De la empresa de multiservicios criminales a refugios nazis reciclados: el tráfico de hachís en el Ebro y la Costa Brava
"Si tú no te metes en sus asuntos, ellos te respetan", dicen los vecinos de Empuriabrava sobre los narcotraficantes
Deltebre / EmpuriabravaCarreteras estrechas por las que cuesta orientarse, caminos de arena que atraviesan arrozales y que se cruzan con más carreteras que hacen del Delta un auténtico laberinto. Y todo esto, en una zona muy extensa pero con pocos accesos, que permiten controlar fácilmente quién entra y quién sale. Las características del Delta del Ebro son un caramelo para el tráfico de drogas y el contrabando y hace años que los grupos criminales intentan aprovecharlo. Tabaco, droga y otros productos entran por calas discretas o incluso por el río. El acceso por la desembocadura no es fácil para algunas embarcaciones, pero las narcollanchas de los traficantes y la destreza de sus pilotos les permiten esto y mucho más.
Conscientes de este potencial, unos pequeños traficantes decidieron crear la logística necesaria para facilitar el desembarco en el Delta. Ellos, de hecho, ni la droga la tocaban. Pero crearon una auténtica empresa de multiservicios criminales. Ofrecían a los grandes traficantes todo lo que les hiciera falta. “Alquilaban narcollanches, les vendían la gasolina, les ofrecían alojamiento por si tenían que hacer noche, personal que conocía la zona para vigilar los accesos o para transportar la droga y, si era necesario, incluso alguien capaz de controlar toda la operación ”, explican fuentes policiales. Y el negocio funcionó. Este servicio fue utilizado por organizaciones criminales de Galicia, Portugal, Andalucía, Extremadura y de Catalunya, según informó la Guardia Civil justo después de detenerlos. Fue en abril del 2022, durante la operación MAIUS, una de las más importantes que se han hecho en nuestro país contra este tipo de tráfico.
La policía detuvo a 19 personas, entre ellas a los responsables de la organización. Se requisaron también cinco narcollanchas y 2.275 kilos de hachís. Paralelamente, se llevó a cabo otra operación que según la Guardia Civil permitió detener "el considerado máximo responsable del tráfico de hachís en Catalunya durante el último año" y otras 30 personas. Además de 5.700 kilos de hachís, encontraron también cinco narcollanchas y un taller en Cambrils para prepararlas. Ambas operaciones derribaron el tráfico de hachís durante un tiempo porque los narcos se quedaron sin logística, aunque los datos de Mossos confirman que esta actividad criminal ha cogido impulso en los últimos años. Sólo en el 2023 se han incautado de 17 toneladas de hachís, un 140% más que en el 2022. En la actualidad, el tráfico mira más arriba: hacia la Costa Brava.
Las calas rocosas y escondidas del Cabo de Creus son igual de efectivas que los caminos de arena que atraviesan arrozales. Y las entradas del río Ebro hacia tierra firme (con casas y campings que tienen pequeños embarcaderos) son equiparables a los 24 km de canales artificiales de Empuriabrava, en el golfo de Roses, que conducen a chalés con puerto propio. Fuentes de los Mossos y la Guardia Civil confirman que estas infraestructuras, construidas en los últimos años del franquismo para atraer a turistas alemanes y franceses, han sido en los últimos años el escenario de importantes desembarcos de hachís. “Al principio vinieron muchos exgenerales nazis a esconderse y tenían amarres dentro de casa por si debían huir; esto con el tiempo se ha convertido en un negocio para el narcotráfico. En Empuriabrava puedes encontrar cualquier cosa del mercado negro que pueda guardarse en una casa”, afirma un vecino veterano que vive en el pueblo desde su fundación.
“Aquí decimos que la muerte natural más típica es caer en el canal con 20 kg de hormigón en los zapatos. Antes de la pandemia querían limpiar el canal, encontraron un coche con un cadáver maniatado y dejaron de limpiar” añade otro vecino. Sea como fuere, este tráfico, que es discreto y que viene de paso (el objetivo es llevar droga de Marruecos al centro de Europa) difícilmente se hace notar en el Delta del Ebro y en la Costa Brava. En la tranquila urbanización de Riumar, en Deltebre, se encuentran dos pequeños embarcaderos. Son discretos y parecen en total desuso. Cuesta creer que hayan sido el lugar preferido por los narcotraficantes para desembarcar kilos y kilos de droga.
“Sabemos que por ahí han descargado droga, pero nunca hemos visto nada”, explica una trabajadora de la zona. Pero a lo largo de los años sí han visto algo: “Una vez vimos una furgoneta negra que venía todos los días y daba vueltas por la zona y movimientos extraños. Al cabo de unos días los Mossos montaron un control en una rotonda cercana y vimos que el vehículo daba la vuelta y se metía entre los caminos para no tener que pasar el control”, explica. Una mujer que vive en una casa frente al mar en L'Ametlla asegura que ella ha crecido viendo “lanchas llevando fardos” desde la ventana de casa. Lo sitúa, sobre todo, entre el 2010 y el 2016, y tiene la imagen grabada de más de un desembarco en directo. Lo ven de lejos, interpretan lo que es, pero prácticamente no lo notan.
Tampoco en Empuriabrava. El negocio de la droga no se ha infiltrado en la población, por lo que los dos mundos coexisten por separado, con una cierta convivencia entre los habitantes de toda la vida y los narcotraficantes, que permiten a cada uno hacer su vida sin molestarlos se mutuamente. "Si tú no te metes en sus asuntos, ellos te respetan", es la norma no escrita que repiten en las calles. De hecho, los narcotraficantes suelen actuar de noche e incluso buscan fechas señaladas, como Nochebuena o Año Nuevo para asegurarse de que nadie les mira. Un mando de los Mossos recuerda cómo hace unos años supieron que un grupo criminal que seguían estaba preparando un desembarco en el Ebro en Nochebuena. Ningún agente cenó con la familia esa noche. Los narcos lo tenían todo preparado: la lancha estaba cerca de la costa y las furgonetas a punto pero no pasó nada. El día 25 todos los agentes pudieron almorzar con sus familiares y por la noche volvieron a la costa. La noche de Sant Esteve fue la buena: 4.500 kg de hachís incautados.
El mismo mando de los Mossos recuerda otra anécdota que no se puede quitar de la cabeza: detuvieron una furgoneta que sabían que llevaba hachís en un peaje de la AP-7. Había 300 kg dentro, pero el conductor quedó libre horas después. Lo primero que hizo el traficante fue llamar a su jefe y contárselo. Éste le contestó: “Así da gusto trabajar”.