Obituario

Adeu a Carme Ollé, la médica que luchó por la salud de las mujeres

La ginecóloga catalana fue pionera en la defensa de los derechos en salud sexual y reproductiva

La doctora Carme Ollé, en una imagen de archivo
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Después de un largo período de lucha valiente contra la enfermedad, nos ha dejado hace unos días la doctora Carme Ollé y Rodríguez, la Carmeta para casi todo el mundo, a la edad de 72 años.

Conocí a la doctora Ollé mientras cursaba los estudios de grado en el Hospital de Sant Pau y se añadía voluntariamente a las guardias de la sala de partos. Ya entonces se intuía una búsqueda de la excelencia muy bien mezclada con un trato cercano y empático con la paciente. Sus compañeros de curso la recuerdan como una mujer prolífica y activa que daba mucha importancia a las relaciones humanas. Comprometida en la actividad social y progresista desde un punto de vista cristiano, era divertida. Acogedora. Su casa era siempre casa de todos. Siempre dispuesta a ayudar y estar cerca, una compañera ya la vez gran amiga de por vida.

Su carrera profesional se ha desarrollado en todos los niveles de la asistencia: la atención hospitalaria, la sala de partos y la medicina primaria en entornos complejos. En todas partes ha dejado una huella de innovación en la forma de concebir y vivir la atención a la salud femenina.

Durante muchos años ha sido una colaboradora clave del departamento de Salud en la elaboración de protocolos de atención a la salud de la mujer. También ha trabajado con otras entidades que se ocupan de la salud pública en contextos de vulnerabilidad como la infección por VIH en el ámbito de la mujer, la prostitución o la inmigración y la prevención de la mutilación genital. Ha investigado para identificar y mejorar nuestros procesos de acogida como sociedad receptora.

Sin los conocimientos, la determinación y la capacidad de animar a la doctora Ollé, Cataluña no habría sido pionera en conceptualizar la atención a la salud sexual y reproductiva y la creación de programas y prestaciones entre los que destacan el acceso al sector público ya todas horas a la píldora de emergencia o las técnicas de interrupción pareja masculina. Estos conocimientos los puso en práctica en su última época de asistencia primaria en el Raval, donde desarrolló una excepcional tarea en la gestión de entornos complejos y con barreras culturales e idiomáticas. Fue especialmente cuidadosa a la hora de dar relieve a los límites, tan sutiles en este ámbito, entre el acompañamiento en los procesos normales y el cuidado en los casos de enfermedad. La labor de la doctora Ollé se vio reconocida con la Medalla Josep Trueta al mérito sanitario del departamento de Salut y el Premio de la Asociación de Derechos Sexuales y Reproductivos.

A pesar de su intensa actividad profesional, fue el palo de pajar de toda su familia especialmente en los momentos difíciles. Siempre mostró una gran generosidad para ayudar o asesorar desinteresadamente a cualquier persona, incluso desconocida, que le pidiera consejo. Incluso hasta pocos días antes de su muerte.

Lo que la hará inolvidable para quienes tuvieron el privilegio de trabajar con ella es su carácter alegre, estimulante, acogedor y positivo para todo el mundo de su entorno. Su ausencia no podrá pasarnos desapercibida.

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