Relaciones juveniles

Sexo entre adolescentes: qué sabemos y por qué nos asusta

Pese a la influencia del porno, los expertos alertan de que no se puede generalizar

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Una pareja joven en una imagen de archivo

Barcelona"Se pagan apuntes o dejar copiar en el examen con felaciones en el lavabo". La afirmación de la educadora social Marina Marroquí en el primer capítulo del documental Generación porno de TV3 hace abrir los ojos como naranjas en el sofá de casa. Todo el mundo habla desde hace semanas. El impacto del programa es profundo. ¿Nuestros adolescentes –los que tenemos en clase, los que conviven con nosotros, los que quedan por salir con nuestros hijos– también hacen esto? La pregunta es incómoda y la respuesta también. Pero quizás no en el sentido que nos esperábamos.

Los mismos chicos admiten que en las primeras citas ya hay felación. Lo afirma la enfermera Vanessa Cruz, enfermera del CAP Nord de Sabadell, que lleva 16 años atendiéndolos en la consulta abierta y en las charlas con respecto a las aulas, dentro del programa Salud y Escuela. El hecho de que en TV3 se hablara del intercambio de apuntes por sexo oral no le sorprende. “Hace tiempo que pasa, no es cosa de ahora –afirma–; incluso tenemos un instituto en el que tuvieron que cerrar los lavabos con llave porque pasaba esto”.

Los expertos que trabajan con niños tienen claro que tanto la pornografía como las series de televisión, el cine, la música y las redes sociales tienen mucho que ver con la extensión de este modelo en el que las felaciones “van con el pack”. De hecho, "los chicos lo dan por hecho y las chicas entienden que a ellas el sexo oral no les toca". Es la sexóloga Sílvia Catalán quien llega a esta conclusión a través de los talleres de sexualidad que se refiere a los alumnos de secundaria. El cunnilingus no se lleva entre los adolescentes, porque el placer femenino es –exactamente igual que ocurre en el mundo adulto– entre desconocido y tabú. Un mensaje que la ficción, como el porno, refuerza constantemente y que tiene un traslado práctico a la vida real. “Una felación es algo muy rápido, que puede ser muy excitante y que implica poco espacio y poco esfuerzo físico: es como el fast food”. A éste fast sex que describe Catalán, la ginecóloga Raquel Tulleuda ve otro problema, como es la preocupación de las chicas por satisfacer sexualmente a los chicos en unas relaciones que llegan tan pronto que no ha habido margen para el flirteo, ni para identificar el deseo y apetencia. Tulleuda es categórica: “No podemos permitirnos que la primera relación sexual de chicas de 14 años sea el sexo oral, sin haberse masturbado mutuamente antes”.

La mirada sesgada de los adultos

Casos como el del intercambio de apuntes por felaciones son situaciones de abuso y de violencia y deben identificarse así, como prácticas que no responden al deseo, ni al consentimiento. Pero, para la psicóloga del Centro Joven de Atención a las Sexualidades (Cjas) Maria González Aran, el foco debe ponerse en otro punto: el interés que tienen los adolescentes por conocerse y por cuidarse. “Es cierto que a los chicos se les sigue socializando como sujetos de placer y las chicas, como objetos de placer, pero unos y otros tienen mucho más claro que nosotros qué es el consentimiento y son mucho más responsables respecto a los suyos cuerpos de lo que lo habían sido otras generaciones”. En este sentido, Sílvia Catalán defiende con firmeza que los adolescentes "tienen la cabeza muy bien puesta en general" y especialmente las chicas tienen una visión del sexo abierta, segura e informada.

De hecho, a la hora de entender cómo viven la sexualidad los adolescentes es importante tener claro que no son una unidad y que abordarlos como un sujeto homogéneo es un error, porque, si algo los define, es la heterogeneidad. "No llegamos a saber cuáles son las sexualidades de los adolescentes y jóvenes", avisa Cristina Martínez Bueno, responsable de atención a la salud sexual y reproductiva del Instituto Catalán de la Salud. “Nosotros somos boomers para ellos, solo empiezas a conocerlos cuando te acercas preguntando y escuchando sin juzgar, y consigues que se abran un poco”. Y cuando esto ocurre, cuando se abren, descubrimos que su sexualidad es más diversa, más consciente y más placentera y que son “monógamos seriales”, o sea que, cuando están en pareja, no hay “entradas y salidas”, sino que tienen compromiso con lo que significa una relación.

Son, eso sí, parejas que duran poco tiempo (relaciones de tres meses son consideradas “largas”) y que se encadenan unas con otras. Se caracterizan también por la diversidad, que es mucho más amplia que en las generaciones precedentes, en las que la sexualidad se estructuraba basándose en cajones cerrados. Hay chicas que tienen sexo con chicas, chicos que tienen sexo con chicos, chicas (especialmente) que tienen sexo con chicas y también con chicos, chicos asexuales… Maria González Aran se agarra a esta realidad para advertir que los jóvenes “nos están pasando la mano por la cara en cuanto a diversidad y empoderamiento” y apuesta por hacer una aproximación hacia los adolescentes desde esta comprensión y asumiendo “las resistencias, los estereotipos y los estigmas” del mundo adulto.

El silencio en casa y en la escuela

Sexo y adolescencia es un binomio que causa terror en muchas familias. Es evidente que la comunicación con un adolescente a menudo es penosa, pero, como avisa Cristina Martínez Bueno, "los padres tampoco pueden esperar a que dejando un preservativo un día a la salida de casa ya esté todo el trabajo hecho". Se añade la falta clamorosa de una educación sexual y afectiva real en la escuela. Martínez Bueno reivindica que debe haber un currículum establecido en las aulas para trabajar de forma transversal la formación sobre la sexualidad: “Los profesionales de la salud tenemos que colaborar, pero no con una aparición puntual de una hora y media en todo el curso, porque esto no es educación sexual”.

Desde el mundo educativo también se observa con preocupación este vacío de formación sexual, especialmente por los cambios que están detectando en la dinámica de las relaciones entre adolescentes. Mònica Geronès es directora de planificación y estrategia educativa de la Fundación Collserola y encuentra preocupante que los adolescentes "normalicen un modelo de relaciones sexuales desvinculadas de la afectividad, el respeto y la igualdad". El mundo escolar denuncia que también esto recaiga solo sobre los maestros, mientras el conjunto de la sociedad "ha abandonado" su papel educativo.

Para la psicóloga Maria González Aran, es significativo que los adultos sean incapaces de acompañar a los adolescentes en el proceso de la iniciación en la vida sexual con criterio y con perspectiva crítica. "Los adultos seguimos reproduciendo violencias machistas y discriminaciones, tenemos muchos tabúes y también somos imprudentes en nuestras relaciones sexuales, pero a ellos les pedimos que no hagan nada de todo esto, sin ofrecerles ninguna herramienta para subvertir esta realidad". Tiene la misma opinión la sexóloga Catalán, que recuerda el papel central que la sexualidad juega para todos, como sociedad hipersexualizada que somos: “Se castiga la sexualización de los adolescentes, pero estamos vendiendo sexualidad por doquier y en todo momento, y eso es incoherente e hipócrita”.

Spider-Man y los agujeros de la vulva

En las consultas de ginecología es una evidencia de que la de los adolescentes es una sexualidad muy basada en el coito y muy finalista, "como si fuera una carrera". Esto hace que muchas chicas no tengan claro si lo que sienten es un orgasmo o no, porque –volvamos a ello– sus relaciones están enfocadas al placer del chico. Según la enfermera Vanessa Cruz, “ellos piensan que las chicas se masturban haciendo Spider-Man (introduciendo los dedos en la vagina) y tienen un gran desconocimiento de la anatomía femenina. No saben cómo es la vulva, ni qué es el clítoris, ni cuántos orificios hay”. El enfoque del programa Salud y Escuela es clave, en este sentido, y pasa por una educación afectivo-sexual basada en el respeto. Por otra parte, los menores tienen relaciones "porque toca", porque el grupo de iguales presiona mucho y porque les hace sentir adultos. Los amigos son, por tanto, una fuente principal de información para los adolescentes, con los riesgos que esto implica, y también lo son internet y las redes sociales.

En cuanto a los métodos de protección, los jóvenes en general tienen claro que sin preservativo se exponen en las ITS, pero un embarazo asusta mucho más que la clamidia o el herpes genital. Martínez Bueno va más allá y señala que “poner un preservativo es cuestión de traza y de práctica, pero la negociación que implica utilizarlo requiere otras aptitudes” que los adolescentes –a diferencia de la mayoría de adultos– todavía no han desarrollado. De hecho, también en este punto el adolescente y el adulto comparten patrón: conciencia cero sobre la importancia del preservativo. Las enfermeras repiten las mismas lecciones sobre el condón a chicos de 16 años, de 21 y también a “señores de 60”. No son tan diferentes de nosotros, al fin y al cabo, estos adolescentes.

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