Elecciones vascas

Urkullu convoca para el 21 de abril las elecciones de la 'photo finish' entre Bildu y el PNV

Todos los partidos presentan nuevos candidatos salvo a Podemos

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Iñigo Urkullu.

BarcelonaEl PNV ha ganado todas las elecciones forales que se han celebrado hasta ahora. De hecho, ha sido la fuerza más votada en todos los comicios, excepto en las españolas de 1993, 2008, 2015, 2016 y 2023 y en las europeas de 1987. Es decir, ha ganado 42 de las 48 elecciones que ha habido en democracia en Euskadi. Pero su hegemonía puede acabar en los comicios en el Parlamento vasco que el actual lendakari, Iñigo Urkullu, ha convocado este jueves y que tendrán lugar el 21 de abril. En las últimas elecciones, EH-Bildu se acercó como nunca al PNV (les separaron sólo un millar de votos en las últimas generales) y por primera vez en cuatro décadas es factible que los jeltzales pierdan el primer puesto. Las últimas encuestas así lo apuntan. Pero subestimar la fortaleza del PNV es un mal negocio. También estaba contra las cuerdas en 2011 y 2009 y acabó ganando con contundencia, aunque en la segunda perdió el gobierno con un inédito pacto entre socialistas y populares fruto de la ilegalización de Batasuna: es el único período en qué no ha gobernado el País Vasco.

Urkullu ha comparecido en rueda de prensa tras comunicar la fecha a la presidenta del Parlamento ya los líderes de los grupos parlamentarios. "Era la última fecha disponible", ha explicado con su habitual tono serio. Argumentó que no quería hacerlas coincidir con las europeas, para que toda la importancia se la lleve Euskadi, y recordó que el 28 de abril comienzan las fiestas de San Prudencio en Álava.

Para tratar de evitar el sorpasso, el PNV ha movido ficha y ha designado Imanol Pradales como candidato en detrimento de quien ha ejercido de lendakari desde el 2012: el Euzkadi Buru Batzar que preside Andoni Ortuzar vio suficientemente desgastado a Urkullu para buscarle sustituto. "Soy un hombre de partido", ha subrayado Urkullu, huyendo de cualquier crítica al relevo: "El PNV era libre de adoptar la decisión que considerase mejor para el futuro. Nada más que decir". Si hubiera repetido otro mandato se habría convertido en el lendakari más longevo, dado que José Antonio Ardanza ocupó el cargo catorce años.

A medida que han ido pasando los años desde que ETA anunció el fin –ya hace trece–, el mundo abertzale ha ido ganando terreno en el PNV y los jeltzales han considerado que ahora había que cambiar de timonel para mantener el mismo rumbo . Pradales se presenta como una especie de relevo natural de Urkullu (desde el PNV se han encargado de recalcar que el primero fue alumno del segundo, maestro de profesión, en una ikastola) y la estrategia electoral será la misma de los últimos años . Ante la dificultad de competir por el flanco nacionalista, intentará ensanchar al electorado a expensas del constitucionalismo, buscando el apoyo de potenciales votantes del PP y del PSE-EE y erigiéndose en el voto útil ante el ascenso de la izquierda independentista. Y no sería raro que sea el PNV quien en campaña más señale el pasado de su rival.

EH-Bildu también ha optado por una cara nueva. Peio Otxandiano representa a la "nueva generación" que busca Bildu para intentar llegar por primera vez a la presidencia, aunque ya hacía tiempo que era el ideólogo principal del partido. El coordinador general de Bildu, Arnaldo Otegi, se apartó de la carrera por ser presidente días antes de que se anunciara la candidatura de Otxandiano con la idea de buscar perfiles jóvenes que no tengan mochilas tan pesadas como la suya. Las encuestas apuntan a un roce entre Bildu y el PNV por ser primera fuerza en las urnas y todo indica que serán los pactos postelectorales, preferentemente con los socialistas, los que acabarán decantando la balanza. La mala noticia para Bildu es que, de momento, el secretario general y candidato de los socialistas vascos, Eneko Andueza, que también debuta como cabeza de lista, no tiene ninguna intención de pactar con ellos. Y todo hace prever que el PSE, que ha sido socio de gobierno del PNV en los últimos siete años, volverá a tener la clave de la gobernabilidad. "El PSOE no hará lendakari a un candidato de Bildu ni firmará un acuerdo de gobierno", aseguró en la presentación de su candidatura. Una advertencia que no ha dejado de repetirse en todas las intervenciones.

El termómetro vasco

Como ocurre con Catalunya, las elecciones en el País Vasco son un buen termómetro de la salud del PSOE en el ámbito estatal. Y éstas serán el segundo test tras el batacazo en los comicios gallegos. El domingo los socialistas cayeron hasta los nueve diputados, cinco menos que en el 2020, en el peor resultado de su historia en Galicia. Un nuevo revés que el PP se esfuerza en relacionar con la apuesta de Pedro Sánchez por la amnistía. Los socialistas confían en tomar votos por la izquierda después de que Sumar y Podemos, que logró seis diputados en los comicios del 2020, hayan roto negociaciones y hayan anunciado esta misma semana que se presentarán separados con Miren Gorrotxategi como la única aspirante que repite de todos los candidatos.

Tras los ridículos resultados de Sumar y Podemos en Galicia, el PSE aspira a convertirse en el voto útil de la izquierda no independentista para condicionar al nuevo gobierno. El PP, eufórico con la mayoría absoluta de Galicia, apuesta por incrementar sus seis escaños de la mano de un moderado que también debuta, Javier de Andrés. Y quiere hacerlo seduciendo a los votantes socialistas descontentos por las "concesiones" al independentismo catalán y postulándose así como la única fuerza que garantiza la unidad del Estado. Un mal resultado de los populares podría reactivar las voces que piden un discurso más duro para evitar el crecimiento de Vox, que en el 2020 se estrenó en el Parlamento vasco con la diputada Amaia Martínez y que ahora presenta a Nicolás Gutiérrez, el presidente del partido en Vizcaya.

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