El lobo se instala en nuevos territorios en Catalunya

Confirman la presencia de dos nuevos ejemplares en el Moianès y en la Alta Ribagorça, que se suman a los dos del Ripollès y Port del Comte

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Imagen del lobo que se ha instalado en el Alta Ribagorça y que captó una cámara este febrero

GironaEs uno de los animales que más leyendas y cuentos ha protagonizado. El primer tercio del siglo XX el lobo desapareció de los bosques y montañas catalanes, pero en el 2000 consiguió volver al Pirineo, después de un larguísimo viaje desde Italia, pasando por los Alpes y atravesando Francia. En el marco del proyecto europeo LoupO, los Agentes Rurales se encargan de hacer el seguimiento sobre el terreno y actualmente tienen detectados cuatro machos que viven en Catalunya. Dos ya hace tiempo que fueron localizados –uno en el Ripollès y uno en Port del Comte–, pero hay dos más que se han podido confirmar hace poco: uno se ha instalado en la comarca del Moianès y otro en la Alta Ribagorça. El coordinador del seguimiento del lobo del cuerpo de Agentes Rurales, Gabriel Lampreave, recalca que es un animal que tiene mucho miedo de los humanos y, por lo tanto, “no hay ningún peligro para las personas”. Sin embargo, con su regreso han vuelto también las pesadillas de los ganaderos, que son los principales perjudicados por sus muelas. “La administración te indemniza por cabeza de ganado, pero esto no te compensa todas las pérdidas que has sufrido”, lamenta un ganadero de Odèn (Solsonès), Florenci Serra, que después de perder 150 animales tuvo que cambiar las ovejas por las vacas para evitar que la explotación se fuera a pique. 

A pesar de que suelen vivir en manadas, los depredadores encontrados en Catalunya son individuos solitarios: no se tiene constancia de que haya ninguna hembra ni que se hayan reproducido; y tendrían que llegar más lobos para poder hablar de una población estable. Cuando se detecta la posible presencia de un animal en una zona, Lampreave y su equipo se activan para intentar confirmar si es un lobo que está de paso o si se ha instalado allí. Para saberlo, se desplazan hasta el punto donde se ha divisado, y buscan su rastro en forma de huellas, pelos y excrementos, que analizan en el laboratorio posteriormente. “No es un trabajo rápido, sino que nos lleva meses, casi un año, porque suelen abrazar territorios muy extensos y nos hacen falta muchos datos hasta poder confirmar su presencia en un territorio”, concreta el coordinador del proyecto. 

Gracias a este trabajo de detective, los Agentes Rurales han podido corroborar que el lobo que el año pasado captó una cámara en el Parc Nacional de Aigüestortes se ha quedado a vivir en una área muy ancha que incluye la Alta Ribagorça, la Ribagorça aragonesa y parte de la Vall d'Aran. “Lo hemos pillado con varias cámaras, hemos analizado sus excrementos y por genética podemos confirmar que es el mismo ejemplar”, subraya.

Los Agentes Rurales aprovechan el invierno para recoger muestras de orina de lobo en la nieve.

Es el mismo procedimiento que han aplicado con el otro nuevo lobo que han encontrado en la comarca del Moianès. En este caso empezaron la investigación después de unos ataques a unos rebaños, entre los cuales el de un ganadero que tiene cerca de un centenar de cabras y que prefiere no hacer público su nombre. El verano pasado empezó a notar que le faltaban animales, hasta que se encontró un cadáver en medio de un prado. Los Agentes Rurales acudieron al lugar, pero cuando llegaron los buitres no habían dejado ninguna evidencia, y le dijeron que debían de haber sido unos perros. “Al cabo de dos o tres semanas, tuvimos otro ataque, y mató cuatro a más”, recuerda. Por precaución, estuvo unos meses cerrando el rebaño en un cubierto por las noches, pero a las cabras no les gusta y las volvió a dejar fuera. “A mediados de febrero encontramos muertas a cuatro más, todas con el mismo patrón: tres con un mordisco al cuello y la cuarta ya medio comida”, señala. Los Agentes Rurales comprobaron por las heridas que había sido un lobo.

Compensación por los daños

Cuando una especie protegida ocasiona algún daño, es la administración quien se tiene que hacer cargo. "En total son 16 cabras muertas, pero solo me pagarán por 4, y todavía no las he cobrado. Los ataques del verano no los cuentan porque no hay evidencias que eran de un lobo”, expone el ganadero del Moianès, que calcula que le darán unos 100 euros por cabeza, una cantidad totalmente insuficiente. “Las últimas cabras eran excelentes. Los 100 euros, en un mes, me los habrían dado en leche. No te compensan nada. Además, ahora tengo muchos dolores de cabeza y problemas con la alimentación”, lamenta.

Y es que cuando un depredador ataca un rebaño, también perjudica los que hayan sobrevivido por el estrés. “El rendimiento nos hizo una bajada espectacular; tanto, que no podíamos continuar”, recuerda Florenci Serra, que entre el 2015 y el 2020 sufrió los mordiscos de un lobo en el Solsonès. Lo que más lamenta Serra es que él, durante cinco años, intentó buscar medidas para intentar convivir con el depredador, pero nadie recogió el guante. “Nunca dijimos que no al lobo. Las administraciones tendrían que haber aprovechado que éramos un grupo de ganaderos dispuestos a buscar soluciones. Igual que hacen estudios de seguimiento, pedíamos estudios de métodos para minimizar los riesgos y los daños. Pero nadie nos hizo caso, y al final tuve que dejar las ovejas y poner vacas para no tener que cerrar”, reprocha.

Expertos como el técnico forestal especializado en fauna salvaje Pol Guardis defienden la importancia del regreso del lobo, sobre todo por su función ecológica como grandes depredadores. Guardis, sin embargo, subraya que hay que definir toda una serie de estrategias y medidas “para que todo el mundo acepte sus responsabilidades: tanto desde el mundo rural –que lo sufrirá directamente–, como desde los espacios urbanos desde donde se considera que debe haber este regreso”. “Pero tenemos que remar todos en la misma dirección, porque si no irá en detrimento de las especies, y son las que tienen menos culpa”, recalca. 

70 osos en el Pirineo desde el 2019

Desde el 2019, el proyecto europeo LoupO ha identificado un mínimo de 70 osos y 8 lobos en el Pirineo. En el caso de los primeros, hay una población reproductora en la Alta Garona, L'Arieja, la Vall d'Aran y el Pallars. En cambio, del lobo solo se han encontrado algunos machos erráticos asentados en el Prepirineo y en el Pirineo oriental. Para identificarlos se han recogido más de 500 muestras, como pelos, heces y orina en nieve. 

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