El alcalde de Deià: “Yo tengo que compartir casa”
El precio de la vivienda se dispara más de un 70% en ocho años en una tormenta perfecta que tiene la compra extranjera, los fondos de inversión y el alquiler turístico como desencadenantes
PalmaDeià es uno de los pueblos más bonitos de Mallorca. En medio de la sierra de Tramuntana, con calles empinadas por donde se levantan casas de piedra tradicionales y con una calita. Un paraíso que atrae a miles de turistas cada verano. También es el pueblo más caro de la isla. El metro cuadrado vale más de 5.700 euros y casi no se puede alquilar nada. Idealista solo ofrece dos chalés: uno por 2.500 euros al mes y el otro por 6.000. En Deià, incluso el alcalde sufre las consecuencias de estos precios: “Yo tengo que compartir casa porque solo no me lo puedo permitir”, admite Lluís Apesteguia, que tiene 37 años. Comprar tampoco es una posibilidad. “Impensable para una persona con un sueldo normal”, lamenta. En Idealista, la vivienda más barata del municipio se ofrece por 340.000 euros.
Los precios, en los últimos años, “se han disparado estratosféricamente”, asegura Apesteguia. Y cada vez hay menos gente que viva todo el año: hace una década eran 750 habitantes mientras que ahora son 630. Paradójicamente, “no había habido nunca tantas casas”, añade el alcalde. La nueva construcción ha ido directamente ligada a la oferta turística.
En Deià hay 800 plazas de alquiler vacacional y 400 de hotel, es decir, dos plazas turísticas por habitante. En verano, cuadruplican la población y llegan a los 2.500 habitantes. “Vivimos un proceso de gentrificación de manual”, apunta Apesteguia.
Deià es el municipio más caro de Mallorca, a la hora de comprar casa, pero no es el más caro de las Baleares. El más prohibitivo está en Ibiza: Sant Joan de Llabritja, donde un piso de 70 metros cuadrados cuesta 433.720 euros, según los datos de Idealista. De hecho, Baleares es la comunidad donde se ha disparado más el precio de la vivienda, tanto de compra como de alquiler. Según el INE, en los últimos cinco años la compra se ha encarecido un 10% y el arrendamiento un 13%. Los datos del portal Idealista son todavía más contundentes: indican que desde 2013 ha habido un incremento de un 71% del precio de venta del metro cuadrado, que ha pasado de los 1.964 euros de aquel año a los 3.353 de abril. El alquiler, en el mismo periodo, se ha disparado un 76% de media en todo Baleares. Para vivir un mes en el piso de 70 metros cuadrados que en 2013 costaba 525 euros ahora hacen falta 924.
Con estos precios Toni Amengual no puede permitirse ni una habitación. “Cobro 460 euros, ¿donde voy a alquilar nada? Solo por una habitación piden 300”, dice. Tiene sesenta años, hace 27 que cobra una pensión de incapacidad permanente y vivía con su madre hasta que se murió. Ahora ocupa una caseta de herramientas a las afueras de Inca. “No tengp agua potable y cuando llueve me mojo”, asegura. Se ducha y se alimenta en el comedor social de Cáritas del pueblo y una placa solar le permite cargar el móvil.
Compra extranjera
Una pareja de Artà llega a casa después de pasar unas semanas fuera de Mallorca. Cuando abre la puerta se encuentra dos trípticos publicitarios de inmobiliarias alemanas que se ofrecen a valorar y, si conviene, a comprar su casa. Esto no es ninguna particularidad de Artà: es cada vez más habitual en todo el archipiélago. Hace más de medio siglo que las Baleares están de moda por el turismo, pero los últimos años cada vez hay más extranjeros que compran casas, e inmobiliarias que han detectado la oportunidad de negocio. Este fenómeno es clave, junto a la incursión al sector de los fondos de inversión y el incremento del alquiler turístico, para explicar el aumento vertiginoso del precio de la vivienda, una tormenta perfecta que cada vez hace más difícil que los isleños encuentren un hogar digno.
Los extranjeros han comprado el 35,4% de la vivienda que se ha vendido durante el primer trimestre de este año, según el Colegio de Registradores. El año pasado hicieron el 40% de las 17.502 compraventas que hubo en el archipiélago, según la Asociación Balear Inmobiliaria Nacional e Internacional (ABINI). De hecho, solo durante el 2021 se invirtieron en las Baleares 2.640 millones de euros de origen extranjero para comprar vivienda.
La presidenta de la Asociación de Agentes Inmobiliarios de las Baleares (API), Natàlia Bueno, reconoce que el mercado isleño se ha vuelto muy atractivo “porque ofrece muy buena rentabilidad para destinar al alquiler”, incluso en Menorca, donde se ha notado un incremento importante de compra de viviendas por parte de franceses.
Una de las claves es la diferencia del poder adquisitivo. Según un estudio de la plataforma Growth from Knowledge del 2021, el poder adquisitivo en España es de 14.709 euros, después de la deducción de impuestos y contribuciones. Un 2% (346 euros) por debajo de la media europea. Pero los países que tienen mucha presencia en la compra de inmuebles en Mallorca tienen un poder de compra per cápita mucho más alto: en Alemania es de 23.637 euros; en el Reino Unido, de 23.438; y en Francia, de 20.662 euros.
Fondos de inversión
Los cuatro primeros meses del año los fondos de inversión han destinado entre 960 y 1.000 millones de euros a España. Una cifra que, según la miembro del consejo asesor de GN Group Inma Ranera, se acerca mucho a las de antes de la pandemia, cuando invertían más de 4.500 millones de euros al año. En 2021 los fondos destinaron 3.180 millones a España, un 17% de ellos (540) a las Baleares. Los fondos han ido ganando peso en la vivienda desde la crisis del 2008, porque se quedaron los inmuebles que fueron a parar a los bancos cuando las familias no pudieron pagar las hipotecas.
Una de las operaciones más sonadas la hizo CaixaBank, que vendió su cartera estatal a Blackstone por 800 millones de euros. Pero los fondos no pusieron todos estos inmuebles en el mercado, explica el catedrático de geografía de la Universitat de les Illes Balears (UIB) Jesús González: “Los retienen porque así hacen subir el precio”. “En las Baleares existe la percepción de que faltan viviendas –añade–, pero es errónea: lo que falta es que se ponga en el mercado”.
No se sabe cuántos de las viviendas del archipiélago están en manos de fondos, pero la geógrafa de la UIB Sònia Vives, experta en desigualdades urbanas, señala que el historial de los desahucios puede ser un indicador. Según la Oficina Antidesahucios de Palma, en 2015, en la ciudad hubo siete desahucios de inmuebles de fondos de inversión. En los primeros cuatro meses del 2022 ya fueron 74.
Los fondos de inversión incluso han empezado a operar en Son Gotleu, el barrio más pobre de Palma y uno de los más depauperados de España, según avisa el agente inmobiliario José Gómez. La presidenta del API, Natàlia Bueno, coincide y añade que en las subastas de patrimonio del Estado se están comprando pisos en el barrio por encima del precio de mercado. Y esto también pasa en otros barrios populares de la ciudad, como Pere Garau y el Polígono de Levante. “Antes –dice Bueno– tenías mucho trabajo para vender un piso por 50.000 euros en estas zonas, y ahora difícilmente se pueden encontrar por menos de 70.000”.
Alquiler turístico
En Deià la gran mayoría de casas de alquiler vacacional –asegura Apesteguia– se han ido construyendo, sobre todo a partir de principios del 2000, pensadas para este negocio. Pero en otros lugares de Mallorca muchas familias optan por alquilar por temporadas las viviendas que han heredado o que usaban como segunda residencia. La Asociación de Viviendas de Alquiler Turístico en las Baleares (Habtur) asegura que este es el caso del 90% de sus asociados. Maria Mas es un ejemplo. Hace 15 años que alquila su departamento en se Illot, de abril a octubre, con una inmobiliaria alemana “para pagar impuestos y la universidad de las hijas”. Según un informe del Centro de Estudios Inmobiliarios del Steinbeis Transfer Institute, el precio de los alojamientos de alquiler vacacional ha subido un 4,5% desde el año pasado, a pesar de que en algunas zonas, como el este de Mallorca, se ha incrementado un 10%.
Con la temporada turística, las ofertas de habitáculos inadecuados para vivir se multiplican. Los datos de la conselleria de Vivienda permiten ver la punta del iceberg. Por ahora investigan 27 ofertas de infraviviendas, y desde principios de año se han abierto 31 expedientes sancionadores, 16 de los cuales han derivado en multas que suman 84.000 euros. Mientras tanto, la lista de espera del Institut Balear de la Vivienda para acceder a un piso social continúa aumentando: de las cerca de 4.000 personas registradas en 2019 se ha pasado a más de 7.600. El gobierno de Francina Armengol asegura que acabará la legislatura incorporando más de 1.050 inmuebles al parque público de vivienda, con lo cual lo hará un 66% más grande del que recibió en 2015. Pero el proceso es lento: en siete años ha entregado las claves de 47 pisos.
“Si me independizo, tengo que escoger entre alquilar o comer”, dice Henry Barros, que tiene 27 años y vive en casa de sus padres, en Palma. Estudió filología hispánica e higiene dental y trabaja de higienista en una clínica. Solo el 16% de los isleños de entre 16 y 29 años están emancipados, según el último Informe de la juventud de las Islas Baleares, de mayo. Y el porcentaje ha caído cinco puntos en tres años. “Nos habían vendido que estudiando viviríamos bien. No es tan bonito como lo pintaban”, lamenta Barros.