Sacrificar a los suyos para resistir a la Moncloa
BarcelonaAnte el informe demoledor de la UCO, la unidad de la Guardia Civil al frente de la investigación del caso Koldo, Pedro Sánchez sólo tenía una opción para intentar blindarse en la Moncloa. Repetir con Santos Cerdán, su mano derecha hasta ahora, la misma operación que ya llevó a cabo con José Luis Ábalos, su anterior mano derecha: situarle como una manzana podrida dentro del partido, marcar distancias con su secretario de organización y alejar la sospecha de que es un caso de corrupción sistémica del PSOE y del gobierno, a pesar de en el informe de la Guardia Civil.
Esta estrategia del presidente español se ha evidenciado nada más empezar la rueda de prensa de este jueves: Sánchez ha pedido perdón, ha prometido una auditoría externa del PSOE y ha condenado a Santos Cerdán. Sacrificó por segunda vez a su máximo hombre de confianza e, incluso, dijo que había sido un error confiar en ellos. De hecho, quien ha hablado de la presunción de inocencia de Cerdán no ha sido el PSOE sino el secretario general de Junts, Jordi Turull, con quien el número tres socialista ha establecido una relación de confianza por el pacto de legislatura. Cerdán era el interlocutor de Carles Puigdemont en Suiza. También Aitor Esteban (PNV) se ha extrañado de que Sánchez hiciera ya la sentencia con el informe de la UCO.
Pedro Sánchez intenta hacer una pirueta que desde fuera parece casi imposible: por un lado, defenderse de la corrupción que salpica su entorno cogiendo la bandera de la anticorrupción (ha presumido de actuar con contundencia a diferencia del PP); y, por otro, decir por activa y pasiva que, pese a ser el secretario general del PSOE, no sabía nada de lo que hacían sus secretarios de organización (primero Ábalos y después Cerdán). Para intentar resistir en la Moncloa, el presidente español ha decidido deshacerse de los suyos, señalados por la corrupción. El núcleo del Peugeot (Ábalos, Cerdán y Koldo) que acompañó a Sánchez de gira en el 2017 para volver a conquistar la secretaría general del PSOE ha quedado en nada ocho años después.
Sánchez sólo tiene un punto a favor a corto plazo: que sus socios de gobierno, desde Sumar hasta Junts y Esquerra, pasando por Podemos, no están dispuestos a apoyar una moción de censura a favor de PP y Vox. Y menos en un momento clave para los independentistas, con la amnistía pendiente en el Tribunal Constitucional. Ahora bien, el informe de la UCO marca un antes y un después para el gobierno y puede ser tan sólo el principio de lo que puede aflorar: al manual de resistencia se le están acabando los capítulos y más cuando la lucha contra la corrupción fue la punta de lanza para echar al PP de la Moncloa.