Barcelona

El Port Vell gana un paseo abierto al público y se prepara para la Copa América

La apertura del mirador en el dique del Este, que albergará un restaurante, se prevé para el 2024, de cara a la competición de vela

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Dirigentes del Puerto de Barcelona y de Marina Vela frente al edificio mirador de la rambla del "Rompeolas".

BarcelonaEl Puerto de Barcelona y Marina Vela han inaugurado este jueves la nueva rambla del rompeolas, que sale de detrás del Hotel Vela, al final del paseo Joan de Borbó, y que a partir de hoy está abierto al público. No era un buen día para inaugurar nada a orillas del mar. Hacía un día antipático, de esos que te da la vuelta al paraguas si te despistas, como se ha podido comprobar en alguna ocasión. Sin embargo, la presentación del nuevo dique del Este ha hecho que se haya podido oír algún "mira aquello, que guapo" entre los asistentes.

Las obras, realizadas a cargo de Marina Vela, concesionaria del espacio, han costado 6,4 millones de euros. Si bien el dique del Este ya estaba terminado en el 2018, hoy terminan una serie de obras que empezaron el pasado verano y que consisten en la tematización del espacio y la construcción de un mirador que ofrecerá cuatro espacios diferentes , cuando esté ocupado por el nuevo inquilino. Según ha explicado el director general de Marina Vela, Alberto García, la intención es que el operador ofrezca cuatro servicios en la misma infraestructura: en la planta baja, debajo del paseo, debería haber una cantina para los empleados. A la altura del paseo, un bar asequible para todos los públicos. En la primera planta, un restaurante. Y en la terraza, un mirador, donde se prevé que se reserve un pequeño espacio para un bar.

Los servicios del mirador estarán abiertos durante la Copa América, competición que explica, en gran parte, el proceso de renovación que está haciendo el Port Vell de Barcelona. Lluís Salvadó, presidente de la autoridad portuaria, reconoce la importancia del evento de vela, pero considera que esta actuación es la "culminación de un proceso de transformación y desarrollo" del Port Vell, que la ciudad y el país deben sentir como propios. En total, se invertirán unos 120 millones de inversión público-privada. La obra del dique del Este, en la Nova Bocana, está llamada a ser una de las principales. Salvadó ha remarcado el orgullo que siente por la "sensibilidad histórica y cultural impresionante" con la que considera que se ha desarrollado el paseo, que destaca por la "tematización".

Este concepto lo ha explicado Joan Alemany, historiador y comisario de tematización de las obras. Si bien se estudió mantener blogs del rompeolas original y las grúas que lo construyeron, se decidió que por los requisitos técnicos del paseo -se ubica sobre los edificios de la marina- esto no era posible. Así, se decidió recuperar la historia del dique del Este mediante la tematización: la creación de una ruta que cuenta la historia de la antigua escollera mediante elementos explicativos, desde 1914 hasta la apertura de la Nova Bocana. "Es un proyecto nuevo e innovador, como siempre ha hecho el Puerto de Barcelona, que fue el primero en tener junta de obras, o en introducir la electricidad, y ahora es el primero en tematizar un espacio público", ha dicho Alemany .

David Pino, director del Port Vell; José Alberto Carbonell, director general del Puerto de Barcelona; Lluís Salvadó, presidente, y Alberto García, director general de Marina Vela.

"Un balcón en el mar"

Entre los silbidos que hace el viento cuando pasa entre las maderas del mirador se pueden oír charlar las amarras que mantienen a los veleros en el muelle. Y, pese al viento y la lluvia, dos agentes de la policía portuaria aprovecharon que nadie les miraba para asomarse por la pasarela que sobresale del dique y cuelga directamente sobre el mar. Salvadó ha descrito la nueva rambla del rompeolas como un "balcón en el mar", una analogía que es relativamente fiel a la realidad. Desde esta ubicación, se pueden admirar perfectamente los yates de multimillonarios con banderas de países que sólo podemos intentar adivinar; el Hotel Vela, que preside todo el muelle, y el crucero MSC Seaview, del que incluso se puede oler el combustible que consume, si el viento sopla de cara. Al final del paseo, decorado con sutileza y elegancia, se encuentran unas sillas —de metal y ancladas al suelo— que evocan las que los barceloneses desplegaban sobre el rompeolas en sus inicios. También se puede ver desde primera fila cómo los aviones bajan, preparándose para aterrizar en el aeropuerto de El Prat, a tan sólo 15 kilómetros.

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