La represaliada que ha recuperado la urna del 1-O que le quitó la Guardia Civil
La operación Volhov se saldó con la detención de la republicana Marta Molina y la sustracción del receptáculo
Barcelona1.776 días. Éste es el tiempo exacto que ha tardado el exdirigente de ERC Marta Molina en recuperar la urna del 1-O que presidía su comedor. Lo hizo hace tres semanas, cuando acudió a la Audiencia Nacional a tomar las pertenencias que la Guardia Civil le requisó en el registro de su piso en el marco de la operación Volhov, la supuesta trama rusa del Proceso ya archivada. Tras pasar dos noches en el calabozo y una investigación de 4 años, 10 meses y 11 días de "pesadillas y sufrimiento gratuito", la exsecretaria de Movimientos Sociales de los republicanos se fotografiaba con la urna, contenta, a la salida del tribunal el pasado 8 de septiembre. No ha sido un camino llano. Recuperarla ha sido toda una odisea.
Todo ello empezó el 28 de octubre del 2020. Cuatro agentes de la Guardia Civil llamaron a la puerta de su domicilio a pocos minutos de las ocho de la mañana, en una operación coordinada que se saldó con 21 detenciones. No escuchó el timbre porque salía de la ducha. Le llamaron al móvil, y al preguntársele si estaba en casa, le avisaron de que si no abría tirarían la puerta al suelo. "Me enseñaron la orden de registro y cuando vi el listado de nombres, vi que la cosa iba en serio", señala.
Le revisaron toda la casa y se llevaron móviles y ordenadores, algunos lápices electrónicos y la urna que tenía en casa desde el 1-O. "Solo entrar, cuando la vieron, pusieron la cara de tener que ir al lugar correcto y cuando la cogieron, les dije que era un caja de plástico, que aquello no era ninguna prueba, pero ellos me respondieron «Nos la quitamos igualmente»". Era una urna que se había utilizado en el Baix Llobregat durante el referéndum, pero no era de su pueblo, Sant Joan Despí, de la que fue concejala del 2003 al 2007. A ella también se lo llevaría la Guardia Civil.
Los dos días que estuvo en el cuartel de Travessera de Gràcia fueron duros, pero el trato fue correcto. Cerrada en una celda de metro y medio por dos, sola, el tiempo le pasó muy lento, como nunca en toda su vida, y en algunos momentos se hundió. "Sabía que era una detención política, pero es inevitable que el jefe te traicione y pienses en el peor de los escenarios, con el recuerdo del gobierno encarcelado", confiesa.
Pasadas 48 horas, a ella y al resto de investigados como Xavier Vendrell, David Madí, Oriol Soler o Josep Lluís Alay les dejaron en libertad con cargos. Sólo unos días después de su detención, en casa, ya tenía otra urna del referendo. Tras denunciar en un tuit la sustracción de la urna por parte de la policía española, unos amigos le trajeron otra. "«Tenemos un regalo para ti», me dijeron, cuando vinieron a verme», explica emocionada.
La sacudida llegaría unos meses más tarde. El juzgado de Barcelona envió el caso a la Audiencia Nacional, donde la causa contra Tsunami Democrático estaba abierta desde hacía tiempo por terrorismo y que comandaba al propio juez de la operación Judas de los CDR, Manuel García Castellón. "Sentían rabia de lo que había hecho este país el 1-O, no pudieron abrir ninguna causa y no encontraron ninguna urna ni papeleta, sólo cuatro sobres. Nos tenían ganas, y la venganza son las operaciones Volhov y Judas, donde nos acusan del delito más grave: terrorismo", denuncia.
La exdirigente republicana saca pecho que la causa se cerrara, por un defecto de forma, gracias a las alegaciones de su abogada, Marina Roig, quien notificó que García Castellón había pedido una prórroga fuera de plazo, 24 horas más tarde. "No se aceptó hasta el tercer recurso y entre el segundo y el tercero se aprobó la ley de amnistía, lo que me hace sospechar que se validó porque preferían que cayera por un defecto de forma que por la ley de amnistía, pero es de justicia poética que mi recurso hiciera caer la causa", dice Molina.
Lista judicial sin la urna
Cuando se archivó la causa, solicitó que le llevaran sus pertenencias a un juzgado de Catalunya, pero lo rechazaron. La sorpresa llegó cuando le pasaron la lista de lo que se habían llevado de su casa y la urna no estaba. "Mi abogada me dijo que no me la darían, pero le dije que era mía y que la quería". Roig hizo su trabajo. "Es muy persistente", subraya Molina. Lo pudo comprobar cuando habló con la funcionaria de los juzgados de la Audiencia que le atendió. "'Tú eres la de la urna, qué pesados, ya no sé dónde buscarla', me decía la funcionaria, que tenía pocas ganas de trabajar porque acababa de llegar de vacaciones, como me confesó". Finalmente, la encontraron en un rincón lleno de polvo: "Me emocioné, no podía creerlo que la volviera a tener".
Los ordenadores ni los ha abierto. "La urna era lo importante". No en vano, en esa urna, hace siete años, los catalanes ejercieron –dice– su derecho a decidir desafiando al Estado en una embestida que solo podrá repetirse –resalta– si los partidos están "alineados" y "se cambian los liderazgos" de los dos grandes partidos. La urna que ha recuperado está en buen estado, pero está llena de pegatinas de precintos de archivo. "No les saqué, porque así se ve que ha estado en territorio hostil", señala. La que le regalaron la dará a un amigo al que se lo prometió hace ocho años. El círculo se cierra.