Ola de calor

"Si sales, te deshaces": la ola de calor en uno de los puntos más tórridos de Ponent

Cataluña registra la temperatura más alta de este 2025, con 43,8 ºC en Vinebre

Ivan Ribero y Joan Pau Peralta, dos bañistas en las piscinas municipales del Seròs.

SerosLas temperaturas han tocado techo este lunes. En el punto álgido de la segunda ola de calor del verano en nuestro país ya se han superado los valores alcanzados en la primera, que tuvo lugar a principios de julio, y por primera vez este año se han superado los 43 °C en Cataluña. Concretamente en Vinebre se ha alcanzado los 43,8 ºC, que no sólo son la máxima más alta de este verano, sino que suponen el récord de calor en los 27 años de datos de esta estación meteorológica del Meteocat.

De hecho, de no ser por el pico tórrido y extraordinario de julio del 2023 en el Alt Empordà que estableció un nuevo récord absoluto de calor en Catalunya –con 45,4 ºC en Figueres–, este lunes se habría igualado el récord vigente hasta entonces, alcanzado el 2019.

Más allá de las Terres de l'Ebre, también se han superado los 40 ºC en muchos puntos de la cuenca de Tremp y de Ponent. El día en el Pla de Lleida ha estado sofocante, lo que ha hecho que la inmensa mayoría de los habitantes optaran por encerrarse en casa o en el trabajo o por refugiarse en las piscinas municipales hasta que, al atardecer, la marinada (algunos llaman garbinada: viento del sur) rebajara un poco los termómetros.

"Si sales, te deshaces", asegura una de las trabajadoras de las piscinas municipales de Serós, que ha sobrepasado los 41ºC. Es allí donde se concentra el mayor número de vecinos que huyen del calor. "No tenemos otra opción", dice Iván Ribero, un joven del pueblo que reconoce que los vecinos prefieren hoy quedarse en casa encerrados que socializar.

Carme Teixidor vive en Ripollet con su marido, Enrique Luque, pero ambos vienen a pasar siempre los veranos en Seròs. "Estoy de aquí y es donde tengo mi ambiente", explica la mujer. Ventiladores en casa y las vísperas en la piscina son su manera de apaciguar el calor. "Por la tarde no salimos para nada", asegura Luque, que pese a ser natural de Málaga reconoce que el calor de Seròs no tiene nada que envidiar.

Para los mayores de Seròs, el hogar de jubilados es el único refugio para socializar en condiciones. "Estos días sólo salimos por la mañana a comprar, y poco más", dice una de las 400 socias de esta entidad, que dispone de un local en el centro del pueblo. Sin servicio de bar, por lo menos disponen de cartas y conversaciones a una temperatura razonable. Cuando cierran, a las nueve de la noche, todos vuelven a casa. "En la calle no tenemos nada que hacer estos días", dicen.

Cuatro mujeres jugando una partida de cartas en el hogar de jubilados de Seròs.

"Al menos la ola actual, en pleno agosto, nos toma con noches más largas, lo que permite que refresque más hacia la mañana", explica el alcalde, Josep Antoni Romia. De hecho, acostumbrados a encabezar el ranking de temperaturas más altas de la comarca, en el pueblo están relativamente preparados frente a las caloradas. La mayoría de campesinos y constructores realizan jornadas intensivas y las piscinas están siempre llenas en las horas centrales del día.

"Un solo ventilador para toda la casa"

Pero afrontar el calor supone un reto cada vez mayor para las familias más vulnerables, que no tienen recursos para mitigarlo. Uno de los ejemplos es el de Rita Cazador, una fragatina que lleva más de cuarenta años viviendo con su marido en Aitona. Cobra una pensión de invalidez de 700 euros mensuales que no le permite demasiados lujos, como la compra de un aparato de aire acondicionado. "Tenemos un solo ventilador de techo para toda la casa", explica Cazador. Viven en un piso de dos habitaciones pequeñas y mantienen la mayor parte del día las persianas bajadas para reducir el calor al máximo. Las noches se hacen muy difíciles.

Por problemas de salud, Cazador tuvo que plegar de su trabajo en una central frutera del municipio hace más de una década. Su marido, de albañilería, también se lesionó en un accidente laboral muy grave y lleva años incapacidad. La ola de calor actual les ha tomado además en uno de los momentos más inapropiados. Tienen que ir cada día al Hospital Arnau de Vilanova de Lleida por un tratamiento contra el cáncer. "Están siendo unos tiempos muy difíciles para nosotros", dice. Sus dos hijas, ya mayores de edad y una de ellas madre de un niño con autismo, tampoco disponen de recursos para ayudarles.

En Puigverd de Lleida, también en uno de los focos de calor más importantes de Ponent, está Marian Ler, una madre soltera de tres hijos que convive en una casa vieja donde ve imposible la instalación de aire acondicionado. "Vivimos de alquiler y estoy segura de que, si hiciéramos una inversión de este tipo, deberíamos cambiar toda la instalación eléctrica", asegura Ler, que opta por abrir ventanas por la mañana para que el fresco refrigere la casa y bajar persianas al mediodía.

Hace veinte años se marchó de Lleida capital para vivir en un pueblo como Puigverd, donde "el ambiente sea más amable y cercano". Asegura que "creció en un barrio humilde" y que siempre ha buscado un contexto similar que le permita "hacer bastante vida en la calle". Una calle que, a ciertas horas, es desgraciadamente un horno.

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