Barcelona

El 'mercado de la miseria' se enquista en las calles del Raval

El Ayuntamiento lo expulsó de la ronda de Sant Antoni en febrero y ahora abarrota la plaza del Dubte y sus alrededores

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El mercado de la miseria a la plaza de la Duda del Arrabal

BarcelonaUn hombre se sienta junto a su carro de la compra y se prueba unos zapatos. Otros cotillean dando vueltas entre las sábanas –y el mantel– tendidos en el suelo. Hay una quincena, unos junto a los otros, y se exponen zapatos usados, juguetes (algunos con caja y otros viejos), teclados, alguna pieza de bisutería, ropa de segunda o tercera mano... Es lo que se conoce con el mote del mercado de la miseria, que ofrece muchas cosas recuperadas de la basura y que, desde que en febrero fue expulsado de la ronda Sant Antoni, se instala cada tarde en las calles del Raval. Sobre todo, en la pequeña plaza del Dubte, en la calle Riera Alta, junto a la misma ronda, pero también en callejones vecinos como Cendra o Requesens. En algunos momentos son diez vendedores y en otros una treintena o incluso más, y ahora en verano suelen estarse desde primera hora de la tarde hasta más tarde de las once de la noche. Si ven a la Guàrdia Urbana, se marchan un rato y vuelven más tarde.

Ya hace meses que, tarde tras tarde, el mercado abarrota la plaza del Dubte, con los productos exhibidos a pocos centímetros de las puertas de negocios y de los bloques de pisos. Hay muchos vendedores. Los vecinos de la zona se han quejado en más de una ocasión al distrito de Ciutat Vella de que tienen problemas para poder andar por la plaza y los callejones del entorno o para llegar hasta casa, especialmente las personas mayores o con movilidad reducida. No entienden por qué sí que se actuó contra este mercado cuando el escenario era la ronda de Sant Antoni, donde el teniente de alcaldía de Seguridad, Albert Batlle, decidió en febrero colocar una patrulla fija de la Guàrdia Urbana las 24 horas del día (todavía está ahí), y, en cambio, no se tiene la misma contundencia cuando el mercado se enquista en los callejones de su barrio, que son más estrechos.

"Como pasa en el Raval y todo queda escondido, no pasa nada", ironiza una vecina, que se queja de que esta actividad es "insostenible" en un espacio tan pequeño porque ocupa toda la plaza, tapa los portales e intimida a los vecinos. Además, buena parte de los objetos que durante la tarde se exhiben como mercancía, por la noche acaban abandonados junto a las papeleras: "También es un problema de limpieza". Otras voces recelen que entre baratija y baratija algunas personas también puedan aprovechar para traficar con droga o para vender productos robados. Algunos vecinos apuntan, en este sentido, que más allá del evidente problema de pobreza también podría haber alguno de delincuencia y aseguran haber presenciado escenas sospechosas.

El Ayuntamiento responde que los informes de Mossos d'Esquadra y Guàrdia Urbana niegan este punto y dicen que si se da algún tipo de delincuencia es puntual. Pero los vecinos, que ya son expertos en el funcionamiento del grupo y saben, por ejemplo, cuáles son los que alertan al resto cuando llega la policía, están hartos de convivir con esta gran ocupación del espacio público. Lo están, también, en el Taller de Músics, en la calle de la Cendra: su director se ha dirigido por carta al regidor del distrito, Jordi Rabassa (BComú), para implorar soluciones urgentes que eviten que la problemática se cronifique en este punto de la ciudad. En su escrito relata los problemas que les comporta convivir con el mercado que, asegura, van más allá de la ocupación de la calle y que se traducen en conflictos a las puertas de la escuela e intimidaciones a vecinos.

"Actuación social y policial"

Consultado por este diario, Rabassa defiende que "desde el primer día" que el mercado se instaló alrededor de la plaza del Dubte se está actuando desde diferentes vías: con el servicio de gestión de conflictos e intentando saber quiénes son las personas que participan en el mercado, en coordinación con Mossos y Guàrdia Urbana. El regidor reitera que los agentes no han detectado ningún problema importante de delincuencia. "Hace falta una intervención social y policial coordinada", defiende, y apunta que hasta ahora han podido constatar que la mayoría de vendedores son vecinos del Raval y que ya son usuarios –o lo han sido– de los servicios sociales del barrio. Buscan –explica–un espacio donde "sociabilizar" y "buscarse la vida" aunque sea con las pequeñas cantidades que obtienen de la venta de baratijas. Y lo que sí que ha cambiado respecto a cuando estaban sobre la losa de hormigón de la ronda de Sant Antoni es, según el regidor, el número: si antes podía haber hasta un centenar de vendedores ahora no son más de una cuarentena.

Algunos de los vendedores a la plaza del Dubte.

Rabassa admite que la ubicación del mercado en los callejones del Raval genera tensiones y asegura que es una situación que se tendría que solucionar "cuanto antes mejor", pero que se tiene que abordar priorizando la parte social y no repitiendo, por lo tanto, lo que se hizo en la ronda: una patrulla fija de la Guàrdia Urbana desplazó el problema hacia una nueva ubicación. Defiende que se está actuando con "tolerancia cero" si se detecta algún tipo de delito, pero que el plan municipal tiene que tener en cuenta que se trata de personas en una situación grave de exclusión.

"Necesitan una solución social o un espacio donde no generen estas molestias", dice Carmela Torró, de la Xarxa Veïnal el Raval, que también radiografía el problema para la movilidad de los vecinos que representa el tendido diario de sábanas y la acumulación de personas en la plaza del Dubte y en las calles de alrededor.

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