Ferran Busquets, el ex director de Arrels, gana el premio Tatiana Sisquella

En sus doce años al frente de la entidad del Raval ha logrado poner, con cifras, el foco mediático en el sinhogarismo

BarcelonaHace apenas cuatro meses que Ferran Busquets (Barcelona, ​​1975) dejó la dirección de la Fundació Arrels. Lo hizo con un sabor amargo porque, pese a los esfuerzos, la realidad se impone y, tal y como admite, "cada vez hay más personas durmiendo en la calle". Esther Sánchez, que le ha acompañado en el equipo directivo, le describe como un hombre que se ha dedicado a "denunciar y reivindicar" la causa contra el sinhogarismo incluso más allá de Arrels, ya que se ha convertido en un referente para todo el sector. En sus doce años al frente de la entidad del Raval de Barcelona se ha puesto en marcha el censo y el recuento de personas que sobreviven en la calle, por lo que finalmente se han podido poner cifras a lo que hasta entonces era sólo una "sensación". Ingeniero de profesión, Busquets aterrizó en Arrels como joven voluntario en 1998 y, explica, enseguida tuvo claro la necesidad de que "la tecnología esté al servicio de las personas". A partir de entonces fue haciendo otros papeles del auca, hasta recibir el encargo de dirigir a la entidad con la que ha sido capaz de poner el foco mediático y político en el sinhogarismo. "Cuando hablabas de cifras había mucha resistencia, por lo de «nosotros atendemos a personas»", comenta. Busquets ha sido distinguido con el premio Tatiana Sisquella a la contribución social, que concede el diario ARA.

Busquets se autodefine como una persona introvertida y tímida, y la idea de ponerse a hablar en público le echaba atrás. Pero, con el tiempo, ha aprendido a "disimular" y se ha convertido en una voz presente en los medios, muchas veces hablando claro y señalando incongruencias de las administraciones o promesas incumplidas. "Con mi equipo hemos dicho cosas que sabíamos que nos caería de todo por haberlas dicho, pero teníamos que hacerlo", explica sentado en un piso donde la entidad aloja a dos hombres que habían estado muchos años malviviendo en la calle y finalmente han logrado una vivienda social en el barrio barcelonés del Raval. Éste es el éxito de Arrels y de todas las entidades que atienden al sinhogarismo, señala durante la conversación.

Placas de recuerdo a las personas sin hogar que nos han dejado.

Bajo su dirección, Arrels ha inaugurado bloques de viviendas y el Piso Cero nocturno y ha puesto en marcha iniciativas como la de recordar a las personas sin techo muertas o la de ceder una cuenta de redes sociales a usuarios de la entidad. Sin embargo, dice que una de las cosas que más le enorgullece que se puedan atribuir a la época Busquets es el cambio de mirada de la sociedad hacia las personas que viven en la calle, que hoy ya haya mucha gente del sector que se crea que no es una utopía de que no haya nadie durmiendo en las calles. "Hemos acabado con este mantra que la gente que duerme en la calle está porque quiere –afirma–. Decir esto hoy es totalmente inaceptable".

Respuesta en momentos de crisis

En este punto, enfatiza que son necesarias más inversiones y también una gran voluntad política para poner fin al sinhogarismo. Y expone que cuando se quiere se puede, como se ha visto en la recuperación de las carreteras del País Valenciano afectadas por la DANA o en la rápida acogida de familias de Ucrania que huyeron de la guerra. Con el horizonte de que el Parlament retome la tramitación de la ley de sinhogarismo, que se detuvo por la disolución de la legislatura prematuramente, Busquets alerta, sin embargo, que las leyes no son suficientes para que, al fin y al cabo, "las únicas leyes que se cumplen son las de la física".

La entidad gestiona pisos de su propiedad (procedentes de herencias solidarias) o de otras entidades para dar un lugar digno a las personas sin hogar. De hecho, le gusta incidir en que la calle acorta la vida en más de veinte años y "mata", porque la intemperie o la precariedad residencial empuja a malos hábitos, aísla y hace enfermar. Y lamenta que la sociedad acaba "criminalizando" a las personas sin hogar.

La crisis inmobiliaria que ha disparado los precios de las viviendas y los sueldos bajos son los dos factores que, si no se remedia, en pocos años harán cambiar el perfil de las personas sin hogar. El concepto hace referencia no sólo a quienes sobreviven al raso o bajo un portal, sino también a quienes ocupan naves o alquilan habitaciones en situaciones poco dignas. "Nadie de los que llegan a la calle piensan nunca que ellos van a terminar", dice. Y concluye que "todavía queda por hacer un camino muy largo" para que se cumpla el lema de la entidad: "Nadie durmiendo en la calle".

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