Barcelona

Las inspectoras del Eixample

Barcelona organiza rutas de mujeres para analizar las futuras pacificaciones con mirada femenina

Las participantes a la marcha exploratoria discutiendo sobre la ruta
11/06/2021
5 min

BarcelonaSon siete, de edades diversas y todas mujeres. Son las escogidas para pasar el control de calidad a las calles del Eixample de Barcelona. Un equipo heterogéneo, de paso lento y crítico, en quien se confía para detectar, desde una mirada femenina, las carencias de las calles que se ha previsto transformar en el marco del proyecto de la Superilla Barcelona. El principal problema de la zona ha quedado claro ya al principio de la marcha exploratoria de este viernes: el grupo, formado por diez personas entre participantes y dinamizadoras, se tiene que juntar mucho para oír qué dicen unas y otras. Las mascarillas no ayudan y el ruido del tránsito es más que intenso. Y esto que el lugar de encuentro es en Gran Vía con Rocafort, una de las calles que estrenó el polémico urbanismo táctico para reducir espacio a los coches y que también tiene que estrenar el nuevo diseño definitivo.

"Ningún peatón en la zona pintada, esto lo ocupan solo los vehículos para la carga y descarga. No está bien resuelto", radiografía Mercè Capdevila, una de las participantes. Sobre el espacio azul pintado en el suelo –ya desgastado– hay tres furgonetas aparcadas la una detrás la otra. "¿Quién se pone a andar, por aquí, junto a los coches?", añade. Y quien pasa son dos personas que empujan sillas de ruedas.

La marcha, organizada por el Ayuntamiento en el marco del proceso para definir cómo tienen que ser las nuevas calles pacificadas, empieza con un juego: se pide a las participantes que se tapen los ojos con un pañuelo para "vivir la ciudad más allá de la vista", para saber qué percepciones tienen cuando no ven. La parada se hace ante un horno cafetería y en una esquina, y la conclusión es doble y compartida: que el olor de los cruasanes se intensifica cuando no vemos y que el ruido del tránsito es "insoportable".

Las participantes en el momento de taparse los ojos

"El ruido del Eixample"

"Es el ruido del Eixample, el sonido habitual de la Gran Vía". Están de acuerdo en el diagnóstico. Alguna sitúa las motos como las máximas responsables del problema y alguna, buscando la parte positiva, señala que de fondo también se oye a los pájaros. Eso sí, nada que ver con lo que se vivió durante el confinamiento domiciliario. Pero en lo que no están de acuerdo es en el grado de molestia que les genera todo el ruido.

Para algunas, como Chiara, que es italiana y hasta ahora había vivido en ciudades más pequeñas, es un problema de mucha envergadura. Lo confirman las chicas que dinamizan la sesión, que aseguran que la población que ha nacido fuera de Barcelona es más crítica con el ruido. "Es horrible", asiente Chiara, que explica que, siempre que puede, pasa por vías con menos tránsito como la calle Comte Borrell. Para otras, como Mercè Capdevila y Carme Izquierdo, que son vecinas de la Dreta del Eixample, también es una molestia, pero consideraban peor el silencio "angustiante" de los meses de confinamiento. En Barcelona, el 57% de los vecinos viven expuestos a niveles acústicos superiores a los que la OMS considera perjudiciales y la zona que sale más perjudicada del mapa es precisamente el Eixample, que también es la parte de la ciudad que concentra más tránsito: la cruzan cada día unos 350.000 coches, más de los que pasan por la ronda de Dalt y la ronda Litoral juntas (170.000 por cada una).

Entre las participantes en la marcha hay acuerdo en que hay que dar más espacio a quien anda y menos a quien va en coche, pero no hay consenso en la manera de concretarlo: el debate es sobre por dónde empezar, en si se pueden desdibujar carriles de tránsito antes de tener buenas alternativas de transporte público para todo el mundo. "Hacen falta grandes aparcamientos", añade una de las participantes. Para otras, el urbanismo táctico ha sido un buen inicio para evidenciar que se podía quitar este espacio al coche.

La ruta avanza por las calles de la Esquerra del Eixample y detecta carencias como que no haya lavabos públicos, que haya pocas fuentes, que los nombres de las calles sean mayoritariamente de hombres o que haya pocos espacios de encuentro: pocos bancos. También se abren debates sobre las diferencias entre la Dreta y la Esquerra del Eixample. "Aquí [en la izquierda] se ha mantenido más el tejido comercial y la sensación de barrio", asegura una vecina de la Dreta, que avisa que se tiene que evitar que en las zonas que ahora se pacifiquen pase lo que pasó en la calle Enric Granados, con el boom de bares y terrazas. "Si se van los vecinos y el comercio, el barrio pierde carácter", asegura.

¿Y la sensación de seguridad? La ruta se hace por la mañana y las mujeres defienden que en general no pasan miedo en las calles de la zona, a pesar de que todas admiten que por la noche priorizan pasar por las calles más anchas y con más luz. Sí que mencionan, en cambio, inseguridad en cuanto al tránsito, tanto por la difícil convivencia con patinetes y bicicletas como por ciertas actitudes de los conductores en los pasos de peatones.

Esta es la segunda de las tres rutas con mujeres que se organizan estos días en las futuras calles de la Superilla Eixample. La de ayer se hizo por la noche, en la calle Enric Granados, y las participantes sí que apuntaron que la sensación de seguridad disminuía a medida que se apartaban de la zona de bares, en las calles del lado. La tercera de las sesiones se hará domingo en el ámbito de la calle Girona.

Konstantina Chrysostonou, de la cooperativa Estrella, que se presenta como arquitecta social y es quien recoge los comentarios de las mujeres que participan, explica que este tipo de rutas solo con mujeres son muy útiles para crear un espacio donde se sientan cómodas para explicar qué les genera inseguridad en el espacio público y para desglosar pequeñas cosas que permitirían mejorar el día a día. Es ella quien les pregunta por temas como si son lo bastante cómodos los itinerarios que hacen diariamente o si tienen lugares para encontrarse.

Obras en verano de 2022

"Queremos que la mirada feminista impregne los proyectos de transformación", defiende la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz. Explica que las conclusiones de estas rutas se incorporarán en los proyectos de obra de las futuras pacificaciones. Ahora se está diseñando el modelo de calles que se implantará y la previsión es que las obras para empezar los cuatro primeros ejes –Rocafort, Borrell, Consell de Cent y Girona– y las plazas en los chaflanes empiecen el verano del año que viene.

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