Puigdemont y Sánchez sujetan el puente

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Pedro Sánchez hablando en la 78a Sesión de la Asamblea General de la ONU

BarcelonaPedro Sánchez parece decidido a cruzar el puente colgando sobre el río, pese a los cocodrilos –quizás sería más conveniente hablar de dinosaurios, teniendo en cuenta que entre ellos se encuentran Alfonso Guerra y Felipe González– que le esperan enseñándole los dientes. El miércoles, desde la Asamblea General de la ONU, el presidente español dio el primer paso para cruzar la pasarela y, aunque sin mencionarla, abrió la puerta a una amnistía para el Procés.

A estas alturas del sanchismo parece mentira cómo el PP aún no ha entendido que, más allá de los sospechosos habituales, nada cohesiona más a los socialistas que a los ataques furibundos de la derecha. Sánchez ha hecho de los aspavientos conservadores la palanca de sus decisiones más complejas, y hoy, mientras el PP se manifiesta contra la amnistía en Madrid, él estará en Catalunya para participar en la tradicional Fiesta de la Rosa del PSC. Allí habrá que ver si sigue dando pasos en esta travesía hacia una investidura de la mano del independentismo.

El riesgo para Sánchez, sin embargo, es que una vez puesto un pie en el puente es muy difícil dar marcha atrás. Aunque el 23-J mostró que el miedo a Vox pesaba más que el desgaste por los gestos con el independentismo, el presidente español sabe que si la negociación finalmente fracasa la losa de haber puesto sobre la mesa una amnistía puede ser definitiva en una repetición electoral. Dicho de otro modo, los sapos siempre se tragan mejor si uno gobierna, y Sánchez necesita tiempo para que, como ya ocurrió con los indultos, una parte de sus votantes puedan digerir otra medida de gracia. Esta es una de las fortalezas con las que ERC y Junts afrontan la negociación.

Sánchez no ha sido el único que esta semana ha puesto un pie en el puente. También Carles Puigdemont ha demostrado que está dispuesto a cruzar la pasarela y, por si alguien en su partido tenía la tentación de intentar derribarla a raíz del aplazamiento de la elección del catalán como nueva lengua oficial de la UE , salió a enaltecer los esfuerzos que está haciendo el gobierno español. Junts, pues, quiere mantener viva la negociación, aun sabiendo que el coste de dar marcha atrás crecerá a medida que la amnistía se concrete. Porque en torno a Puigdemont hay mucha gente afín que anhela liberarse de la losa de los tribunales y porque, más allá de las “soluciones personales”, el expresidente también es consciente de que la represión ha atenazado hasta ahora al movimiento independentista, incapaz de encontrar horizontes más allá.

En cuanto a ERC, la pasarela ya está aferrada desde la pasada legislatura y solo los nervios por los malos resultados la pueden hacer tambalear. Necesitará, eso sí, su dosis de protagonismo, que el PSOE deberá saber darle con la amnistía. Pero todo esto llegará después de que Alberto Núñez Feijóo haya puesto el miércoles fin a la ficción de su investidura. También él empezará a ver entonces a los cocodrilos que le esperan debajo, mirándolo desde el río.

_BK_COD_ LOS DETALLES DE LA SEMANA

1.
El Parlamento se pone a punto
Façana del parlament de Catalunya

El Parlament acoge a partir de este martes el debate de política general y los operarios de la cámara ya trabajan para tenerlo todo listo antes de que tome la palabra Pere Aragonès. Este viernes, por ejemplo, se les podía ver apresurándose a arreglar un sillón roto de la sala de prensa desde donde los periodistas siguen el pleno. No es la primera vez que una de estas sufridas butacas cede.

2.
Un apunte personal
La façana de la nova seu de l'ARA al barri del raval de Barcelona.

Si me permite el apunte personal, esta ha sido la última página de los Pasos perdidos que escribo como jefe de política. Ha sido un privilegio estar allí y espero que de vez en cuando hayan encontrado claves o curiosidades que le hayan ayudado a entender un panorama político a menudo más envenenado de lo que nos gustaría. Es hora de afrontar nuevos retos en otras páginas de este diario imprescindible que es el ARA. ¡Nos leemos!

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