Sucesos

El suicidio de un matrimonio de empresarios deja en la estacada diez bares del Port de la Selva

La pareja regentaba el 20% de los locales del pueblo, cerrados repentinamente a la espera de los movimientos del nuevo gestor

La terraza del Café de la Marina de Port de la Selva, cerrada por la muerte de los propietarios.
07/09/2025
4 min

Puerto de la SelvaFinal de verano manchado de negro en el Port de la Selva. La muerte inesperada de una pareja de empresarios locales, propietarios de una decena de bares, chiringuitos y restaurantes en el municipio, ha provocado el cierre de todos sus negocios en primera línea de mar de forma repentina. La mujer, de 68 años, se suicidó el pasado mes de junio y el hombre, de 71 años, lo intentó de forma fallida un mes después: quedó gravemente herido y acabó muriendo a finales de agosto ingresado en el Hospital Trueta de Girona. Hacía casi tres décadas que estaban vinculados a la zona y sus establecimientos representaban aproximadamente el 20% de los locales de este pequeño pueblo alto-ampurdanés de casas blancas, al pie del Cap de Creus. El Café de la Marina, famoso por la obra de teatro homónima de Josep Maria de Segarra, era uno de los más icónicos. Ahora tiene la terraza vacía y un cartel colgado en la puerta de "cerrado temporalmente".

Eran José Andrés Bel y Adela Esteban Galindol, un matrimonio con una larga trayectoria profesional y que de jóvenes veraneaban en el pueblo. Bel, economista de formación, experto en gestión empresarial y planes de negocio, capitaneaba los negocios de la compañía familiar, de nombre Corvail del Port SL. Antes de invertir en restauración en la comarca, desde los años noventa hasta más allá del 2010, el empresario había ocupado cargos de alto directivo en empresas de renombre como la marca de ropa Stradivarius, los bolsos Misako o las alpargatas Castañer. Estos últimos años, en el Port de la Selva, además del Café de la Marina, José Andrés Bel había invertido mucho dinero en establecimientos muy frecuentados como Ca la Maria o El Brascó, un restaurante con pistas de pádel y piscina en la entrada de la Selva de Mar.

Voces autorizadas confirman al ARA que estos negocios no atravesaban un buen momento. "Tenían deudas millonarias, préstamos impagados, los trabajadores no habían cobrado la última nómina", explica un vecino de toda la vida. Y otra chica, cliente más o menos habitual, añade: "Habían involucrado a mucha gente para poner dinero a su sociedad. Pagaban alquileres muy altos para quedarse con los locales más preciados, pero en los últimos meses no habían podido hacer frente a los pagos". Pese a las dificultades económicas, el matrimonio –ambos con edad de jubilarse, pero que seguían trabajando– había empezado el verano con aparente normalidad, haciendo entrevistas de trabajo y contratando a nuevo personal.

Clima enrarecido

Sin embargo, con su muerte, el funcionamiento de todos sus establecimientos en el Port de la Selva ha quedado interrumpido, justo en la recta final de la temporada turística. Estos días, cuando aún se respira el bullicio veraniego por las calles, resulta extraño ver la sucesión de sus locales sin clientes ni camareros a lo largo del paseo frente al mar y la gente se agolpa en el resto de locales que quedan abiertos. La situación, por supuesto, en un pueblo donde todo el mundo se conoce, se comenta y corre la voz. El clima está enrarecido. "Todo es muy raro", repiten los vecinos.

Circulan todo tipo de especulaciones morbosas sobre las circunstancias de la muerte –también la de su perro, igualmente muerto durante este trágico verano–, sobre la relación de la pareja, las presiones que les empujaron a quitarse la vida o sobre supuestos intereses ocultos de terceros.

Ante este alboroto, el Ayuntamiento, que no quiere hacer más declaraciones públicas, pide respecto a la memoria de los difuntos y que cesen las conjeturas. Los cuerpos de los difuntos, tanto el de la mujer como el del hombre malherido, los encontraron la Guardia Municipal y, de momento, los Mossos d'Esquadra no tienen ninguna investigación abierta, si bien los vecinos reconocen mayor presencia de policías que hacen preguntas estos días.

El Ayuntamiento y los nuevos gestores quieren volver a abrir en breve

Entre todos los negocios empleaban a una decena de trabajadores fijos durante todo el año y, en verano, la plantilla llegaba a superar al centenar de personas. El cierre repentino de los locales ha dejado a muchos trabajadores en una situación de incertidumbre y el Ayuntamiento, muy preocupado por la situación, está en contacto con los nuevos gestores para que el negocio pueda reanudarse de forma más o menos inmediata.

José Andrés Bel y Adela Esteban Galindol murieron sin ningún heredero reconocido, por lo que el 51% de sus acciones ha pasado a manos de la sociedad inversora TQ-MR Family II SL, con sede en Girona, dedicada a la compra y explotación de inmuebles, que hasta ahora sólo había tenido un papel financiero dentro del grupo. Para garantizar la viabilidad del negocio, ahora ha asumido su control y ha empezado a analizar su viabilidad. También piden discreción: "Nuestro compromiso es actuar con la máxima responsabilidad y con rigor empresarial para dar la mejor solución posible. Trabajaremos con rapidez y diligencia para minimizar cualquier perjuicio y para que todas las personas afectadas puedan recuperar la normalidad lo antes posible", expresa la empresa en un comunicado enviado a este diario. Igualmente, TQ-MR mantiene que en estos momentos toda la plantilla está al día de pago e insiste en que trabaja para encontrar una salida, que en principio se producirá en breve, pese a reconocer que la situación es "compleja" por el endeudamiento acumulado y por los costes que arrastraba el accionariado del matrimonio difunto.

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