Presión para recuperar la 'conselleria' de Universidades e Investigación
Actualmente depende de Empresa y Conocimiento
El mundo universitario y de investigación de Catalunya presiona para que el futuro gobierno de la Generalitat recupere una conselleria específica para este sector. En un manifiesto que han hecho público este jueves con el lema Suport a la ciència, varias personalidades reclaman que "las políticas de universidades e investigación tengan una voz propia en el consejo ejecutivo". "Es el signo de los tiempos. No dejemos perder esta oportunidad de formar parte de los países que contribuyen a crear un mundo mejor", afirman en el texto, en el que defienden que para afrontar "las emergencias económicas y sociales" derivadas de la pandemia es "imprescindible" apostar por las políticas de conocimiento, la formación universitaria de calidad y la investigación científica. "Catalunya no se puede permitir fallar en este campo si de verdad quiere ser competitiva", dice el manifiesto.
Entre los firmantes está el ex secretario de Universidades e Investigación Arcadi Navarro, el investigador de la Universidad de Leicester y la UOC Salvador Macip o el director asociado del Barcelona Supercomputing Center, Josep Maria Martorell, así como profesores y catedráticos universitarios, alumnos, doctorandos o investigadores, entre otros. Todos reivindican "más que nunca" el papel de las políticas científicas en la acción de gobierno, porque consideran que la pandemia ha puesto de relieve que "solo una apuesta decidida por la investigación científica" permite garantizar "un futuro mejor para las próximas generaciones". "La pandemia nos ha enseñado que la ciencia no da solo prestigio a un país, sino que también es un motor de cambio que proporciona ganancias sociales y económicas cuantificables", dicen.
Las universidades públicas se suman a la petición
De hecho, aseguran que los países líderes consideran que la ciencia es clave para salir de la crisis sanitaria y económica derivada del covid-19, una idea muy parecida a la que hace solo unos días defendió la Associació Catalana d'Universitats Públiques (ACUP) en un artículo en La Vanguardia, en el que ya proponían que el nuevo Govern se dote de un departamento específico que incluya "únicamente y exclusivamente" las responsabilidades de formación, investigación e innovación, como tienen países como Francia o Portugal.
La conselleria de Universidades de la Generalitat ha tenido una trayectoria bastante corta. Se creó en 2000 durante el último gobierno de Jordi Pujol y el conseller de Universidades, Investigación y Sociedad de la Información fue Andreu Mas-Colell, que desplegó la creación de centros de investigación y del programa Icrea para fichar a investigadores internacionales. Después, con los gobiernos del tripartito, fueron nombrados Carles Solà y Manel Balcells, hasta que en 2006 se suprimió esta conselleria. Con el regreso de Mas-Colell como conseller de Economía en 2010, Universidades e Investigación volvió a depender de su departamento (Economía y Conocimiento), pero sin tener una conselleria consejería propia, como tampoco la ha tenido durante las últimas legislaturas. Ahora estas áreas dependen de la secretaría de Universidades e Investigación, que forma parte del organigrama de la conselleria de Empresa y Conocimiento, hasta ahora liderada por Ramon Tremosa.
En el Estado, el acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos obligó a los dos partidos a repartirse el pastel de los ministerios y el ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades que lideraba Pedro Duque se separó en dos: él, independiente fichado por el PSOE, se quedó con las atribuciones de Ciencia e Innovación, mientras que el también independiente pero de la órbita de Unidas Podemos Manuel Castells es el responsable de Universidades. Este hecho levantó polvareda en el sector porque la división provocaba, por ejemplo, que una universidad pública catalana tuviera que hablar de política de títulos universitarios con un ministro (Castells), de proyectos de investigación con otro (Duque) y de financiación con la Generalitat. Tres interlocutores –y tres partidos políticos– diferentes.
