El inglés en Catalunya: necesita mejorar

La poca exigencia en el nivel de los docentes y el acceso desigual a las extraescolares nos sitúan a la cola de Europa

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Gràfic amb els nivells d'anglès

BarcelonaSi Catalunya recibiera un boletín de notas, el conocimiento de inglés probablemente estaría evaluado con un “No apto”. A pesar de que el nivel de inglés de los catalanes es un poco superior a la media española, todavía está muy lejos de los estándares europeos. Esta brecha es especialmente preocupante en un contexto en el que el desempleo juvenil está disparado y, a la vez, hay estudios que indican que un tercio de las ofertas laborales requieren un buen nivel de inglés. Convienen, por lo tanto, medidas urgentes para dar un salto hacia delante.

“Catalunya tiene más nivel que España, pero nos tendríamos que comparar con Holanda o los países nórdicos. No tenemos que jugar a la liga de España”, explica Xavier Martí, director general de Education First en el Estado. Los datos son demoledores: en un estudio reciente, esta empresa especializada en formación lingüística concluyó que España tiene el mismo nivel de inglés que hace diez años y que continúa a la cola de Europa, con un nivel parecido al de Italia, Bielorrusia o Albania.

Motivos que vienen de lejos

Hay varios motivos que explican el desastre. Algunos son históricos, en lo que Martí define como “el sueño de España de ser un estado muy importante” y pensar que basta con hablar el tercer idioma con más presencia en el mundo. “Los países nórdicos siempre son los primeros en inglés porque tienen claro que con su idioma no pueden atraer inversiones e invierten en formación”, explica. Ahora bien, Martí también señala “errores” que han cometido los gobiernos en los últimos años. “Habríamos podido invertir en políticas agresivas de inglés aprovechando el crecimiento económico de los últimos años, pero no se ha hecho y hemos dejado pasar la oportunidad”, lamenta.

Si en Catalunya hay mejor nivel de inglés, apunta Martí, es porque los estudios han demostrado que hay una relación entre la capacidad económica de un territorio y el conocimiento del inglés: “Las zonas más ricas tienen mejor nivel de inglés”, dice Martí, y pone de ejemplo el mapa de España, en que las comunidades del norte tienen más puntuación que las del sur. Ahora bien, Catalunya no puede caer en la autocomplacencia: uno de los problemas principales aquí es la enorme desigualdad -y esto es lo más grave- que la escuela no es capaz de revertir.

Las pruebas de competencias básicas así lo demuestran. Desde hace unos años, tanto en sexto de primaria como en 4o de la ESO se han consolidado los 70 puntos básicos, pero los docentes y los expertos avisan que esto solo significa que se han adquirido los conocimientos mínimos del idioma, una mochila básica de aprendizajes que en ningún caso puede ser el índice de referencia. Y además, las pruebas evidencian que no todos los alumnos adquieren este mínimo: en los centros de alta complejidad, donde se concentran familias vulnerables, con un nivel educativo más bajo y con alumnos recién llegados, los alumnos de ESO tienen 18,3 puntos menos de media en inglés.

La desigualdad extraescolar

“El nivel de inglés depende del nivel socioeconómico del entorno en la escuela”, admite Ana Cañete, maestra de inglés. En las aulas, las diferencias se evidencian con toda la crudeza, y aquí es clave si las familias pueden pagar clases de extraescolares. Las de idiomas, encima, son las más caras de toda la oferta educativa, según ha concluido recientemente el Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona. En la escuela pública donde trabaja Ana, en Sant Esteve Sesrovires, hay muchas familias que pagan una academia y clases de refuerzo. En el instituto donde trabaja Maria, en Badia del Vallès, “no hay muchas” que se lo puedan permitir.

Sin embargo, los milagros, en educación, no existen. No hay recetas mágicas ni rápidas, sino que para mejorar el nivel de inglés hacen falta soluciones estratégicas y sostenibles a largo plazo. “Se puede actuar de dos maneras: aumentando la cantidad del contacto con el idioma o aumentando la calidad”, expone Cristina Escobar, profesora de didáctica de la lengua de la Universitat Autònoma de Barcelona. Para aumentar las horas lectivas en inglés, muchos centros han apostado por enseñar en este idioma materias como ciencias (science), plástica (arts) o matemáticas (maths), así como por avanzar el inicio del aprendizaje del idioma en infantil. Ahora bien, los expertos señalan que lo que hay que priorizar es la calidad de estas horas. “Esto quiere decir que necesitamos maestros muy formados y que dominen muchísimo la lengua oral”, afirma Anna Vallbona, especialista en el aprendizaje del inglés y profesora en la Universidad de Vic.

Y aquí hay trabajo, mucho trabajo por hacer. Ahora mismo, para ser maestro de inglés o bien dar clases en este idioma en primaria se necesita acreditar un nivel B2 -el First Certificate, según los exámenes de Cambridge-. Solo 5.083 maestros tienen este perfil acreditado. En la ESO, la exigencia es un poco superior y se pide un C1 (como el Advanced), un nivel que solo tienen 4.463 profesores, según datos que el departamento de Educación ha facilitado al ARA. Es decir, teniendo en cuenta que en Catalunya hay 5.430 centros educativos, no hay ni dos docentes por centro que puedan dar clases en inglés. “Cuanto más nivel se pida, mejor. Un B2 para dar clases en primaria es demasiado justo y un C1 para dar clases en la ESO también”, avisa Vallbona, que propone políticas públicas para que los profesores puedan formarse, como cursos en el extranjero: “Hay que mejorar la calidad de lo que se hace en la escuela, porque es donde se aprenden las bases”.

Sin requisitos en la universidad

Ahora bien, hay que planificarlo porque si la administración sube la exigencia todavía habrá menos docentes con el nivel mínimo para poder dar clase. “No tenemos suficientes docentes porque las universidades tampoco lo piden y no hay incentivos para venirse a formar y sacarse la mención de docente de inglés”, afirma Escobar. Además, en 2014 la Generalitat anunció que a partir de 2018 sería necesario acreditar un nivel B2 de una tercera lengua para obtener cualquier grado universitario, pero las universidades consiguieron una moratoria hasta este curso, alegando que no podían cumplir con aquella decisión. La secretaría de Universidades y el departamento de Educación han preferido no hacer declaraciones alegando que todavía estaban en funciones.

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