La Sagrada Familia presenta cómo será el mirador en forma de cruz que la coronará
El templo prevé normalizar el ritmo de visitas en 2024 y todavía no se marca un plazo para acabar las obras
BarcelonaLa Sagrada Familia no estará acabada en 2026. Este ya fue el anuncio que se hizo desde la junta constructora del templo el año pasado, después de los efectos más duros del covid. Y ahora, una vez se recuperan solo de manera progresiva las visitas, que son la principal fuente de financiación de los trabajos, nadie osa todavía poner una fecha para la culminación de las obras. ¿2030? "Sería deseable, una ilusión", ha dicho este martes el director general de la junta constructora, Xavier Martínez, en la ya tradicional rueda de prensa de balance que se hace antes de las jornadas de puertas abiertas de la Mercè.
Un balance que, esta vez, llega lleno de si es posible y de si todo va bien, porque según han expuesto tanto Martínez como el arquitecto director, Jordi Faulí, todo estará condicionado por la recuperación de los visitantes. Ahora mismo, la previsión es cerrar el año con unos 810.000 visitantes, que representarían el 17,2% de los que pasaron por el templo el último año prepandemia. Y, a pesar de que las proyecciones para 2022 son "optimistas" –se espera llegar al 35% o al 40% de los que había en 2019 y poder destinar hasta 34 millones a las obras–, el templo lo mira con "cautela" y no confía recuperar el tráfico habitual de gente antes de 2024. Será entonces, según Martínez, cuando se podrá plantear una nueva fecha para el final de las obras. Hasta entonces: "cautela". Y se confía, también, en la campaña puesta en marcha para recibir donaciones internacionales, que, a finales de año, habrá recaudado unos 250.000 euros, y en posibles patrocinios como el que hizo posible el concierto de la Filarmónica de Viena.
Lo que sí garantizan desde la junta es que el templo se acabará y que será "nuestra generación" la que lo haga, tal como reivindican ahora en un vídeo en el que se quiere homenajear a todas las generaciones que han trabajado en las obras. El primer cambio que se verá, ya este 8 de diciembre, será la culminación de la torre de la Virgen María, que, con 138 metros de altura, será la segunda más alta de la Sagrada Familia y la primera que se acaba en 44 años. Lo que falta ahora es colocar la estrella iluminada de 12 puntos que lo tiene que culminar. Pero la gran "novedad" que ha querido presentar la junta, ya acostumbrada a vender los hits del proyecto coincidiendo con la Mercè, es la terminal que coronará la torre más alta: la de Jesucristo, a 172,5 metros de altura.
Un nuevo mirador
Este acabado estará culminado por una cruz de cuatro brazos transitables y con aperturas de cristal que se convertirá en el mirador más alto de Barcelona, muy por encima de los 154 metros del Hotel Arts y Torre Mapfre, los edificios más altos de la ciudad, pero sin superar Montjuïc. La parte final de la torre de Jesucristo, que tendrá 17 metros de altura y una envergadura de 13,5 metros, estará recubierta de cerámica blanca esmaltada con la idea de que, como recogía el proyecto de Gaudí, refleje la luz del sol de día y por la noche esté iluminada por focos potentes. El arquitecto director ha apuntado que este aspecto, el de la luz, se negociará con el Ayuntamiento para adaptarse a las normativas sobre contaminación lumínica. En la parte central de la cruz estará el cordero de Dios y de la base bajarán unas letras con las inscripciones "Tu solus Sanctus", "Tu solus Dominus" y "Tu solus Altissimus".
Las 12.000 personas que visiten la Sagrada Familia durante los tres días de puertas abiertas de la Mercè podrán ver un vídeo de cómo será la parte más alta de la torre más alta: el futuro mirador de Barcelona. Se prevé que durante el 2022 la torre de Jesucristo crezca dos o tres niveles más y pueda llegar a nueve de los 12 totales. Al final, estará la cruz.
Otra parte del proyecto que avanzará, de acuerdo con lo que se pactó con el Ayuntamiento para obtener la licencia de obras, es el derribo de las antiguas dependencias parroquiales para liberar espacio en el chaflán de Sardenya como compensación por la construcción de una capilla que pisará parte de la acera de Provença. El mes que viene, por otro lado, está previsto poner en marcha la complicada restauración de la fachada del Nacimiento, que se hará por fases.
De momento, el templo mantiene todavía el 30% del personal en ERTE y ha reducido en seis personas la plantilla, que había crecido cuando se ponía toda la carne en el asador para llegar a tiempo en 2026, que es el año en el que se celebra el centenario de la muerte de Gaudí y cuando Barcelona será Capital Mundial de la Arquitectura. No será posible.