Desaparece el toque de queda en toda Catalunya mientras siguen los botellones

El sindicato mayoritario de los Mossos denuncia que es imposible controlar el cumplimiento de las medidas anticovid por las noches

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Ambient en las fiestas de Gràcia.

BarcelonaLa restricción estrella del Govern contra el covid-19, el toque de queda, desaparece esta medianoche en toda Catalunya después de haber resistido diez meses de forma intermitente. El confinamiento nocturno solo dejó de estar vigente un mes, entre el 9 de mayo, con el fin del estado de alarma, y el 17 de julio, hasta que la quinta oleada obligó a tomar medidas drásticas para controlar los contagios. Ahora, sin embargo, el Govern ha tenido que renunciar a esta medida por imperativo judicial. El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) encuentra “innecesaria y desproporcionada” la ampliación de la medida y el endurecimiento del umbral para aplicarla ante la tendencia a la baja de los positivos y el recorte de derechos que representa el toque de queda. Para desestimar la prórroga de esta restricción, los magistrados han argumentado que el ejecutivo ya tiene “medios igualmente efectivos y menos lesivos”, como los cuerpos de seguridad, para hacer respetar “la distancia social y el uso de la mascarilla” en las calles. En cambio, el sindicato mayoritario de los Mossos d'Esquadra (SAP-Fepol) asegura que la proliferación de botellones y fiestas ilegales en playas, parques, parkings y parajes naturales cuando se oscurece hace imposible el cumplimiento de las medidas de prevención.

“La problemática de los botellones es insostenible. Los policías, seamos del cuerpo que seamos, no tenemos recursos para dispersarlos”, afirma el portavoz del sindicato, Toni Castejón. Explica que las escenas de aglomeraciones y fiestas que se han producido en Barcelona la última semana son habituales en todo el país y advierte de que, con la caída definitiva del toque de queda, se reproducirán tanto en las grandes ciudades como en los pueblos pequeños, aunque los botellones ya estaban prohibidos, y las reuniones de más de diez personas lo siguen estando.

A pesar de que los botellones ya existían antes del covid, SAP-Fepol denuncia que estas conductas en la vía pública se han disparado en los últimos meses por la falta de alternativas de ocio nocturno, sobre todo entre los jóvenes. El fin de semana pasado, y solo en Barcelona, se desalojaron unas 12.000 personas (más de 6.000 solo el sábado de madrugada) que habían decidido alargar las Festes de Gràcia o empezar las propias en las plazas y las playas de la ciudad. Varias poblaciones de la Costa Brava, como Llançà, Sant Pere Pescador, Sant Feliu de Guíxols y Palafrugell también detectan decenas de botellones por las noches con centenares de asistentes que incumplen todas las medidas anticovid y que provocan molestias a los vecinos. Unas situaciones que han obligado a montar dispositivos más ambiciosos en algunas de las poblaciones más turísticas con policías locales, policías nacionales y Mossos.

Ahora, denuncia Castejón, será todavía más complicado controlar la situación. Subraya que el toque de queda a la una de la madrugada era un argumento para desalojar a los grupos y evitar conductas de riesgo de contagio. “Pero ahora directamente no podemos hacer nada más que instarlos a marcharse”, lamenta. Además, los últimos días los agentes se encuentran con respuestas violentas por parte de estos grupos, que los lanzan botellas de cristal o se los encaran, destaca. “Y esto es preocupante: en algunos puntos del territorio somos tres patrullas para 600 personas. En pueblos pequeños, a menudo hay una sola furgoneta”, denuncia. El portavoz de los Mossos pone ejemplos concretos: en la fiesta mayor de Sitges (Garraf) solo había una patrulla para controlar un botellón en la playa con 700 personas, y en Banyoles, donde también se organizan estos encuentros multitudinarios, solo se dispone de un coche de la policía local.

Sanciones "flojas"

Tanto el president de la Generalitat, Pere Aragonès, como el conseller de Salud, Josep Maria Argimon, han manifestado en reiteradas ocasiones que el toque de queda es una medida necesaria para disminuir los contagios de covid "por cuestiones sanitarias y no de orden público". Pero la sensación de que la pandemia está acabando porque la campaña de vacunación avanza a buen ritmo y el cansancio social está favoreciendo conductas de riesgo que, lejos de deshincharse, los cuerpos de seguridad prevén que aumenten. Este jueves de madrugada, por ejemplo, la Guardia Urbana de Barcelona ha puesto seis sanciones por incumplimiento de las midas covid en toda la ciudad y ha precintado dos locales del distrito de Ciutat Vella, un restaurante y una asociación, que cobraban a los asistentes para celebrar fiestas ilegales donde no se garantizaban las medidas de seguridad.

También de madrugada se han producido aglomeraciones y botellones en el Parc de l'Espanya Industrial, en el barrio de Sants, donde ahora se celebra la fiesta mayor, una vez finalizadas las actividades programadas, que acaban a las 00.30 horas. Según fuentes municipales, a pesar de las imágenes de aglomeraciones que han circulado por las redes, en Sants no se produjeron disturbios y la Guardia Urbana no tuvo que actuar, pero matizan que sin toque de queda solo se puede instar a la gente a marcharse si no cumplen las medidas o sancionar a quién beba alcohol en la calle. "Si el grupo no hace botellón, puedes llamarle la atención, pero no tenemos la potestad para mandarlos a casa. Solo podemos actuar si beben y, aún así, la sanción es administrativa y floja. No se lo toman seriamente, todavía menos si los sancionados son turistas extranjeros", corrobora Castejón. Así, la única opción que queda es la dispersión de los grupos, que, en muchos casos, solo cambian de acera o de calle para seguir con la fiesta.

Esta situación, alerta el sindicato, se mantendrá hasta que haya más opciones de ocio nocturno. Con todas las discotecas cerradas y los bares que no pueden abrir más allá de la medianoche, la gente busca lugares para seguir la fiesta; un argumento que hace suyo la Federación Catalana de Actividades de Restauración y Musicales (Fecasarm), que insiste en reivindicarse como "locals legales" y como una solución a los botellones.

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