Barcelona

Una verbena con petardos ‘light’: "Hacen el mismo ruido que un secador de pelo"

Una puesto ofrece en Barcelona pirotecnia "de baja intensidad" por Sant Joan

Pau Castellote
2 min
Caseta de venta de petardos de baja intensidad en la plaza Molina  de Barcelona

BarcelonaNo hay mucho movimiento en la mañana de un día laborable en la Plaça Molina. Tan solo la nube de coches que transitan Balmes y Via Augusta perturban la tranquilidad de la plaza. En medio, se ha instalado temporalmente el típico puesto de petardos que prolifera alrededor de Sant Joan. Este, no obstante, se vende como el primero en Barcelona donde solo hay pirotecnia de baja sonoridad: petardos que estallan a no más de 97 decibelios si se respeta la distancia de seguridad.

“Es el mismo ruido que hace un secador de cabello o una conversación normal", apunta Pol Moya, uno de los trabajadores de La Traca, que está acabando de reponer el stock del puesto con cajas de petardos que quieren ser más "respetuosos”. Se ofrece a hacer una prueba allá mismo y enciende una fuente luminosa en medio de la plaza. Solo cuando el tráfico se detiene porque todos los semáforos coinciden en rojo se puede apreciar el ruido que sale de la fuente. Un par de personas sentadas a los bancos de la plaza levantan la cabeza. La mayoría sigue como si nada.

“He decidido comprar los petardos aquí porque, puestos a comprar, mejor si son de baja sonoridad”, explica Víctor Quílez, que celebra la verbena de Sant Joan con su hijo, de 6 años. “No soy demasiado fan de la pirotecnia, me molesta un poco”, reconoce a pesar de todo.

Los petardos más discretos, como los que ofrece este puesto , “son para todo el mundo”, pero especialmente atraen a clientes como “padres con niños y gente preocupada, sea por los animales o por el medio ambiente", explica Sergio Sánchez, uno de los vendedores del stand.

Nuria Pedrerol se marcha con una bolsa medio llena de bombetas y bengalas, así como unas bolas que hacen un relámpago de luz que se llaman Somriures. Celebrará la verbena con su hijo de 6 años, a quien le “molestan mucho los petardos”, explica mientras se señala las orejas. Ella tampoco es una apasionada, admite. En la bolsa también se lleva el producto que más gusta a los niños, según Sánchez: “Es el Gos Caganer, que no necesita explicación.” O de hecho, quizás sí: se trata de un petardo que, según consta en el catálogo, "genera una expansión de la pastilla ubicada en la parte posterior en forma de un divertido excremento."

En el puesto de La Traca también hay clientes que no detestan el estrépito, sino que se han encontrado con un puesto ue les queda cerca de casa. Joan solo compra bengalas: “Los otros los tengo en casa”, explica haciendo referencia a los que sí que estallan, pero enseguida añade: “Tampoco muchos, porque en la fiesta también hay niños".

Los trabajadores de La Traca aseguran que no pretenden cambiar el paradigma de la verbena, “solo ofrecer una alternativa para celebrar Sant Joan de una manera diferente”, apunta Pol Moya. La fiesta, opina, es “cada vez más familiar”. Mientras hace su pedido, Quílez recuerda que hace 20 años dos semanas antes de la verbena “ya se oían petardos a todas horas”, y agradece que ya no sea así, también por las mascotas.

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