El último desencuentro de Sànchez y Borràs

En la última reunión de la dirección de Junts chocaron por el decreto del catalán

ArgelersJordi Sànchez fue quien pidió a Laura Borràs que dejara la conselleria de Cultura para ser su número dos en las elecciones al Congreso de los Diputados, en la lista que encabezó en 2019 desde la prisión de Soto de Real. Ahora bien, de aquel tándem y de la sintonía que probablemente lo propició queda muy poco tres años después. Desde que el ex líder de la ANC asumió la secretaría general del partido en 2020 y que Borràs fue la cara visible de Junts en las elecciones, los dos dirigentes no han hecho más que alejarse y discrepar en las cuestiones clave: desde el pacto de gobierno, que Sànchez cerró con el president, Pere Aragonès, y que Borràs nunca ha visto con buenos ojos, hasta el último debate que han tenido dentro de Junts, sobre cómo responder a la sentencia del 25% de castellano del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC). La divergencia estratégica ha sido una constante hasta la última ejecutiva que el lunes encabezó Jordi Sànchez como secretario general.

El ARA ha reconstruido a través de varias fuentes esta última reunión de la dirección, que lejos de tener un final plácido de mandato vivió un encuentro duro. Laura Borràs no quería que se reuniera el Govern a las doce y media de aquella misma mañana para aprobar el decreto ley sobre el catalán, pero Sànchez se acabó imponiendo. Ella pedía tener antes el beneplácito de Plataforma per la Llengua y recelava de la redacción de algún artículo, así como del hecho de que no se mantuviera el calendario inicial, que preveía aprobar primero la proposición de ley pactada con ERC, Junts, el PSC y los comuns –aplazada a raíz del recurso ante el Consell de Garanties de la triple derecha–. El orden de los factores, en el ámbito legislativo, altera el producto, puesto que las normas que prevalecen son las últimas aprobadas y, en este caso, el decreto ley era más contundente en el rechazo a los porcentajes de las lenguas.

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El posicionamiento de Borràs enervó a Sànchez, que no veía más margen después de semanas de negociaciones con ERC y a pocas horas de acabarse el plazo del TSJC: el consejo ejecutivo estaba convocado desde el día antes por el presidente Aragonès y el decreto ley, en definitiva, lo había propuesto Junts, de forma que defendió que no se entendería que fueran ellos ahora los que lo pararan. Además, no compartía los problemas de redactado que veía la presidenta del Parlament y dirigentes de su entorno en el decreto, e incluso insinuó que alguien tuviera problemas de comprensión lectora, según explican varias fuentes de la dirección. Un mensaje que indignó la presidenta del Parlament, a pesar de que Sànchez no se había referido a ella directamente. También la consellera Violant Cervera, próxima al ya nuevo secretario general, Jordi Turull, defendió a capa y espada sacar adelante el decreto, mientras que el presidente del grupo parlamentario, Albert Batet, resolvió que, si el problema era mantener el calendario, el decreto del Govern se podía acabar tramitando como proyecto de ley una vez llegara al Parlament.

El resultado del debate es consabido: el Govern aprobó el decreto por el catalán y después Junts salió a sacar pecho porque Esquerra había asumido su estrategia ante el TSJC. Hay que ver ahora, con la nueva dirección 50-50, hacia dónde se decantarán las discusiones.