Seguridad

"No saben cómo distraerse": ¿qué hay detrás de los episodios de violencia de Manresa y Molins?

La madre de uno de los detenidos explica que viven en una situación de extrema vulnerabilidad

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El jueves decenas de personas salieron a las calles de Manresa para pedir mayor seguridad.

Manresa / BarcelonaCuando suena el móvil de Sara, lo coge su hijo pequeño de 11 años. "Cuando ve un número desconocido se pone nervioso", explica Sara. El niño se queda a su lado. "Está nervioso, creía que era la policía", continúa la madre. Le tocaría fútbol, pero hace unos meses que ya no pueden pagarlo. Viven en un estado de "nerviosismo" desde que detuvieron a su hijo medio, de 17 años, por haber participado en la pelea multitudinaria de Manresa. Detrás de este episodio violento hay historias como la de Sara, que lleva meses en paro: "No quiero decirles que no estamos bien. Siempre les he intentado dar dinero para que no roben". Las barreras no siempre fueron invisibles. Los niños han chocado cuando no han podido ir a la piscina en todo el verano y han tenido que pasar horas y horas en los bancos de una calle que fue el escenario de la pelea.

"Lo que hicieron está mucho mal", dice Sara. Asegura que su hijo solo fue a separar a ambos grupos cuando vio que había implicado a un amigo suyo, pero insiste: "Cada día le regañamos". Sara se pregunta por qué lo hicieron. "Si le pudiera pagar el fútbol, o la piscina, quizá no hubiera pasado. No saben cómo distraerse", se reprocha. Carles Feixa, catedrático de antropología social en la Universidad Pompeu Fabra, reflexiona que a la juventud vulnerable cada vez le cuesta más tener expectativas: "No hemos sabido darles referentes. La educación como promesa de ascensión está en cuestión". Esto conduce a una única salida: "Un uso intensivo del espacio público".

Haz alerta de que esto ocurre, aunque muchos de los jóvenes ya han nacido aquí, hijos o nietos de inmigrantes. El caso de Sara es un ejemplo, como la historia de muchos de los implicados en la pelea. Todos sus cinco hijos nacieron en Catalunya. Ella llegó procedente de Marruecos, pero de pequeña, cuando tenía ocho años. Ha trabajado toda la vida de cocinera, pero hace unos meses cerró el restaurante en el que trabajaba. Otro detenido por la pelea vive con su familia en un piso ocupado. Un tercero, reubicado por la PAH. Muchos han crecido pasando las tardes en la Escuela Popular de Manresa, que acompaña a niños vulnerables.

Vídeo de la pelea multitudinaria de Manresa

El origen de la pelea en Manresa

El enfrentamiento de Manresa empezó en el instituto, cuando se discutieron un chico de origen marroquí y otro de origen dominicano, y estalló en el centro de la ciudad. El vídeo de la pelea corrió como la pólvora. Una semana después, más leña en el fuego: los altercados de Molins de Rei. Un grupo de jóvenes se enfrentó con la policía y destrozó a varios locales. "Peas en el espacio público ha habido siempre, pero ahora se graban y se amplifica su eco", dice Feixa. Después, los jóvenes "lo ven y se sienten atraídos".

Manresa y Molins son dos conflictos diferentes con dos elementos en común: la violencia y la precocidad de los autores. Ocho de los once detenidos por el de Manresa eran menores de 18 años. Uno de los cuatro arrestados por el de Molins de Rei también lo es, mientras que los otros tres tienen los 18 recién cumplidos. "Solo recordamos a la juventud cuando crea problemas", comenta Feixa. Esto se agrava aún más, opina el antropólogo, "si son extranjeros".

La gran mayoría de los detenidos en Manresa son o bien de origen marroquí o bien de origen dominicano y dos de los arrestados por los altercados de Molins tienen nacionalidad marroquí. Sin embargo, los perfiles son completamente diferentes. Dos de los detenidos en Molins, por ejemplo, tienen varios antecedentes por hurtos. Y ninguno de los cuatro se conocía entre sí. Sin embargo, en ninguno de los dos casos hablamos de bandas juveniles, según fuentes policiales. "Esto no es West Side story", dice Feixa.

Disturbios en el concesionario de Molins de Rei.

El antropólogo descarta, como hizo el viernes el comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, que la situación sea equiparable a las banlieues francesas, pero avisa de que es necesario dar un giro de volante. "Hay institutos con un 95% de inmigrantes. ¿Cómo queremos que se integren si van todos a la misma escuela?", se pregunta. Cuando todo descarrila, es necesario buscar alternativas a la mano dura: "Las batallas de hip-hop funcionan". El pasado miércoles, en la protesta para pedir que no se traten los hechos de Manresa desde el racismo, un grupo de jóvenes, entre ellos amigos de los detenidos, rapearon en el escenario. "Un pueblo, distintos colores", fue uno de los versos.

Contradicciones

Unas calles más allá, varios vecinos expresan la misma contradicción. "Son familias que deben tener más atención social, pero peleas como las del otro día no se pueden tolerar y hace falta mano dura", comenta un hombre. Los Mossos detuvieron a los menores de Manresa casi todos de repente, un día que pasaban la tarde en el paseo. Los pusieron contra la pared y los esposaron. Sara estaba sentada en una terraza y lo vio. Le cogió un ataque de ansiedad y la llevaron al hospital. "Los niños se pasan, pero los Mossos deben enseñarles qué es el respeto", reflexiona, y asegura que tras la pelea varios policías van "provocando" a su hijo: "Le dicen puto gordo". El chico se ha recogido el cabello y siempre lleva una gorra para que no lo reconozcan.

Una tendera de Manresa admite la mala situación de estos chicos, dice que están "desamparados por la calle" y que esto es uno de los detonantes de la pelea.Un vecino del Barri Vell añade que es innegable que Manresa se ha "degradado". Una mujer de origen marroquí dice que va a trabajar cada mañana con un spray de gas pimienta en el bolso, pero desvincula la delincuencia del origen. Otra vecina admite que ver grupos de chicos jóvenes extranjeros en la calle la hace sentir insegura. Explica que se pelean y que dañan el mobiliario urbano "como si lo hicieran para distraerse". Sara lamenta que se ha puesto el foco en los inmigrantes y que cuando camina por la calle hay gente que cambia de acera.

Es innegable que los datos de delincuencia en Manresa no son buenos, los delitos han crecido un 13,4%, según el balance del primer semestre del 2023 del ministerio del Interior: En seis meses se han cometido 38 delitos de lesiones o peleas tumultuarias, casi el doble que en el mismo período del año anterior. Varias entidades sociales de Manresa piden que no se generalice; que no se ponga en el mismo saco una pelea con armas blancas en Vic –entre hombres de nacionalidad india por un conflicto sentimental– y un enfrentamiento entre menores en Manresa. Del mismo modo, piden que no se culpe de todos los males de Manresa a un grupo de jóvenes de origen extranjero que se pelearon. Los dos chicos que empezaron el enfrentamiento, por cierto, se abrazaron cuando salieron de la comisaría e hicieron las paces.

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