La peligrosa vida y muerte de John McAfee
QAnon y Rusia alimentan las teorías de conspiración sobre la muerte del creador del primer antivirus comercial
BarcelonaJanice, la última mujer del creador del primer antivirus comercial, John McAfee, publicó domingo en Twitter un texto de homenaje a su marido por el día del padre. Acusaba a las autoridades de los Estados Unidos de estar decididas "a hacer morir a John en prisión para usarle de ejemplo por hablar públicamente de la corrupción de las agencias gubernamentales". La fotografía de portada de su cuenta todavía es una imagen de su marido, esposado y rodeado de media docena de agentes de los Mossos d'Esquadra. Lo habían detenido el 3 de octubre en el aeropuerto de El Prat, cuando pretendía volar a Estambul, y martes, con 75 años, murió en la cárcel de Brians II. Las autoridades catalanas tienen claro que fue un suicidio –a pesar de que, como siempre que hay una muerte violenta, se ha abierto una investigación que lleva un juzgado de Martorell–, pero su entorno, publicaciones en las redes como esta y otras declaraciones del mismo John McAfee han servido para que la red conspiranoica QAnon e incluso el gobierno ruso alimenten la teoría de que él no se mató.
La portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Vladimirovna Zakharova, publicó jueves en su canal de Telegram la noticia de la muerte de McAfee en Catalunya. Añadió que hacía unos meses McAfee había tuitado: "Estoy contento, aquí. Tengo amigos. La comida es buena, todo está bien. Sabed que si me cuelgo, al estilo Epstein, no será culpa mía". Para acabar de sembrar la duda sobre la muerte de McAfee, Zakharova remató: "Me gustaría que, por una vez, el misterio de la muerte de figuras públicas occidentales no se resolviera 50 años después". No es la única que pone en entredicho que McAfee se suicidara. Donald Trump Jr., hijo del expresidente de los EE.UU., preguntó a sus seguidores de Twitter si creían que realmente McAfee se había matado o si le habían "epsteinizado".
De hecho, internet se está llenando de publicaciones y falsas noticias que apuntan o incluso afirman que mataron a McAfee para silenciarle. Y buena parte las impulsan personajes y webs vinculados a QAnon, una teoría de conspiración de extrema derecha de origen norteamericano según la cual Donald Trump lucha contra una sociedad secreta de pederastas satanistas formada por políticos demócratas, actores de Hollywood y altos funcionarios. Solo Rafael Palacios –uno de los principales difusores de QAnon en el mundo hispano, con casi 130.000 seguidores en Telegram– ya ha hecho una treintena de publicaciones sobre John McAfee, sobre todo vinculándole a su movimiento. Los conspiracionistas afirman, sin ningún tipo de indicio, que tenía 31 terabytes de información sensible, y que por eso le mataron.
El abogado norteamericano de McAfee, Nishay K. Sanan, en un comunicado al que ha tenido acceso el ARA, afirma: "John fue y será siempre recordado como un luchador. Él intentó querer a este país pero el gobierno de los EE.UU. hizo imposible su existencia. Intentaron borrarlo, pero han fallado". Martes día 15 McAfee declaró en la vista de la Audiencia Nacional para su extradición a los EE.UU., donde le reclamaban por fraude y evasión de impuestos. "He pagado decenas de millones de dólares en impuestos de los Estados Unidos", afirmó por videoconferencia desde Brians II, tal como se puede ver en un vídeo publicado por la agencia rusa Ruptly. Explicó a los jueces que había detectado "corrupción en el IRS" (el Internal Revenue Service, la agencia federal de recaudación de impuestos de los EE.UU.), y que por eso vendió la empresa –McAfee Associates– y entró en política. "Creía que solo a través de la acción política podía exponer la corrupción dentro de la IRS", añadió. Él mismo dijo a los jueces que había intentado ser el candidato del Partido Libertario a las elecciones de los EE.UU. y añadió que estaba seguro que, si le extraditaban, "pasaría el resto de su vida en la cárcel".
Pena y extradición
El pasado miércoles le dijeron que el tribunal había decidido enviarlo a los EE.UU. porque no había "ninguna prueba acreditativa" de que sufriera persecución política, según Europa Press. Pocas horas después le encontraron muerto en su celda. Fuentes penitenciarias explican que cuando murió, McAfee estaba solo. Y si bien no hay cámaras de videovigilancia dentro de las celdas que no son de aislamiento, sí que hay en los espacios comunes y no puede ser difícil comprobar si alguien habría podido entrar. A pesar de todo, su abogado en España, Javier Villalba, ha afirmado en declaraciones a Reuters que "tenia contacto telefónico constante con él" y "en ningún momento mostró ninguna preocupación o indicación que nos hiciera pensar que esto [el suicidio] podía pasar". También ha pedido al juez que se pueda hacer una segunda autopsia al cuerpo. Su viuda, Janice, ha puesto en entredicho que la muerte fuera un suicidio esta tarde mismo en la puerta de Brians II, según 3/24. "Les últimas palabras que me dijo fueron: «Te quiero y te llamaré esta noche». Estas palabras no las dice alguien que se quiere suicidar", ha dicho. En todo caso, la investigación judicial está en marcha, y se añade la del Síndico, Rafael Ribó, que en un comunicado afirma que pedirá a Justicia "que le informe lo antes posible sobre las circunstancias que han rodeado estos hechos y de las medidas tomadas para investigar el caso".
El tuit donde McAfee había dicho que estaba "contento" era de pocos días después de su detención, hace ocho meses. En la publicación de domingo su mujer, Janice, daba otras pistas sobre su situación: "Estos ocho meses que John ha pasado en prisión en España han sido especialmente duros para su salud en general, física y mentalmente, y también financieramente, pero está decidido a continuar diciendo la verdad al poder". Él mismo había hecho algunos tuits donde dejaba claro que no pasaba por un buen momento. Se quejaba de la comida "indistinguible de excrementos de rata con aceite de motor", de la falta de libros en inglés y definía la cárcel como "una guardería donde los niños se drogan, llevan armas improvisadas y los profesores te castigan por hacer preguntas". El 10 de junio mismo tuiteaba: "Hay mucha pena en la cárcel, disfrazada de hostilidad".
Drogas, violencia y tecnología
John McAfee, nacido en una base militar norteamericana en el Reino Unido en 1945, siempre ha sido un personaje, como mínimo, controvertido. Lo echaron de la universidad estatal de Luisiana en 1968, donde preparaba su doctorado en matemáticas, porque tenía una relación con una estudiante de grado con quien se acabó casando –se casó tres veces–. El despido no le paró. Trabajó para diferentes empresas e instituciones, incluyendo la NASA, a pesar de que en 1974 dejó un trabajo bien pagado en una aseguradora para viajar a Katmandú. "En aquellos días Katmandú era un paraíso de las drogas", escribió años más tarde.
Aquella parada no le impidió volver a trabajar y en 1986, trabajando para otra compañía, entró en contacto con el que se considera el primer virus informático: Brain, ideado por los hermanos paquistaníes Amhad y Basit Farooq Alvi, que se calcula que llegó a infectar unos 100.000 disquetes, según la revista Time. Habían ideado aquel programa como un primitivo sistema anticopia, para evitar la piratería, pero se les escapó de las manos. McAfee fue lo suficientemente visionario para ver la oportunidad: en 1987 fundó McAfee Associates Inc. y empezó a vender el primer antivirus comercial.
La reconocida serie Halt and catch fire (que se puede ver en Filmin) se inspira en McAfee para la tercera temporada, centrada en el personaje Joe MacMillan, que vende el primer antivirus robando el programa a un compañero suyo. John McAfee se hizo rico, pero se fue distanciando de la empresa hasta que en 1994 vendió todas las participaciones que le quedaban. Renegó de ella hasta el punto que diecinueve años más tarde llegó a publicar un vídeo donde se parodiaba a si mismo, rodeado de mujeres jóvenes –a menudo hacía ostentación de sus "assistents"–, droga y armas, y aconsejaba que todo el mundo se desinstalara el antivirus que llevaba su nombre. "No he tenido nada que ver con el software McAfee durante más de quince años, he tenido cosas más interesantes por hacer", decía, antes de leer todo tipo de quejas sobre el antivirus y de hacer ver que disparaba a un ordenador con el programa instalado.
Las otras aventuras empresariales no le fueron tan bien. En 2009 The New York Times publicó que a John McAfee, que había intentado crear su negocio en el mercado inmobiliario, le quedaban cuatro millones de dólares, a pesar de que había llegado a tener un centenar. La crisis del ladrillo le había pillado mientras se dedicaba a comprar y a vender mansiones. También inició aventuras empresariales vinculadas al sector farmacéutico y al de la seguridad informática, pero donde vio otra oportunidad fue con las criptomonedas, y se sumergió a fondo.
En aquella época pasó una buena temporada en Belice, aunque no paraba de viajar. El periodista Joshua Davis, que escribió un libro por encargo de la revista Wired, lo definió así en 2012, justo después de que le empezaran a buscar en Belice por el asesinato de su vecino: "McAfee es una persona compleja y volátil. Puedo decir que en mis dos visitas a Belice y en decenas de conversaciones telefónicas fue razonable y lúcido, pero, en varias ocasiones, se rompió".
McAfee se fue del país centroamericano y nunca le llegaron a interrogar por aquel crimen. Su vecino, Gregory Viant Faull, según TheTelegraph se había quejado de los perros de McAfee. Cuando le encontraron muerto de un disparo disparado con una Luger alemana descubrieron que alguien había envenenado a cuatro de los animales de McAfee. El documental Gringo: the dangerous life of John McAfee trata esta parte de la vida del creador del primer antivirus comercial, aborda la violencia que le rodeaba, insinúa que podría estar implicado en otro asesinato y entrevista a una excompañera de trabajo, Allison Adonizio, que explica que cree que la drogó y violó.
Mientras pasaba todo esto, McAfee continuaba haciendo negocios, cada vez más dudosos. La Oficina del Fiscal del distrito sur de Nueva York emitió un comunicado en el mes de marzo donde explicaba que, con el FBI, lo investigaban por conspiración por cometer fraude y blanqueo a través de tramas vinculadas con criptomonedas. Según la fiscal Audrey Strauss, McAfee utilizó "el entusiasmo entre los inversores del mercado emergente de las criptomonedas para ganar millones a través de mentiras y engaños". Él y su equipo utilizaban las redes sociales –McAfee todavía tiene más de un millón de seguidores en Twitter– para publicar mensajes que disparaban o hacían caer criptodivisas "mediante declaraciones falsas y engañosas para ocultar sus verdaderos motivos interesados".
La última etapa la pasó escondido en Catalunya, en concreto, en Cambrils, donde le cogió la pandemia del covid-19. Las autoridades de los EE.UU. ya le buscaban y él hacía ver en las redes sociales que iba de país en país, pero publicaba fotografías con detalles que le delataban y tuiteros de la zona identificaban los lugares por donde se movía. Tal como descubrieron los Mossos d'Esquadra, no había dejado los negocios: había montado una mina de criptomonedas en el Hotel Daurada Park. Desde ahí colaboraba en el proceso de cálculo necesario para que se creen nuevas monedas de cualquier criptodivisa. Una tarea que puede ser lucrativa, pero que ya tiene poco margen si no se hace a gran escala, por el coste en maquinaria y electricidad que requiere. En todo caso era un negocio lejos del tren de vida al que se había acostumbrado.