"La gente conoce más las costumbres de los esquimales que las de los gitanos a pesar de tenernos al lado"

Las mujeres gitanas reivindican su papel en la sociedad coincidiendo con el Día Internacional del Pueblo Gitano

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La Paqui Perona, rodeada de familiares durante un acto de homenaje a su hermano, activista gitano, esta mañana

BarcelonaSon mujeres, son gitanas, viven en la Mina y –cada una en su terreno– están decididas a tumbar los estigmas y la visión que "los payos" tenemos de ellas. Paqui Perona (53 años) y Trini Heredia (21) son de generaciones diferentes y esto se nota en sus discursos, pero su relato tiene muchos puntos en común. Coinciden en que todavía no se puede hablar de "feminismo gitano", pero sí –y cada vez más– de "mujeres gitanas feministas": "Estamos cogiendo mucho poderío", dice Trini riendo, y a la vez asegura que "la opresión –o no opresión– es cosa de cada casa, exactamente lo mismo que pasa en las familias payas ", asegura. Este viernes las dos han salido a la calle a celebrar el Día Internacional del Pueblo Gitano, que cada 8 de abril conmemora el primer congreso mundial en Londres en 1971, porque creen que es importante defender sus costumbres y su historia para hacerse entender y así cambiar la imagen hacia esta comunidad. El ARA ha conversado con ellas para ver cómo viven la doble discriminación de ser mujeres y de una etnia minoritaria en una sociedad que no se detiene y que "no acepta lo diferente". Las dos, admiten, han "roto los moldes": han dejado atrás los viejos estereotipos que acompañan a la mujer gitana y aseguran que nunca se han sentido señaladas dentro de su comunidad por hacerlo. Afuera, en cambio, sí.

"La gente no tiene ni idea de cómo somos ni de cómo pensamos", espeta rápido Paqui. "No quiero generalizar, no lo soporto, pero la mayoría de las personas todavía creen que la mujer gitana está encerrada en casa y sometida a su marido, y esto no es así: la gente conoce más las costumbres de los esquimales que las de los gitanos a pesar de tenernos al lado", reprocha. "Toda la vida hemos hecho venta ambulante. Desde el siglo XVI, cuando entramos en Europa, las mujeres gitanas hemos trabajado, compartíamos el espacio público con los hombres en la calle y hemos aportado dinero a casa..., mientras que, hasta hace muy poco, las mujeres payas se dedicaban a cuidar de sus hijos y el dinero eran cosa del hombre", recuerda esta activista, que cree que este es precisamente uno de los motivos principales por los que la cultura gitana ha sido "incómoda para el neoliberalismo blanco".

A sus 53 años, Paqui Perona es la persona más mayor de su familia. "No tengo pareja ni hijos y ahora unas sobrinas han venido a vivir conmigo porque no quieren que esté sola", explica. "A veces me dicen que soy una luchadora... No es verdad, simplemente no me he casado", aclara. La joven Trini Heredia, a pesar de varias trabas, ha decidido seguir estudiando. "Yo hasta 4.º de ESO no supe que se podía seguir estudiando. Recuerdo que vinieron al instituto un grupo de chicos gitanos a impartir una charla para explicarnos las opciones que había –hacer ciclos formativos, bachillerato, universidad...– y aquello nos impactó fuertemente. Prácticamente todos los gitanos de mi clase hemos seguido estudiando después de la ESO", dice orgullosa. Paqui, que ha visto crecer a varias generaciones y trabaja dando apoyo a familias, cuestiona más duramente el sistema educativo. "¿Por qué no hay prácticamente gitanos universitarios? ¿Es culpa de la cultura gitana o de un sistema educativo que segrega, con nivel bajo y que no te deja prosperar?", dice.

La unión con la familia y la vida en comunidad

"A mí lo que más me costó fue salir del barrio, de la Mina. Era mi zona de confort total y me daba miedo pensar qué me encontraría siendo una niña gitana fuera de mi comunidad", explica Trini. Ahora está acabando un ciclo superior de integración social y hace las prácticas mientras vive con sus padres. "¡Estoy tan a gusto! Mi madre ríe mucho cuando lo digo", admite como cualquier otra joven de su edad. Explica que no se siente presionada para ser madre, pero reconoce que le hacen muchos comentarios al respecto. "Sé que a las chicas payas también les pasa, no es tan diferente", argumenta. "Ya prácticamente nadie, al menos de mi entorno, está de acuerdo con que las niñas se casen a los 14 o 15 años", dice con tono de cansancio Paqui, harta de explicarlo. "Yo tengo amigas que dejaron de estudiar y ahora ya tienen uno o dos hijos y me dicen que yo no lo deje, que ojalá ellas hubieran hecho lo mismo", apunta Trini.

Esta joven gitana es consciente de que en el terreno laboral nadie lo tiene fácil, pero asegura que "perteneciendo a la etnia gitana, menos". "Tengo una prima de 18 años que en una entrevista de trabajo le preguntaron si faltaría a trabajar cuando su madre se pusiera enferma. Ella contestó que, si fuera una urgencia o una cosa grave lo pediría, sí. Y yo me pregunto «pues como todo el mundo, ¿no?»", dice, haciendo notar el estigma implícito. "El mundo laboral no permite conciliar –afirma Paqui–. Es un sistema racista, sexista y jerárquico y, encima, la precariedad no permite salir de pobre a nadie: ni a los gitanos ni a los payos", dice, y matiza que para la cultura gitana la situación es mucho más hostil porque para esta comunidad "el proyecto vital es la familia, no el trabajo".

Y la vejez, ¿les da miedo? "¡Pero si es la etapa más bonita de la vida!", exclama Trini. Paqui coincide: "Ya lo has hecho todo y te puedes dedicar a ver cómo crecen las personas que quieres", dice la joven. Ella querría llegar a la vejez, dice, "habiendo dejado huella en alguien". "Es mi objetivo en la vida ahora mismo", confiesa. Paqui, a sus 53, medita la respuesta: "La vejez depende de cómo se sienta y se encuentre cada uno, pero en nuestra cultura, cuanto más viejo, más sabiduría, más respeto y más autoridad tienes y estás muy bien rodeado. El concepto soledad no se concibe en la familia gitana", expresa.

La reflexión final para las dos es clara: "Todo lo que nos pasa es más un problema de clase social que no fruto de nuestra cultura o etnia", dice Paqui, que añade: "Lo que te lleva al éxito en esta sociedad de ahora es el individualismo y nosotros vivimos en comunidad. Es un choque constante".

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