"En una entrevista de trabajo me dijeron: «Vaya, en la foto parecías más joven»"
El edadismo es la tercera causa de discriminación en el mundo después del racismo y el machismo, según la OMS
Barcelona"Cuando yo empecé a trabajar, solo existía el fax y el télex en mi oficina. Solo había un ordenador enorme y todo era manual, en archivos de papel". Remedios Reyes tiene 54 años y habla de sus inicios laborales como si fueran la prehistoria del panorama digital. Tampoco había vivido la precariedad. Estuvo 31 años en la misma empresa, pero, de repente, después de una serie de fusiones y reestructuraciones, acabó fuera. Era en 2019. "¿Y ahora qué? El abismo. Me descolocó muchísimo y lo pasé muy mal", admite. Ella nunca había estado sin trabajo y estaba, admite, en una zona de confort donde, eso sí, se había ido formando y actualizando. "Ya no era una niña, no podía dormirme", sentencia. Remedios ya presintió, en aquel momento, que recuperar las riendas del mundo laboral no le sería fácil. Y tenía razón.
La discriminación por edad o edadismo es la tercera causa de discriminación en el mundo, después del racismo y el machismo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Está tan integrada en la sociedad que pasa desapercibida, pero, en cambio, tiene unos fuertes efectos emocionales y, a pesar de que se puede sufrir a cualquier edad, es especialmente dura para la gente mayor y sobre todo en el entorno laboral. Los datos hablan por sí solos. El 2019, justo antes de la pandemia, prácticamente el 50% de los parados en Catalunya tenían más de 45 años. Entre los prejuicios más comunes hay el de pensar que no serán personas ágiles mentalmente, que no sabrán hacer uso de las nuevas tecnologías, que querrán horarios muy definidos o que no encajarán en el equipo. La psicóloga sanitaria especializada en gente mayor Núria Costa apunta que las empresas "suelen discriminar a candidatos muy competentes por razones de edad y esto es algo muy preocupante, puesto que afecta mucho la salud mental de las personas".
Este es uno de los puntos que más indigna a Pep, de 59 años, que utiliza un pseudónimo para sentirse más cómodo. Sufrió un caso parecido al de Remedios y no esconde que le ha pasado mucha factura emocional. "Es que ni siquiera llegas a la entrevista personal porque en la candidatura piden un rango de edad y si no entras, te eliminan directamente", se queja. Él hace tres años que está en el paro e intenta cuidar su salud mental "manteniéndose ocupado": estudia idiomas, hace cursos y se ha sacado el título de catalán. "Que te pidan rellenar el año de nacimiento es una discriminación en toda regla –señala Costa–. Se tendría que penalizar a las empresas que contemplan esta condición", advierte. "En la consulta veo a mucha gente preparadísima, pero mayor a ojos de las ofertas vacantes", señala la psicóloga. Pep defiende que la edad no es un condicionante objetivo: "¡La educación, la formación, la manera de comunicarse, el carácter o la actitud ante un trabajo no tienen que ver con la edad!", insiste.
"Se trata de un tema cultural y de falta de profesionalidad en los sistemas de reclutamiento, no un motivo real", argumenta Helena Martínez, consultora de recursos humanos en la Fundación Pimec. "El mito de la persona de 45 años que no se adapta al mercado no puede usarse en genérico", señala. Al final, el goteo de prejuicios hace que los candidatos caigan en una espiral de desaliento, apunta Costa, que los lleva a hacer conductas similares entre ellos. "Los afectados adoptan ciertas conductas sociales para intentar encajar en un mundo que los deja fuera; por ejemplo, se tiñen los cabellos para esconder las canas o esconden directamente su edad", detalla.
Doblemente discriminada
Remedios explica con pelos y señales la angustia que sufría antes de las entrevistas por "arreglarse". "Siempre me iba a teñir el pelo, para dar un buen aspecto", corrobora. El edadismo, sumado a la presión estética, impacta todavía más duramente sobre las mujeres mayores porque, todavía ahora, los signos físicos de la edad son cuestionados en ellas más que en ellos. "He tenido entrevistas de las cuales casi me levanto y me marcho. Una vez, apenas entrar me dijeron: «Vaya, en la foto parecías más joven»", explica Remedios. "Todo ello les genera sentimientos de impotencia, rabia, tristeza, frustración y bajo autoconcepto e incluso algunas personas claudican y llegan a apartarse socialmente a partir de una cierta edad porque creen que les acabará pasando igualmente", radiografía la psicóloga Núria Costa.
Fabio Aguilar, en cambio, a sus 53 años se resiste a claudicar. "Siempre me he mantenido activo precisamente para evitar esta sensación", dice. Él también es psicólogo y administrador de finanzas de formación, y también hace de fotógrafo profesional. En cambio, desde que llegó (ya hace más de una década) a Catalunya nunca había encontrado estabilidad laboral, hasta ahora, a sus 53 años. "Hace cinco meses que he conseguido un trabajo de lo que sé hacer, auditor de finanzas. Es el trabajo de mi vida", celebra. "Al final lo que las empresas buscan son personas responsables, con buena actitud y buenas competencias. Y es la misma persona la primera que se tiene que quitar las etiquetas, que están muy interiorizadas", recomienda Martínez. "Hay que cambiar la visión que tenemos de la vejez", coincide Costa, que añade: "Es una asignatura pendiente que se tendría que transmitir desde casa, y desde las escuelas, en la infancia y la juventud, para reencontrar el respeto que se merece esta etapa de la vida".
"Son estereotipos, la edad no tendría que condicionar nunca para nada. Lo que hay que evaluar son las personas", reclama Pep. Remedios, que hace meses que ha dejado de teñirse las canas, hace una advertencia: "Este tipo de empresarios, o de personas que juzgan por la edad, también llegarán a nuestra edad. Más vale, pues, que no todos piensen como ellos", concluye.
El edadismo se define como "el conjunto de prejuicios y discriminaciones por cuestión de edad, especialmente sobre la edad avanzada", explica la psicóloga Núria Costa. Pero sufrir este tipo de discriminación no es exclusivo de la tercera edad. "En la práctica sanitaria encontramos que el edadismo también se da entre gente joven, sobre todo en el mundo laboral. Se suelen discriminar candidatos muy competentes también por ser demasiados jóvenes", admite la psicóloga. Del mismo modo que se presupone que a una persona de más de 50 años le costará adaptarse a las nuevas tecnologías, los prejuicios sobre los jóvenes hacen que muchas empresas no los vean capaces de dirigir equipos, responsabilizarse de un cargo o tener suficiente experiencia. "Estos prejuicios e ideas negativas sobre la edad, en general, determinan la manera cómo los otros piensan de ti y también cómo te tratan", resume Costa.