Vivir de alquiler: radiografía de una "condena a largo plazo"
Un informe del IDRA subraya que pasar de inquilino a propietario es cada vez más difícil y uno de los mayores vectores de desigualdad social
BarcelonaDejar de ser inquilino para pasar a ser propietario es cada vez más difícil. El alquiler ya no es sólo una forma de empezar para los jóvenes y de acceder al mercado de la vivienda, sino que se "cronifica" y en muchos casos se convierte en la única opción posible. Así lo concluye el último estudio del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (IDRA), que se ha hecho público este miércoles con el título De propietarios a inquilinos.
El documento explica que la capacidad de acceder a un piso de compra tiene que ver con los ingresos y las barreras de acceso al mercado de la vivienda, pero también, y cada vez más, con las bajas expectativas de parte de la población de heredar un inmueble.
De acuerdo con una encuesta realizada a un millar de casos de alquiler en Barcelona, siete de cada diez inquilinos no esperan heredar una vivienda. Todo ello, avisan los investigadores, obliga a los inquilinos a quedarse con esta opción de vivienda de forma forzosa, sin ser tan jóvenes y por más tiempo, como una "condena a largo plazo", valoran desde el IDRA.
Este 30% de inquilinos que creen que sí acabarán heredando son, en su mayoría, ciudadanos españoles de entre 16 y 34 años (47% en Barcelona y 54% en Madrid). Los que, por el contrario, tienen claro que no lo van a conseguir son sobre todo las personas mayores de 65 años y las extranjeras de entre 35 y 64 años.
De alquiler de por vida
Pero es que, además, los pocos que heredan tampoco lo tienen fácil. Los investigadores apuntan a la "complejidad" de los casos, ya que ocho de cada diez inquilinos con herencia tendrán que compartirlo y el valor económico de los pisos que recibirán se sitúa muy por debajo de los precios medios actuales del mercado. En el caso de Barcelona, según las encuestas, el 40,7% de los pisos a heredar tienen un valor inferior o bastante inferior al precio medio de un piso de 60 m² (250.020 euros) y el 63,2% heredarán propiedades de menos de 300.000 euros, y la inmensa mayoría tendrán que compartir la herencia. Todo ello, apunta el estudio, sitúa un escenario en el que la mayoría de los inquilinos que heredarán tampoco tienen garantizado el acceso a una vivienda en propiedad.
Los investigadores recuerdan que, según los datos oficiales, el 54,7% de las personas que viven de alquiler en la capital catalana ya tienen más de 34 años y también subrayan que el número de hogares de alquiler ha pasado del 38% al 44% en Barcelona en sólo cinco años, entre 2017 y 2022.
Las empresas sí acceden al mercado inmobiliario
La investigación también analiza el mercado inmobiliario y subraya que, entre 2008 y 2020, casi la mitad de las viviendas compradas son de empresas con más de ocho inmuebles. Así, subraya cómo la propiedad de viviendas se concentra cada vez más en manos de aquellas que ya tienen bienes inmuebles. De hecho, apunta que en la última década el número de grandes propietarios –con diez o más viviendas– ha aumentado un 20%.
"La mitad de las transacciones de vivienda son hechas por personas que ya poseen propiedades, y una gran parte de las compras se efectúa al contado. Esto agrava la situación para los inquilinos, que se ven atrapados en un ciclo de alquiler a precio de mercado sin claras perspectivas de mejorar su situación", exponen los investigadores.
Todo ello, concluye el informe, hace que la brecha entre la población propietaria y la inquilina sea cada vez mayor y profundiza el papel del mercado de alquiler "como vector de desigualdad social".
Para intentar revertir esta situación el IDRA apunta a tres ejes claros y pide cambios en las políticas de vivienda. Por un lado, recomiendan incrementar la oferta de alquiler residencial de larga duración ya precio regulado a través de la movilización del parque existente de viviendas que ahora están infrautilizadas o en manos de operaciones inmobiliarias especulativas. Esto incluye recuperar, dicen, los pisos "secuestrados" por los mercados turísticos y de temporada, transferir los pisos de la Sareb al parque público de vivienda social de alquiler, comprar viviendas para incorporarlos al sistema público de alquiler o construir más vivienda pública de alquiler.
Otra recomendación es aplicar medidas fiscales como aumentar el impuesto a la propiedad y aumentar la fiscalidad por rentas de alquiler. También proponen impulsar medidas para impedir la acumulación de viviendas en pocas manos. El estudio también valora que algunas de las políticas hechas hasta ahora, como el bono joven de alquiler o los avales, son "ineficaces" y acaban transfiriendo dinero público a manos de propietarios y bancos.