La vacunación, decisiva para acabar con la mascarilla al aire libre

Argimon supedita la decisión al criterio de los expertos pero Castilla-la Mancha quiere forzar ya el debate con Sanidad

G.G.G.
3 min
Gente con mascarilla  el 9 de julio pasado, el primer día que era obligatoria.

Santa Coloma de Gramenet¿Es el verano un buen momento para dejar de llevar mascarilla al aire libre? Las opiniones expertas se mueven mayoritariamente en la misma dirección: podría ser razonable abandonarla en algunas situaciones, pero demasiado prematuro para hacerlo de forma generalizada en la calle. Al menos hasta que no avance y se intensifique la vacunación y, sobre todo, haya más personas completamente inmunizadas.

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CAES), Fernando Simón, aseguró el lunes que, si la evolución de la pandemia sigue siendo positiva, sería “factible” retirar esta obligación “a mediados o finales de junio”. Y la respuesta de algunas comunidades autónomas ha sido inmediata: Castilla-la Mancha ya ha dejado claro su posicionamiento a favor de esta relajación mientras que la Comunidad de Madrid todavía no se plantea esta posibilidad porque, dice, no hay suficiente población madrileña vacunada.

El director del IrsiCaixa, Bonaventura Clotet, valora positivamente la idea de no tener que llevar la mascarilla en los espacios abiertos, pero siempre que se cumplan tres condiciones. "Que se consolide la caída continuada de casos, que se pueda mantener la distancia social entre las personas en el momento de quitársela y que aumente mucho el porcentaje de población vacunada con pauta completa", ha indicado.

Menos optimista es el epidemiólogo e investigador Icrea Quique Bassat, que califica de "precipitada" la retirada de la mascarilla por la "confusión" que puede suscitar entre la población, especialmente en espacios que pueden interpretarse de poco riesgo, como las calles donde se generan reuniones o aglomeraciones espontáneas. "Esta decisión se puede entender como un pistoletazo de salida para arrinconar la mascarilla, como si hubiera la sensación de que ya no hace falta y que se puede hacer vida sin ella en interiores o en espacios donde no se puede garantizar la distancia física o la protección individual", explica.

El conseller de Salud, Josep Maria Argimon, tampoco está 100% seguro sobre la eliminación de la obligatoriedad de la mascarilla y ha admitido este martes que es "especulativo" poner un calendario. A la vez, también ha asegurado que se hará "cuando los expertos lo recomienden". "Julio podría ser una fecha, porque el doctor Simón tiene mucho criterio y todos queremos que sea cuanto antes mejor. Pero para ello hará falta que las infecciones y las cifras nos acompañen, y esto se conseguirá con más vacunaciones", ha resumido el nuevo responsable de Salud.

Antes hay que poner más segundas dosis

De momento, sin embargo, el debate ya está servido este miércoles en el Consejo Interterritorial de Salud, donde Castilla-la Mancha llevará este cambio legislativo –hay una ley que obliga a llevar mascarilla– para intentar forzar la discusión entre las comunidades autónomas y el ministerio de Sanidad. "No hay nada decidido. Cuando llegue el momento y los expertos lo avalen, podremos explicar en qué situaciones nos la podremos quitar pero sobre todo en cuáles tendremos que continuar llevándola", se ha limitado a afirmar Argimon, preguntado por el posicionamiento de Catalunya en este nuevo choque político.

Bassat, investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundació La Caixa, argumenta que la cobertura vacunal no es lo suficientemente elevada –el 37% de la población ha recibido una primera dosis pero solo un 20% ha completado la pauta– y que la incidencia acumulada sigue siendo muy alta –en Catalunya es de 110 casos por cada 100.000 habitantes y en todo el Estado de 120 casos– para "abandonar este colchón" ante posibles nuevos riesgos. Por ejemplo, las nuevas variantes.

"Habría que avanzar más en la vacunación antes de tomar una decisión", señala Bassat. De hecho, para el experto, mandar un mensaje tan emotivo ahora a la población a sabiendas de que para muchas personas quitarse la mascarilla simboliza el fin de la pandemia puede ser muy perjudicial. Hasta que la mitad de la población no esté vacunada con las dos dosis –remarca– esta decisión seguirá siendo prematura.

"Si nos movemos por el deseo de quitarnos la mascarilla para disfrutar del verano puede hacer que cometamos un error muy grave, porque todavía la necesitamos ", insiste Bassat, que recuerda que el verano del año pasado, a la salida del confinamiento, se registraban solo 8 casos por cada 100.000 habitantes y aún así todo el mundo entendió que había que llevar la mascarilla.

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