La gran sequía

El Alt Empordà, en peligro de quedarse sin agua en verano

Los 12 municipios que dependen del embalse de Darnius-Boadella están en fase II de emergencia desde hace dos semanas

Sequía en el pantano de Darnius - Boadella en el Alt Empordà.
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GeronaEn los últimos meses se ha hablado mucho de la posibilidad de llevar barcos con agua o de interconectarse con el Ebro si el grifo en Barcelona falla. Pero, antes que la capital, es el noreste del país el que tiene un riesgo inmediato de secarse. La preocupación en el Alt Empordà por la sequía es máxima: es la comarca más castigada por la falta crónica de precipitaciones, que ha dejado ríos, embalses y acuíferos secos y, de hecho, podría quedarse sin agua para autoabastecerse próximos meses si sigue sin llover. La situación en el pantano de Darnius-Boadella, que recoge agua de la Muga más abajo de Maçanet de Cabrenys, es especialmente alarmante. Esta reserva está en el mínimo histórico, un 11% de la capacidad, que supone menos de 7 hm³ de agua. Es decir, el mismo volumen que consume toda la población catalana en una semana en situación de normalidad hídrica.

De la reserva de Darnius dependen unas 100.000 personas de una docena de municipios, entre ellos Figueres, Roses, Cadaqués y Llançà. Todos ellos, desde el 11 de marzo, están en fase II de emergencia por sequía, un umbral nunca visto y que conlleva restricciones aún más severas que en el resto del país. El consumo humano se ha limitado a 180 litros por habitante al día. Si no hay un giro radical en las precipitaciones, el escenario se prevé complicado a corto y medio plazo porque, mientras el nivel del pantano va descendiendo poco a poco, se acerca el verano, suben las temperaturas y comienza el llegada masiva de turistas que multiplican la demanda de agua.

Fuentes del consorcio de aguas Costa Brava confirman al ARA que Acció Climàtica reconoce la gravedad de la situación en la comarca y señalan la necesidad de tomar medidas de urgencia “para que no acabe el agua”. De momento, si la capacidad del pantano sigue descendiendo, cuando se llegue al 4% la Agencia Catalana del Agua (ACA) ya tiene previsto decretar una tercera y última fase de emergencia. Para frenar o posponer este escenario, el Gobierno ha empezado a poner en marcha algunas medidas.

La primera, presentada esta semana, es una tubería de 9 kilómetros que aportará agua regenerada desde la depuradora de Figueres hasta Pont de Molins para recargar la Muga, justo después de la presa. Desde este punto hasta la desembocadura, el río desciende con un caudal escaso de 40 litros por segundo, 300 veces menos que el mínimo ecológico. La tubería permitirá devolver unos 7.600 m³ diarios. Este vertido, si bien no recargará directamente el pantano, ayudará a rebajar su demanda rellenando pozos y acuíferos en peligro de ser salinizados por el agua de mar, de los que ahora también se podrá captar agua. La actuación costará unos 6,5 millones de euros, que serán financiados íntegramente por la ACA, y la previsión gubernamental es que esté en funcionamiento en agosto.

Las obras de la tubería que conectará la depuradora de Figueres con el río Muga

El turismo lanza un mensaje de calma

Pocos meses antes de empezar la campaña de verano, el sector turístico del Alt Empordà ya vive la emergencia por sequía con evidente inquietud, pero evita hacer planteamientos catastrofistas. “Este verano, al igual que el anterior, sufriremos, estamos convencidos, pero debemos ser muy cuidadosos a la hora de lanzar según qué mensajes para no asustar a nadie”, defiende el presidente de Empordà Turisme, Xavier Camps. Y añade: “Hace tiempo que en el turismo aplicamos medidas correctoras y la sequía afecta a todos, también a la agricultura, la industria, el agua de boca y la biodiversidad. Conviene un pacto de territorio sobre cómo afrontamos la sequía actual y las futuras”.

Según Camps, la prioridad es “no caer” en peleas mediáticas entre gremios y buscar soluciones: “Algunos nos piden que abramos la mitad de los días, pero mucha gente depende de nuestros trabajos, acabaríamos agravando la situación de la población” , afirma. Los empresarios del sector turístico alto-ampurdanés no se plantean iniciativas como las de los hoteleros de Lloret, que han comprado una desalinizadora privada para poder llenar piscinas. "Somos más partidarios del ahorro con agua regenerada que de las desalinizadoras, porque conllevan un problema de gran gasto energético que no sale rentable", apunta Camps.

"No sufrimos sequía sólo por la falta de lluvia"

Entre 2022 y 2023, en el Alt Empordà se ha registrado menos del 30% de la precipitación media que le correspondería según datos de los últimos treinta años. Pero esta falta de lluvia no se explica por unas características atmosféricas o geográficas únicas y singulares de la zona, sino que se enmarca en las fluctuaciones naturales del clima, acentuadas por el contexto global de cambio climático. “No sufrimos sequía sólo por la falta de lluvia, sino también por la vertiente humana, porque debemos gestionar cómo se explotan los recursos; aquí tenemos la cuenca de la Muga que es un río modesto, pero está muy explotada. Cuando existe una fluctuación natural como la actual, los efectos repercuten mucho en la población”, argumenta el profesor de geografía de la Universidad de Girona Albert Llausas.

El experto también pone en duda la eficiencia a largo plazo de las medidas de la ACA ante la crisis hídrica. “Son medidas para responder a un momento puntual de emergencia que pueden servir para abastecer de agua de boca, pero no van a solucionar la dinámica y el problema de los recursos que, por el cambio climático, pasamos de explotarlos a sobreexplotarlos” , concluye.

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