Cinco menores asesinados por sus padres en cuatro meses
Este año se han cometido un tercio de los crímenes de violencia vicaria de la última década, un repunte que preocupa a los expertos y al Gobierno
Violencias machistasEn los últimos cuatro meses, cinco menores de edad han sido asesinados en Catalunya por sus padres. El último caso ha sido el de dos gemelos de ocho años a quien el padre mató el martes por la noche, junto a su madre, en su domicilio de El Prat de Llobregat. El hombre se suicidó después y la policía y la justicia investigan el crimen como un caso de violencia machista. De hecho, los filicidios –la muerte de los hijos– y la violencia vicaria –la muerte de los descendientes por causar un sufrimiento insoportable y de por vida al otro progenitor, que suele ser la madre– se consideran manifestaciones extremas del machismo , junto con los feminicidios. Las motivaciones de estos homicidios son diversas y difíciles de generalizar, pero el aumento de casos desde principios de año preocupa a los expertos consultados por el ARA y las instituciones: este año se han cometido un tercio de los infanticidios de la última década y la Generalitat ha anunciado la creación de un gabinete de expertas independientes especializado en violencia vicaria.
Desde el 2015, trece niños y adolescentes han muerto a manos de sus progenitores, cinco de ellos este año. Además del doble crimen en El Prat, el pasado miércoles un hombre fue detenido por asesinar al hijo de cinco años, Ayax, en Bellcaire d'Empordà y para intentarlo con la mujer, que sobrevivió al ataque. El pasado enero dos niños aparecieron muertos en casa con su padre intoxicados por monóxido de carbono, en un caso que aún no se ha confirmado como violencia vicaria. “Estamos viendo un evidente aumento de los niveles más graves de violencia vicaria, que son los asesinatos. Hace veinte años ya había casos, pero no se hablaba de ello. Ahora hemos puesto nombre a estos crímenes y los hemos incorporado en la caja de la violencia machista”, explica la psicóloga y experta en cuestiones de género Gemma Altell.
En 2015 Maryna y sus hijos de 7 y 12 años, Michelle y Maxim, fueron asesinados por el padre de las criaturas en Castelldefels. En el 2017, en Barcelona, fueron Ingrid y su bebé, Sherifa. Tres años después, el día de Reyes de 2020, el padre de Ciara, de 3 años, la mató, a ella ya su madre, en Esplugues. En abril del 2021, Varvara y su madre murieron en manos del padre y marido en Lloret, y en agosto del mismo año el padre de Leo le asesinó en un hotel del Paralelo de Barcelona. En todos estos casos existe un factor común: la violencia machista. "Antes se separaba la violencia hacia los hijos de la violencia contra las madres, pero cada vez hay más sensibilización que es un instrumento para hacerles daño a ellas", añade Altell.
El registro de menores asesinados por sus progenitores incluye dos casos en los que fue la madre quien perpetró el crimen: en diciembre del 2019, en Girona, una mujer mató a la hija de 10 años, y en el 2021 la madre de Yaiza, de 4 años, confesó haberla asesinado en Sant Joan Despí por una disputa con el padre. La muerte de las madres, los feminicidios, han dejado a 97 niños y adolescentes huérfanos.
Dominación y poder
Los expertos consultados recuerdan que la violencia vicaria se ejerce contra aquellos a los que más debe protegerse, los más vulnerables, y con el objetivo de arrastrar a la pareja o ex pareja a una espiral de dolor de por vida. Sin embargo, no es sencillo encontrar una explicación al aumento de asesinatos a hijos de los últimos meses. Según la abogada penalista Laia Serra, el hecho de que haya más violencia contra los niños responde a un interés por hacer daño a las mujeres. "Son crímenes tan terribles que los propios perpetradores no pueden soportar sus actos ni confrontar el juicio social, por lo que también se levantan la vida o lo intentan", añade.
Según Serra, los fenómenos sociales y las violencias siempre son multicausales y requieren análisis complejos. “Ahora las condiciones sociales, económicas, residenciales e incluso climáticas aumentan la sensación de incertidumbre y la presión, que se suma a que el feminismo va avanzando y hay quien recibe la evolución social de manera refractaria y se rebela la para mantener el control", afirma la abogada. Para los expertos, la violencia machista y específicamente la vicaria no es sólo un crimen, sino un mensaje y un acto afirmativo. “Es violencia machista porque subyace la idea de dominación, de control . El hombre es propietario de las vidas de los hijos y de la mujer", dice Serra. "Detrás se esconde el «Yo soy el centro del mundo y dispongo de ellos y, si decido que deben morir, mueren»” , coincide el psicólogo especializado en violencia machista y psicopatología infantojuvenil Raúl Lizana.
En el caso de El Prat, el entorno de las víctimas ha pedido que no se considere el triple crimen y el suicidio del hombre como un crimen machista y aseguran que el detonante de los asesinatos fue un trastorno mental grave "que nadie supo tratar", según ha explicado el hermano de la mujer en declaraciones a La Vanguardia. "¿Puede influir? Quizás sí o quizás no. Puede ser un precipitante, pero no un causante. El trastorno no invalida la posición y la motivación de la dominación", afirma Altell. "También hay muchos estereotipos, no debe haber violencia física previa para que sea machista", añade Serra. "Pero pensar así es menos comprometido para el entorno y la sociedad", admite Lizana.
El hecho de que no existan denuncias previas tampoco significa que la mujer o los hijos no hayan sufrido violencia con anterioridad por parte de su asesino. "La muerte es la manifestación más grave, la venganza total, pero suele haber malos tratos", explica el psicólogo. Pueden ser leves o sutiles, pueden minimizarse y enmarcarse en discusiones de pareja o momentos tensos, pero casi siempre las hay, añade, y van desde hablar mal de la progenitora a dificultar las visitas o desaparecer temporalmente con los niños. Además, denunciar tampoco es un seguro, dice, porque todavía resiste la idea de que un hombre que duele a la madre puede ser un buen padre. "El 87% de las visitas a maltratadores se mantienen pese a que estén condenados y que no deberían poder acceder a sus hijos, tal y como fija la ley, por cómo se aplica a los tribunales", concluye.