Sánchez ignora a los 'barones' y gira a la izquierda para intentar salvar su gobierno
El presidente español ordena al PSOE poner la directa con el TC y leyes progresistas
MadridLa política es como la física, pero no la newtoniana, sino más bien la cuántica, donde nada es lo que parece. Después del fiasco de las elecciones andaluzas, el presidente español, Pedro Sánchez, tenía tres opciones para encarar el final de la legislatura: o girar a la derecha (expulsando a Unidas Podemos del ejecutivo e intentando sobrevivir con pactos puntuales con el PP), mantenerse como ahora (un suicidio, viendo los resultados) o girar hacia la izquierda. La decisión final ha sido esta última.
Es en esta clave que tenemos que entender la cadena de hechos que se han producido los últimos días: desde la reanudación de relaciones con la Generalitat hasta la decisión de sacar del cajón proyectos como la ley de memoria histórica, pasando por la reforma legal para poder garantizarse una mayoría en el TC ya desde este verano. Sánchez, pues, ha decidido ignorar los mensajes que le lanzaron algunos barones a la ejecutiva del lunes en el sentido de que el Gobierno de coalición y los pactos con ERC y Bildu ponían en riesgo gobiernos autonómicos donde el PSOE tiene un perfil más moderado, como por ejemplo Castilla-La Mancha o Aragón. Al contrario, el presidente español ha ordenado al PSOE poner la directa en su agenda legislativa.
Pero, no nos engañemos, este giro a la izquierda no significa abandonar el centro y dejar vía libre al PP, sino que es una jugada algo más sofisticada. De lo que se trata es de introducir cuestiones de debate en la agenda que obliguen al PP a mojarse en el eje izquierda-derecha, por ejemplo con la memoria histórica o la ley mordaza, y así demostrar que el supuesto giro al centro de los populares es puro marketing y que, en realidad, siguen siendo el mismo partido de derechas de siempre. Por lo tanto, se trata de virar a la izquierda para empujar al PP a la derecha y expulsarlo del centro para, a continuación, captar estos votantes moderados que ahora se sienten atraídos por el discurso puramente de gestión y sin aristas ideológicas de Alberto Núñez Feijóo y Juanma Moreno.
Proximidad y empatía
En este sentido, en la sala de máquinas de la Moncloa hay dos palabras clave para esta nueva etapa: proximidad y empatía. Proximidad y empatía con los ciudadanos víctimas de la inflación y, en general, de las consecuencias económicas de la guerra. Por eso este sábado se aprobará un nuevo paquete de medidas contra los efectos de la guerra que se busca que tengan un impacto muy directo en el bolsillo de los ciudadanos.
Para que este plan salga bien, el PSOE necesita recuperar la relación con algunos de sus socios, especialmente ERC, y de aquí la reunión del miércoles. No es que se haya decidido todavía hacer algún gesto importante como el de los indultos para revivir la mesa de diálogo, pero al menos está la voluntad de explorar el terreno. En su comparecencia del miércoles, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, dejó caer la importancia de aprobar unos presupuestos para 2023 en el actual contexto de crisis. Si en algún momento se había especulado que el PSOE podía sobrevivir con la prórroga de las cuentas actuales, ahora la idea es otra: se ven estos presupuestos como la última bala en la recámara para recuperar la iniciativa y coger impulso para las elecciones municipales y autonómicas del año que viene. En la Moncloa saben que el otoño no pinta bien desde el punto de vista económico y por eso intentarán forzar la máquina para controlar la inflación, por un lado, y obligar Feijóo a definirse en temas espinosos para el PP como el franquismo. Si consiguen superar la tormenta actual, confían en que 2023 puede ser el año de la recuperación del PSOE.
Euforia en el PP
Mientras, en la banda del PP se respira euforia. “El PP no tiene techo”, decía al día siguiente de las elecciones andaluzas el coordinador general del PP, Elías Bendodo. En el PP están exultantes después de haber conseguido una mayoría absoluta histórica en Andalucía. Por el hito que supone haberlo logrado en una comunidad feudo socialista durante casi cuarenta años; porque lo ven como un trampolín en el camino hacia las elecciones generales y porque representa el triunfo del modelo de “centralidad” y “moderación” que propugna el presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo, desde que ha cogido las riendas de la organización conservadora. Poner por delante la gestión y aparcar la batalla ideológica, que sí que libra la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.
“Madrid tiene una realidad sociológica y económica muy diferente de la de Andalucía. Mi discurso probablemente no calaría en Madrid y el de Isabel quizás no calaría en Andalucía”, admitía el lunes Moreno. La frase resume perfectamente el modelo de partido que defiende Feijóo: que cada barón haga el discurso que crea que puede cuajar más en su territorio y que Génova intervenga lo mínimo posible. Ayuso ya dijo al día siguiente de las elecciones andaluzas que no estaba dispuesta a renunciar a la batalla cultural a pesar del triunfo del modelo Feijóo-Moreno en Andalucía. El dirigente gallego pretende, de este modo, mantener el partido unido y evitar una batalla pública como la de febrero que acabó con la renuncia de Pablo Casado.
Solo economía
En el año y medio que queda para las elecciones generales, Feijóo ha decidido que su estrategia para asaltar la Moncloa pase por poner por delante la economía a cualquier otra batalla. De hecho, el modelo económico liberal es de los consensos más graníticos que hay dentro del partido –es decir, defienden lo mismo Ayuso y Moreno–. A diferencia de Casado, el dirigente gallego ha extendido la mano al Gobierno español para negociar las medidas anticrisis, a pesar de que hasta ahora no se ha traducido en ningún acuerdo práctico. De hecho, esta semana, a pesar de que el Gobierno español ha anunciado una medida que los populares avalaban –la rebaja del IVA de la luz del 10% al 5%–, el PP de momento no ha decidido todavía si apoyará al conjunto del decreto de medidas que el Gobierno español aprobará este sábado. No lo hizo en el primer decreto porque el ejecutivo no incorporó ninguna medida de los conservadores.
Ningún acuerdo en materia económica ni ningún adelanto en la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Después de la primera reunión entre Sánchez y Feijóo, los dos se comprometieron a retomar las conversaciones, pero al cabo de unas semanas el PP decidió congelarlas hasta que pasaran las elecciones andaluzas. La semana pasada se comprometieron a enviar su propuesta de renovación al gobierno en el plazo de un mes. Ahora bien, los conservadores dejan ahora esta promesa en el aire, según fuentes de la cúpula popular. Al partido no ha gustado nada el cambio legislativo que ha impulsado el PSOE para culminar la renovación del TC y culpan a los socialistas de haber “roto puentes”. También es cierto que esta cuestión no es ninguna prioridad para el PP, como admiten de puertas para dentro en el partido.
Feijóo está dispuesto a llegar a pactos de estado con el ejecutivo para desgastar la coalición con Unidas Podemos y para intentar exportar el modelo andaluz en el Estado: arañar electores del PSOE que se opongan a la alianza con los lilas y que esto los haga crecer por el centro. Es la fórmula que le ha servido para frenar a Vox y llegar a la mayoría absoluta en Andalucía. Pero, como es un plan muy transparente, en la Moncloa han ideado un contraplan para hacerlo descarrilar con una maniobra aparentemente contradictoria: girar a la izquierda para ganar el centro.
- El decreto anticrisisDos días después de las elecciones andaluzas, el Gobierno español convocó un consejo de ministros extraordinario para este sábado para ampliar el decreto anticrisis con más medidas como la reducción del IVA de la luz del 10% al 5%.
- La ley de memoriaEsta misma semana el PSOE también ha decidido sacar del cajón la ley de memoria que había aparcado hace unos meses por falta de acuerdo con ERC. Los socialistas prevén que la norma quede aprobada en julio.
- El diálogo con CatalunyaDespués de la crisis por el caso Pegasus, la Moncloa y la Generalitat descongelaron el miércoles las relaciones. El ministro Félix Bolaños y la 'consellera' Laura Vilagrà se reunieron en Madrid para intentar rehacer el diálogo, que hacía meses que estaba parado.