De la euforia a la resiliencia: el entusiasmo de las Fallas pospandémicas se ha aguado

La escalada de precios y la borrasca 'Celia' deshacen los planes de las primeras fiestas sin muchas restricciones

Daniel Martín
3 min
Diverses falleras se protegen de la lluvia durante la tradicional ofrenda de flores a la Virgen María de los Desamparados.

Valencia"Es cierto que se ha helado mucho la cosa. Que la alegría con la que esperábamos estas Fallas se ha desvanecido un poco, pero hemos aprendido a adaptarnos. La resiliencia ha venido para quedarse y, al mal tiempo, buena cara". Con esta naturalidad, Elena Muñoz, vicepresidenta de la falla Mossén Sorell-Corona de Valencia, describe el espíritu con el que desde su comisión han aceptado las trabas que han aguado la euforia con la que buena parte de la sociedad valenciana esperaba la celebración de las primeras Fallas pospandémicas.

Y es que después de las "extrañas" Fallas celebradas el septiembre pasado, todavía con numerosas restricciones sanitarias y con el recuerdo muy presente de las suspensiones de marzo de 2020 y 2021, el colectivo festero se moría de ganas de disfrutar de unas celebraciones "como las de antes", es decir, sin límites de aforos y sin la obligación de utilizar la mascarilla en la calle. Desgraciadamente, el sueño se ha hecho añicos y la escalada de precios de los últimos meses, la crisis desatada por la invasión de Ucrania y el mal tiempo han echado a perder los planes.

Los primeros en comprobar cómo el horizonte se iba oscureciendo fueron los artistas, que desde el inicio del segundo semestre de 2021 han tenido que asumir incrementos de precios de un 25% de media. Así lo explica Paco Pellicer, maestro mayor del Gremio de Artistas Falleros, que destaca que el material que más se ha encarecido ha sido la madera –que se usa para construir los esqueletos de los monumentos–, que "ha doblado e incluso triplicado su precio". En su mayoría, la madera que se usa en las fallas se obtiene de pinos provenientes de Canadá y, a consecuencia de la escalada del petróleo, el coste de su transporte se ha puesto por las nubes. También lo han hecho derivados como las pinturas plásticas y el polietileno expandido, el material con el que se modelan las figuras, que ahora cuestan entre un 25% y un 30% más. Otro producto clave de la fiesta que ha visto cómo sus precios se elevaban ha sido la pólvora, el elemento esencial de las mascletás y los castillos de fuegos artificiales, que, según Pep Romero, coordinador de la falla Arrancapins de Valencia, se ha encarecido un 30%.

El paraguas será un acompañante imprescindible para los ciudadanos que quieran visitar las Fallas de 2022.

Tampoco han ayudado mucho a levantar los ánimos las precipitaciones constantes de la borrasca Celia, que han perjudicado la principal fuente de ingresos de la fiesta, como es la llegada de turistas. Según Hosbec, la patronal hotelera del País Valenciano, se han producido entre un 10% y un 15% de cancelaciones y no se logrará la ocupación del 90% prevista en la ciudad de Valencia. Además, el viento ha tumbado fallas y la lluvia, que ha obligado a cancelar algunos actos, ha deslucido otros actos como la tradicional ofrenda de flores a la Virgen de los Desamparados.

El encarecimiento de las materias primas y de los precios en su conjunto no solo ha debilitado la situación de los artistas falleros o de los pirotécnicos, que han tenido que elaborar monumentos y diseñar fuegos artificiales con unos presupuestos confeccionados antes de la tensión inflacionista, sino que también amenazan con marcar las Fallas de 2023. Plana la incertidumbre sobre cuál será la respuesta del sector una vez desaparezcan las ayudas extraordinarias del Ayuntamiento de Valencia, que durante los últimos dos años ha financiado el 75% del coste de los monumentos para compensar la pérdida de ingresos de las comisiones por la reducción de asociados y de actividades generadas por la parálisis pandémica. Ahora hay el temor de que una nueva crisis económica derivada de la invasión de Ucrania frene la recuperación de la cifra de falleros registrada durante los últimos tres meses. Desde principios de año ha crecido en 3.120 y ha logrado los 93.464 festeros solo en la ciudad de Valencia.

"No sabemos qué pasará, pero tendremos que hacer un esfuerzo, también para cuidar a los artistas", resume Elena Muñoz. "Nos adaptaremos y lo superaremos", pronostica Paco Pellicer, que enfatiza que reducir el presupuesto de una falla [la más cara de este 2022 sube a los 300.000 euros, a pesar de que la mayoría oscilan entre los 5.000 y 10.000] "no es ninguna tragedia". "Nos ajustaremos, pero las Fallas continuarán", garantiza.

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