Series, compras online y webs de apuestas en el aula: el problema de las pantallas se enquista en las universidades
Las universidades catalanas no tienen una norma que regule el uso de móviles y redes sociales en el aula
Barcelona"Me la suda tanto que voy a la universidad con el móvil como única herramienta para escribir". "El tiempo de uso de mi móvil ha aumentado desde que he empezado la universidad". "En bachillerato: Espero que el profesor no sepa que me he dejado un ejercicio por hacer. En la universidad: ¿Tú crees que el profesor me ha dicho que deje de utilizar el móvil dentro del aula? No sé qué se ha creído". Estos son solo algunos ejemplos de los mensajes que aparecen en Twitter cuando buscas "móvil" y "universidad", pero la anécdota de varios tuits graciosos en las redes sociales demuestra un problema real: la adicción al móvil y las pantallas que este inicio de curso ha inundado de preocupación escuelas e institutos y que ya hace tiempo que afecta a las universidades.
De hecho, un estudio realizado el año pasado a partir de 16.000 universitarios de toda España mostraba como el 45% de los universitarios sufren nomofobia, el miedo irracional a estar sin el móvil. El mismo estudio, elaborado por la Red Española de Universidades Promotoras de Salud (REUPS) con estudiantes de una veintena de universidades, también concluía que un 59% están más enganchados al móvil de lo que les gustaría y que casi un 70% de los universitarios reconocen que lo utilizan cuando deberían estar haciendo otra cosa.
Más allá de los problemas sociales y de salud que comporta esta adicción para los jóvenes, es en este "usarlo cuando se debe estar haciendo otra cosa" donde comienza el problema que se vive en las aulas universitarias desde hace años. "Están de cuerpo presente, pero no sabes a qué están conectados", explica la profesora de historia de la comunicación de la UAB Teresa Ferré. Asegura que lleva 21 años dando clases en varias universidades, pero que en los últimos 6 años el problema de los móviles y las pantallas ha ido a más. "Paseando por el aula me he encontrado una hilera de alumnos jugando en el Paraulògic, una chica comprando ropa e incluso, últimamente, bastantes chicos haciendo apuestas en páginas deportivas mientras el profesor está explicando la lección", detalla.
Lo que explica Ferré no es un caso puntual. En la UPC, la profesora de ingeniería de telecomunicaciones, Mireya Fernández, explica episodios similares: "Te acercas y ves que están mirando tiktoks en el móvil o que directamente están viendo una serie de Netflix". Otro docente de la UPC, que prefiere no dar su nombre, también asegura que ha llegado a encontrarse a alumnos que mientras estaban haciendo prácticas en el laboratorio se estaban pasando contenido pornográfico de un móvil a otro y comentándolo. "¿Qué se supone que debo hacer si me encuentro esto? Yo no soy policía y no me parece normal tener que pedir a una persona adulta que no utilice el móvil para ello en un aula", lamenta.
"El problema es que como tenemos las presentaciones y el material del aula colgado en internet, no puedes saber si están mirando el temario con el móvil o haciendo otras cosas", explica el catedrático en psicología social y ambiental de la UB, Enric Pol. Ahora bien, él reconoce que no se ha encontrado con este tipo de situaciones porque da las clases moviéndose por el aula.
La digitalización de los contenidos es uno de los motivos por los que ninguna de las principales universidades catalanas tienen una regulación o una prohibición de los móviles en las aulas. Fuentes de la UPC, la UAB, la UB y la UPF explican que no tienen ninguna normativa que regule los móviles en el aula (a diferencia de lo que ocurre en cada vez más institutos) y que sólo se hacen prohibiciones puntuales cuando existen exámenes.
Eso sí, aunque no existe una regulación concreta, hay docentes que sí consideran que está asumido que los móviles no se pueden utilizar en el aula. "No lo pueden tener si yo no doy el consentimiento de utilizarlo para buscar alguna información", explica el profesor del grado de educación de la UB, Jordi Clopés, quien asegura que es una directriz que "ya se da por entendida". Y añade: "Son personas adultas y es evidente que si yo estoy hablando, ellos no deben estar con el móvil".
Este pacto no escrito, sin embargo, no lo comparten todos los alumnos. "Cuando la sensación de que están haciendo otras cosas en el aula se convierte en evidencia, ellos no se esconden porque, aunque seguramente ya saben que no es correcto, lo tienen normalizado", lamenta la profesora del departamento de publicidad, relaciones públicas y comunicación audiovisual de la UAB, Anna Fajula, que alerta de que en los últimos años el móvil se ha convertido en "una prótesis de los estudiantes".
Clases, no 'performance'
"Es desalentador y hay días que sales realmente agotada e incluso triste", explicaFerré sobre la repercusión que también tiene en el profesor notar esa desconexión de los alumnos en el aula. Fajula coincide asegurando que es "frustrante" para los docentes, pero que también afecta el funcionamiento de las clases y en el aprendizaje de los alumnos. "El problema es que ellos creen que tienen la capacidad de realizar diferentes tareas a la vez y que pueden estar conectados al Whatsapp y poner la oreja para seguir lo que explicamos en clase y eso no es así", insiste la docente del departamento de publicidad, que explica que esto provoca un problema de atención. "Hacer sesiones de hora y media es inconcebible para ellos. Esto te obliga a convertir la clase en una especie de performance permanente para que no desconecten, pero es imposible", lamenta.
Todos los docentes consultados por el ARA coinciden en enfatizar un hecho: a diferencia del instituto, la asistencia a la universidad no es obligatoria. Una idea que, según Fernández, cuesta entender los primeros cursos. “En primero piensan que lo importante es venir a calentar la silla. En cuarto, los que los primeros años están distraídos con el móvil ya no vienen, porque es imposible que sigan la materia".