Curso escolar 22-23

Un "daño colateral" del nuevo calendario y el desgaste docente: cae la formación de profesores en verano

Las entidades que organizan cursos alertan de que los docentes llegan saturados después de dos años muy duros en las aulas

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Un grupo de maestros, en una formación durante el verano

BarcelonaUnas 700 personas han acudido este viernes a un acto organizado por la Red de Competencias Básicas, del departamento de Educación, sobre evaluación. Entre el lunes y martes, cerca de 200 personas acudieron a unas charlas sobre la identidad docente, y la próxima semana también hay formaciones –sobre mentores digitales o unas jornadas de Xnet sobre seguridad digital en el entorno escolar– que tienen un buen ritmo de inscripciones. Son las buenas noticias que destacan en medio de una preocupación que planea sobre el sector educativo: la fuerte caída del número de docentes que este julio harán cursos de formación. Todavía no hay datos definitivos, pero la sensación generalizada entre las entidades que hace años que convocan estas formaciones es que este año ha sido especialmente flojo.

Se acumulan muchos factores. "Hay un cansancio global y un tensionamiento de nuestra profesión", apunta Núria Larroya, nueva presidenta de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica (FMRPC), que recuerda que los últimos cursos han estado muy marcados por la pandemia y los efectos educativos y emocionales en los alumnos. Se añade la cuestión del calendario escolar: como en septiembre habrá menos tiempo para preparar el curso, los docentes han sido llamados a ir presencialmente a los centros esta semana, que habitualmente se dedicaba a la formación.

Y también hay causas más estructurales: "La caída de la formación no es solo en verano. Después de la pandemia, hay una gran oferta de cursos rápidos y online que, a pesar de que están avalados por el departamento, no sé qué calidad tienen", añade Mar Hurtado, la presidenta en transición de la Associació de Mestres Rosa Sensat. Si antes de la pandemia la entidad tenía unos 300 inscritos en las escuelas de verano (hasta 400 o 500 si se trataba de un buen año), este año han hecho 78 inscripciones. "No llegar a los 100 ha sabido muy mal", admite. En Rosa Sensat quieren seguir apostando por las formaciones presenciales –"somos tercos", dice– y por ofrecer más asesoramiento a los claustros en conjunto, lo que se conoce como formación en centro.

Las escuelas de verano del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Catalunya (que, a pesar de este nombre, ejerce como Colegio de Docentes), que han combinado el formato presencial, híbrido y virtual, tampoco han recuperado las cifras prepandémicas. "Hemos notado una cierta bajada de los inscritos, pero estamos contentos porque ha sido una grata sorpresa tener 850, es un éxito", asegura Àlex Rocas, decano del Colegio, que lo atribuye a un "ejercicio de responsabilidad" de los docentes. Aun así, Rocas quiere que las escuelas de verano recuperen el ritmo de antes del covid y, para conseguirlo, reclama dos cosas: que la administración siga incrementando el presupuesto para la formación permanente del profesorado y que "se normalicen las relaciones" entre la conselleria y los sindicatos. "Un factor determinante para tener un sistema educativo de calidad es una buena formación docente", argumenta, e insiste en que una buena manera de lograrlo también es evitar este desgaste entre los profesionales de la educación.

Cansancio y tensión

"Los docentes que este año no se han formado no es porque estén enfadados o rebotados con el departamento, sino porque no pueden más y no tienen tiempo para hacerlo", indica Mariona Massip, profesora en la Universitat Autònoma de Barcelona y formadora de docentes. Según su parecer, la caída del número de interesados en los cursos de formación, que ha provocado anulaciones de cursos que ella tenía que impartir, es un "daño colateral" de los cambios en el calendario escolar. A Massip le preocupa que lo que ha pasado este verano marque tendencia y se arrastre los próximos años, y para evitarlo reclama que se exploren facilidades para que maestros y profesores tengan tiempo para formarse. "Se podría valorar liberarlos algunas horas durante el curso", plantea. Lo que sea, dice, pero no dar por perdida la formación del profesorado: "Es impensable un sistema educativo de calidad si los docentes no se forman", afirma.

En el departamento de Educación aseguran que están dispuestos a hablar de cómo promocionar más la formación. El director general de Innovación, Digitalización y Currículum, Joan Cuevas, se abre a "fijar" algo más por ley cómo y cuántas horas tendrían que formarse los maestros. La ley de educación de Catalunya establece que la formación permanente "es un derecho y un deber" del profesorado y también una "responsabilidad", pero en la práctica nunca se ha desarrollado este artículo y, por lo tanto, la obligación de hacer cursos no está regulada por ninguna normativa. Ahora bien, en algunos casos sí que hay un condicionante económico detrás, en el caso de los docentes que quieren conseguir los estadios de docencia (los trienios y sexenios) o de los interinos sustitutos que solo si hacen 30 horas de formación cobran julio. El ARA publicó hace unas semanas, con datos extraídos gracias a una petición en el portal de transparencia de la Generalitat, que el 29,3% de los docentes activos en Catalunya hicieron alguna actividad el verano pasado, el doble que hace diez años. Parece que, como temían los sindicatos y las entidades, los cambios en el calendario escolar han hecho que este récord se resienta.

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