El consumo de heroína en la calle se dobla en un año y roza los valores prepandémicos
Los vecinos del Raval Sud, en el entorno de Drassanes, denuncian la degradación que vive el barrio
BarcelonaComo cada día, Regina llevaba su hijo a Tembo, una guardería privada del Raval, en Barcelona. Hacia las nueve de la mañana estacionó muy cerca de la entrada y enseguida vio a tres chicos e intuyó que se estaban drogando. Se fijó mejor y comprobó que estaban "quemando droga sobre un papel de plata" para después inhalarla. Podría ser heroína o cocaína o también una mezcla de las dos. Los chicos estaban demasiado cerca del vehículo, pero prestaban tanta atención a la preparación de la dosis que ni la vieron. Consciente de que ella sola difícilmente se habría podido defender, pidió ayuda a la escuela y enseguida salió Cèlia, la responsable del centro, para ayudarla con el niño y el cochecito. Sintieron un fuerte golpe y vieron que uno de ellos había roto una botella de vidrio. Las dos se asustaron porque, según dicen, "después de la pandemia, la situación ha empeorado y ahora [los consumidores de heroína] son más violentos". Pidieron ayuda a una tercera persona para que vigilara el coche mientras llevaban al niño al centro, porque tenían miedo de que pudieran intentar robar algo. Cuando Regina volvió al vehículo ya eran siete, los hombres que estaban inhalando la droga.
Esta escena vivida en el entorno de Drassanes, en la zona sur del Raval, es cada vez más habitual. Después de la tregua de la pandemia, el consumo de heroína se ha disparado y ya se acerca a los valores prepandémicos. Uno de los mejores indicadores para conocer la evolución del consumo de droga en la calle es la recogida de jeringuillas. El distrito donde más se encuentran es Ciutat Vella. El año 2019 se recogían 2.700 al mes y el 2020, 2.800. Las restricciones por la pandemia hicieron caer el consumo en la calle y, el 2021, el número de jeringuillas recogidas bajó hasta 1.200. Este año, con datos hasta el mes de abril, se ha doblado el número de jeringuillas recogidas al mes y ya llega a las 2.500. En el conjunto de la ciudad, la evolución es similar. De las 4.000 jeringuillas recogidas de media cada mes el 2019, se bajó hasta las 3.700 el 2020 y hasta las 2.000 en 2021. Con la recuperación de la normalidad, los datos hasta el mes de abril vuelven a subir hasta las 3.100, según datos de la Agencia de Salud Pública.
"Ya no sabemos qué hacer. No nos gusta que se hable mal del Raval, pero es que ya no sabemos qué hacer", lamenta Cèlia, contrariada. "Nosotros salimos a andar con los niños y nunca hemos tenido problemas, pero últimamente el perfil ha cambiado: se pelean constantemente, se drogan a cualquier hora, los hemos visto practicando sexo... y lo peor de todo es que no los puedes decir nada. Te tienes que aguantar", añade Cèlia. Han llamado a los Mossos en muchas ocasiones y acostumbran a presentarse al cabo de 15 minutos, pero se quejan de que no sirve de nada. El día del coche, según su versión, ni siquiera identificaron o registraron a los drogadictos. "Nos dicen que no pueden hacer nada. Que nos manifestemos o que vayamos al Ayuntamiento a quejarnos", explica.
Maite es vicepresidenta de la Associació de Veïns d'Arc del Teatre i Rodalia y ha vivido toda la vida en el Raval Sur, a tocar de Drassanes. "He visto de todo, pero como ahora, nunca", asegura, y culpa la sala de venopunción de Baluarte de buena parte de estos problemas. "Ha hundido el barrio", dice. Fuentes de la Agencia de Salud Pública defienden que "la intervención educativa que se lleva a cabo en el Centro de Atención y Seguimiento a las Drogodependencias (CAS) Baluarte y en los servicios de reducción de daños es insustituible" y que, precisamente, mejora "las condiciones de seguridad y salud, así como el civismo y buen uso del espacio público". Otra cosa es el consumo de droga que se pueda echar del centro. Conscientes de que está volviendo a crecer, el Ayuntamiento ha intensificado la presencia de educadores de calle y se ha reforzado la coordinación con los responsables de Salud Pública, Guardia Urbana y limpieza.
La zona sur del Raval es uno de los puntos de la ciudad donde se concentran más personas durmiendo en la calle y también consumidores de drogas y pequeños delincuentes. Fuentes de los Mossos d'Esquadra reconocen que en verano, cuando se sale más a la calle y llegan los turistas a la ciudad, "es normal" que aumente la delincuencia, pero aseguran que también hay más presencia policial en la calle y, especialmente, en el Raval, "por la problemática actual". Según fuentes del cuerpo, estos efectivos sí que actúan y hacen identificaciones cuando sospechan que se están cometiendo irregularidades. Los vecinos consultados, sin embargo, denuncian que "aquí no hay ninguna presión" y que por eso hay una gran concentración de personas que viven en la marginalidad. Muy cerca de esta zona, además, hay puntos de venta de droga muy activos.
Desesperados, los vecinos están estos días llamando a los medios de comunicación para intentar que la administración les haga caso y pueda cambiar la situación. En el chat que han creado, los vecinos envían fotografías y vídeos de lo que ven día a día. Se pueden ver tiendas de campaña en solares abandonados o gente durmiendo bajo un árbol en plena mañana. También tienen vídeos de personas manteniendo relaciones sexuales en medio de la calle y un amplio abanico de jeringuillas por el suelo, a pesar de que hay un servicio que las recoge constantemente. En este espacio educativo, que está en la calle Cid, están especialmente dolidos porque, además de este incidente del aparcamiento, hace tres semanas les forzaron la cerradura de la puerta y esta misma semana les han tapado con una pintada un mural que habían hecho con los niños en las persianas y que representaba una familia de elefantes. "Aún tenemos que estar agradecidas porque los elefantes han durado tres años", dice resignada Cèlia.