El 30% de los barceloneses se marcharían de la ciudad si pudieran
La satisfacción de vivir en la capital obtiene un 7,3 en la encuesta de servicios municipales, la nota más baja de la serie histórica
BarcelonaLos barceloneses ya no están tan orgullosos de su ciudad como lo estaban antes, hasta el punto de que ahora el 30% dicen que si pudieran se marcharían a vivir fuera, el doble de los que lo hubieran hecho hace solo cuatro años. El gobierno municipal atribuye este desengaño, reflejado en la encuesta de servicios municipales que hace el consistorio, al impacto de la pandemia y a la voluntad de buscar espacios con menos densidad donde vivir. La realidad es que los barceloneses siguen puntuando con un notable la satisfacción de vivir en la ciudad, pero ahora lo hacen por la parte baja de la nota, un 7,3, cuatro décimas por debajo de la del 2019 y la nota más baja de la serie histórica, que empezó en 1996. Las respuestas confirman la tendencia que ya apuntó la Oficina Municipal de Datos ahora hace un mes, cuando detectó, con los datos del padrón, que unos 13.000 barceloneses se habían marchado, mayoritariamente hacia las segundas residencias. Y, sobre todo, desde las zonas más acomodadas de la ciudad.
Para el equipo de Colau, lo que refleja la encuesta, que con más de 6.000 entrevistas presenciales es la mayor de las que hace el Ayuntamiento, es una tendencia que el covid ha hecho aflorar en otras grandes ciudades europeas y norteamericanas: la voluntad de huir de la trama urbana para buscar lugares donde vivir con mejores condiciones durante los meses de restricciones y aprovechando la posibilidad de teletrabajar. Por eso, han adjuntado un informe que recoge datos como el estudio publicado en el New York Times en el que se detalla que casi 700.000 personas se marcharon de Londres el último año, la mayoría trabajadores nacidos en el extranjero (una cifra que puede estar también afectada por el Brexit) o que Nueva York perdió más de 110.000 residentes entre febrero y el julio del 2020. Lo que muestra la encuesta, defienden, no es exclusivo de la capital catalana.
El concejal de Presidencia, Jordi Martí, insiste, en este sentido, en que muchas de las personas que dejan la ciudad "no se marchan de Barcelona, sino que se la llevan bajo el brazo", porque las nuevas condiciones de trabajo les permiten mantener la vida urbana alejándose un poco de la ciudad. Y que habrá que ver si es una tendencia que se mantiene en el tiempo o se marcha con el covid. "Ha habido tantos pensadores que han anunciado la muerte de la ciudad como veces que la ciudad ha revivido", avisa, convencido de que el fenómeno será coyuntural y que ahora no se está renunciando a la vida urbana.
Peor nota al Ayuntamiento
La encuesta, sin embargo, también evidencia un mayor descontento de los barceloneses con la gestión de su Ayuntamiento: ahora lo puntúan con un 5,7, mientras que en la edición del 2019 la nota era de 6,2. Y también refleja un mayor pesimismo en cuanto a las perspectivas de mejora tanto en la ciudad como Catalunya y el Estado. El 59% de los encuestados creen que Barcelona ha empeorado el último año –la cifra más alta, con mucha diferencia, de toda la serie– y el 32,9% están convencidos de que la cosa todavía irá a peor. Un pesimismo que se repite en el caso de Catalunya (un 31,7% creen que empeorará) y de España (un 38,2%). Este diagnóstico no preocupa al gobierno municipal. Según Martí, era previsible, e incluso se esperaban puntuaciones peores: "Vivimos una situación muy dura, es lógico que baje la valoración en un momento en el que se tiene que confinar la ciudad".
El dominio de la inseguridad
Lo que el covid no ha conseguido alterar, en cambio, es el ranking de los problemas principales. Ni los datos a la baja de la delincuencia ni la crisis sanitaria y sus devastadores efectos económicos han hecho cambiar la respuesta automática de los barceloneses cuando se les pregunta por el problema más grave de la ciudad: la inseguridad sigue arriba de todo del ranking. Escaló hasta ahí en verano del 2019, en plena crisis de los narcopisos en el Raval y de los hurtos en el conjunto de la ciudad, y desde entonces se ha mantenido inalterable cada vez que el Ayuntamiento ha preguntado a los ciudadanos. El teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, ya había avisado de que la encuesta volvería a señalar la inseguridad como malestar ciudadano, a pesar de que ha habido un 57% menos de hurtos y un 35% menos de robos violentos. Las percepciones, asegura el consistorio, cuestan más de cambiar que los propios hechos.
La inseguridad es el problema principal para el 17,7% de los barceloneses –incluso seis décimas más que en 2019–, seguida del acceso a la vivienda (7,6%) y el covid (7,5%), que lógicamente irrumpe por primera vez en la tabla. Cuando se pregunta a los ciudadanos qué pedirían al Ayuntamiento, la respuesta principal también es que mejore la seguridad, seguido de la limpieza y el acceso a la vivienda. Y por zonas, las que son más críticas con la seguridad son Ciutat Vella y específicamente el Raval, así como también la zona norte de Nou Barris. En Ciutat Vella es donde los vecinos responden con una contundencia muy por encima de la media que la situación en su barrio ha empeorado el último año: lo hacen un 53,8%, si bien la media de Barcelona es del 33,3%. En los barrios de la zona alta es donde los vecinos son más críticos con los problemas de tráfico.
Si se miran las valoraciones para el conjunto de servicios municipales, como ya es tradición, aprueban todos menos uno: el aparcamiento, que obtiene un cuatro, y que está todavía peor puntuado si se pregunta solo a las personas que lo utilizan, un 3,6. Encabezan el ranking los bomberos (8,2) y las bibliotecas (7,7), que, eso sí, empeoran ligeramente la nota en el contexto de pandemia.