Barcelona

El ascenso al Tibidabo colapsa Vallvidrera: "El fin de semana es horroroso"

Vecinos del barrio denuncian que el auge de excursionistas satura el autobús 111 y el funicular

Aglomeración de personas esperando el 111 en Vallvidrera el fin de semana
28/05/2025
3 min

BarcelonaEl sábado a las once de la mañana, en la estrecha acera de la calle de las Alberes, en Vallvidrera, no cabe ni una aguja. La cola de personas que esperan para tomar el autobús 111 y subir al Tibidabo llega más allá de la puerta del Funicular de Vallvidrera y hace que el resto de peatones se vean obligados a bajar a la calzada y caminar entre los coches que suben a la montaña. La escena, alertan los vecinos, se repite todos los fines de semana, y ahora también algunos días laborables. "Con el buen tiempo, el barrio se satura", dice Laia Vila, que denuncia que la muchedumbre de visitantes imposibilita a los vecinos utilizar el transporte público.

Al cabo de un rato, llega el 111. Es uno de esos buses de barrio pequeños pensados ​​para facilitar la movilidad a los vecinos, pero ahora se ha visto superado por la realidad de un barrio atractivo también para los visitantes. La cola se comprime con la esperanza de poder subir a la primera. Pero el bus no tiene ni mucho menos la capacidad de absorber toda la cola, y mucha gente tendrá que seguir esperando bajo un sol de justicia. "Debemos dejar pasar uno o dos buses para subir", lamenta Joan Pujol, presidente de la Asociación de Vecinos de Vallvidrera. La escena que se ve a pie de calle con el autobús se repite bajo tierra con el funicular, que va lleno hasta los topes.

La situación recuerda lo que se ha vivido en otras zonas de la ciudad, como los entornos del Parque Güell, si bien aquí entre los visitantes no predominan los turistas sino los excursionistas –muchos de ellos barceloneses–, que quieren subir al Tibidabo para disfrutar de las vistas. borrar el 111 de Google Maps, sino que apuntan a otro de los transportes que suben al Tibidabo: la Cuca de Luz.

Personas esperando el autobús 111 a la salida de la estación del Funicular de Vallvidrera.
Un autobús del 111 marchando lleno sin haber podido absorber todo el pasaje en Vallvidrera.

La Cuca de Luz

El motivo es que consideran que si la vía del Funicular de Vallvidrera y el 111 se satura se debe a que desde el otro lado de la montaña la única manera de subir al Tibidabo es este funicular que lleva hasta el parque de atracciones. El precio –13,5 euros para un billete de ida y vuelta si no se compra una entrada para el parque– disuade a la gran mayoría de visitantes, que encuentran una alternativa en el bus de barrio de Vallvidrera y el otro funicular. Por eso, los vecinos piden que la Cuca de Llum entre dentro del sistema tarifario integrado de transporte. Es decir, que pueda subirse con un título de transporte ordinario. Pero por ahora el Ayuntamiento siempre les ha dicho que no.

Pese a las quejas de los vecinos, fuentes municipales explican que, "en general, la línea 111 no sufre un exceso de pasaje". Sin embargo, sí admiten que de media hay dos alarmas de pasaje diarias durante los fines de semana. Esto ocurre cuando se supera el aforo del bus, que es de 32 personas. Sin embargo, apuntan a que la línea registra unas 500.000 validaciones anuales –una media de 1.200 diarias–, y lo comparan con los datos que tenía el 116 antes de desaparecer de Google Maps: 900.000. Añaden, además, que TMB hace "refuerzos puntuales" en las épocas en las que se prevé que puede haber exceso de pasaje.

En cuanto a la Cuca de Llum, sólo recuerdan que el acceso al parque de atracciones del Tibidabo se hace con este funicular y que su billete está incluido en la entrada. De hecho, ésta es una de las quejas de los vecinos, que lamentan que el Ayuntamiento "no entiende" que en el Tibidabo no solo sube la gente que va al parque de atracciones, sino también excursionistas que pasean por el entorno o que van a ver la puesta de sol desde la montaña.

Riesgo de accidente

Más allá de las dificultades para acceder al transporte público, los vecinos alertan de un riesgo colateral de esa masificación. Avisan de que la parada del 111 está justo en una curva cerrada y que, a pesar de haber sólo un carril de subida y uno de bajada, al estar mucho rato para cargar el pasaje hay coches que le avanzan invadiendo el carril contrario. "Es un milagro que nadie se haya matado", coinciden Pujol y Vila, que destacan que, además, es una calle por la que circulan muchos ciclistas.

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