, vetada de momento por la mayoría independentista, es volver a la Generalitat.

A la edición de este año de la tradicional fiesta del PSC, semipresencial y con solo 500 personas a raíz de la pandemia, no ha asistido Sánchez –pendiente de la evolución del volcán de La Palma– ni tampoco ningún dirigente del PSOE. Pero al escenario han subido dos ministros: Iceta, ahora al frente de Cultura y Deportes, y Raquel Sánchez, la titular de Transportes y exalcaldesa de Gavà. Junto con Salvador Illa, exministro de Sanidad durante la pandemia y líder de facto del PSC –está previsto que sea nombrado oficialmente en diciembre– formaban una alineación que demuestra el peso político conseguido por el partido a raíz de la apuesta que hizo aquel sábado de 2016. Los ruegos de Iceta hicieron efecto y el ahora presidente español se mantuvo firme en el no a la investidura de Rajoy, una posición que le costó la secretaría general del PSOE. La recuperaría en ocho meses gracias al apoyo masivo del PSC –que auguraba un futuro desastroso si Susana Díaz se ponía al frente de Ferraz–, y depués de un año cumplía la principal de las peticiones del socialista catalán: expulsó al PP de la Moncloa gracias a una moción de censura avalada por una mayoría progresista. La supeditación a los designios de la sede de la madrileña calle de Ferraz, donde el PSC fue premiado con más influencia, se consolidó entonces como la estrategia para escalar posiciones y ganar centralidad en Catalunya y el Estado.

Los ministerios y numerosos altos cargos gubernamentales (Francesc Vallès, secretario de estado de Comunicación, ha sido una de las últimas incorporaciones), institucionales (Meritxell Batet, que también fue ministra de Sánchez, preside el Congreso) y el frente de compañías estatales como Aena (Mauricio Lucena) o Renfe (Isaías Taboas) han ido acompañados de un crecimiento progresivo en las urnas después de años de travesía por el desierto. Y el colofón llegó, ya con Illa de candidato, con la victoria en votos en las últimas autonómicas (14-F), un hito que el partido no conseguía desde 2003.

A pesar de no tener suficientes apoyos para poder gobernar, la apuesta por el diálogo made in Iceta ha sido asumida con más o menos intensidad por Sánchez en los últimos años. No ha escatimado en posiciones duras contra el independentismo, como la amenaza del 155 que en septiembre de 2019 blandió, precisamente en la Fiesta de la Rosa, antes de la sentencia del Procés, o el veto a la interlocución con el president Quim Torra durante las protestas posteriores. Después de los indultos a los presos políticos y con la mesa de diálogo reactivada, en todo caso, el PSC ve estas idas y venidas como un mal menor fruto de contextos electorales o equilibrios por la presión de la derecha o de los barones socialistas más jacobinos.

Doble congreso a la vista

El futuro más inmediato de este idilio pasa por el congreso del PSOE, que se celebrará en Valencia del 15 al 17 de octubre -este domingo se ha anunciado que con la presencia de todos sus presidentes del gobierno español (es decir, Sánchez, José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González). A pesar de la remodelación de la dirección prevista por Sánchez, en consonancia con la crisis de gobierno que provocó en verano, fuentes del PSC confían en que el partido saldrá de la cita “reforzado” en Ferraz. La principal novedad de peso será la incorporación en la ejecutiva federal de Eva Granados, que esta semana tendría que ser nombrada senadora en el Parlamento para ejercer de portavoz de los socialistas en la cámara alta. A la espera de saber si los socialistas catalanes tendrán más lugares reservados en el puente de mando, fuentes del partido le restan importancia y destacan que la influencia en el PSOE ya es un hecho. Sánchez tiene un contacto fluido y máxima confianza con Illa, a quien ungió para hacer fuego nuevo en el PSC e intentar ganar la Generalitat. Tanto este ambicioso objetivo como la continuidad socialista en la Moncloa dependerán en buena medida de un mismo factor: el entendimiento con ERC. La aritmética manda y esto garantiza que el futuro de Sánchez y el PSC, al menos en términos de objetivos, siga ligado hasta nuevo aviso.

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