El dilema del prisionero a escala global
En un artículo publicado enNew York Timesla semana pasada, Alexandra Stevenson se refería a un segundo "choque chino". El primero, hace dos décadas, correspondería al desplazamiento de una parte significativa de la producción de fábricas europeas y americanas hacia industrias chinas.
Ahora, las medidas impulsadas por la administración Trump están llevando a China a incrementar la exportación hacia países en desarrollo; para sostener un crecimiento económico basado en un enorme superávit comercial. Aquí nace el segundo "choque chino": la destrucción del tejido industrial propio de estos países, con fábricas chinas en lugares como Vietnam o Indonesia, donde crece el malestar social.
Una dinámica desbocada y fuera de control que es consecuencia de la falta de un mínimo gobierno global. Los países pueden decidir sobre el nivel de control de la actividad económica por parte del Estado. En cambio, a escala mundial eltrumpismoestá eliminando los pocos mecanismos de regulación acordados globalmente y el mundo tiende hacia un liberalismo salvaje dominado por la ganancia inmediata y un esquema propio del dilema del prisionero: cada jugador sólo busca maximizar su beneficio, independientemente del otro. En esta situación, la estrategia dominante es la traición, por lo que el único equilibrio posible es que todos los jugadores traicionen. Mal futuro nos espera si seguimos avanzando en esta dirección.